Salvando al barbero idiota

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Los hombres de Max estaban en la puerta listos para recibir una orden de Alejandro y sacar al barbero de la casa, pero el mercenario se recargó en la pared de la sala para recuperarse después del golpe bajo que Omar le había propinado estando en el suelo, ponía una mano sobre su abdomen mientras intentaba respirar con normalidad y observaba a su mujer furiosa y con la intención de ponerle una paliza a su mejor amigo. Nadie decía nada y de repente Ana se estremeció al escuchar a su amiga gritar por segunda vez.

— ¡Respóndeme, pedazo de idiota! —exclamó muy molesta dirigiéndose a Omar.

— ¡Nomás me la cogí y ya! —se defendió mientras se tocaba la nariz tratando de detener el sangrado.

— ¡¿Y eso se te hace poco?! ¡Que asqueroso eres, no mames!

— ¡¿Entonces nada más tú puedes salir con quien se te pegue la gana?! ¡Andas con un gringo asesino, no la chingues!

— ¡Sí, Omar! —le contestó— ¡Pero él no está casado y esa vieja sí!

— ¡¿Lo vas a defender?! —la cuestionó molesto.

— ¡Claro que lo voy a defender! —exclamó enojada— ¡¿Y sabes por qué?! ¡Porque este hombre al que tú llamas asesino me defendió de Roberto, algo que tú no pudiste ni quisiste hacer en todo estos años! ¡Ah, pero sí tuviste el valor de acostarte con la puta del jefe de narcos y venir a golpear al hombre que quiero! —le gritó con ganas de darle una bofetada.

— ¡¿Lo quieres, María?! —le preguntó sorprendido.

— ¡Sí, como no te imaginas!

Luego de esa declaración el joven se quedó sin saber qué decirle, veía que estaba realmente molesta y luego volteó hacía Alejandro tratando de buscar alguna respuesta a su confusión pero este lo despreció con la mirada y con justa razón. Se levantó del piso en silencio, limpió la sangre de su nariz con el cuello de su playera y caminó hacia su amiga para intentar abrazarla pues sus ojos negros se habían llenado de lágrimas pero ella retrocedió haciéndole un desaire.

— Lárgate de aquí y no vuelvas a poner ni un solo pie en esta casa —le dijo ella tratando de mantener la calma.

No quiso insistir más ni empeorar las cosas pues vio a su amiga bastante afectada por todo lo que acababa de ocasionar, buscó las llaves de su auto entre los vidrios rotos que estaban en el piso y las recogió sacudiéndoles el vino para después aproximarse a la puerta por su propio pie, a punto de salir se giró para ver a Ana esperando que se fuera con él pero María al percatarse de eso la tomó del brazo evitando que se fuera. El joven muy avergonzado por todo lo que había hecho salió de la casa y se marchó en su auto mientras que las dos jóvenes abordaban la Suburban con los escoltas para llevar a una de ellas a su casa. A su regreso la esposa del mercenario lo encontró limpiando el desorden que habían dejado tras la pelea pero al darse cuenta que su chica estaba muy seria dejó a un lado la escoba y se acercó para abrazarla.

— ¿Estas triste por lo que le hice a tu amigo? —preguntó mientras intentaba animarla.

— No, estoy decepcionada de él. La verdad se merecía que lo hicieras poner los pies en la tierra, últimamente está actuando como un idiota —respondió con desánimo.

— Pues actúa muy bien.

— Bueno, es un idiota, pero esta vez abusó de eso y tengo miedo de que le pase algo por andar metiéndose con la mujer equivocada —agregó preocupada.

— Tranquila —le dijo besando su frente— va a estar bien.

Juntos terminaron de limpiar el desastre, prepararon la cena y al terminar se retiraron a la habitación de Alejandro para descansar. Mientras ella dormía profundamente él la veía y recordaba cómo lo había defendido ante su mejor amigo, ahí supo que ya formaba parte importante en la vida de la mexicana y aunque sentía miedo no iba a abandonar ese puesto. Alrededor de las cinco de la mañana el sonido de alguien tocando la puerta con insistencia por lo que tomó su arma de la mesita de noche y sigilosamente se desplazó hasta la sala para saber de quién se trataba. Mientras miraba por la ventana a una joven desesperada parada en la entrada su esposa salió de la habitación para ver qué ocurría. El mercenario al no ver ninguna amenaza abrió la puerta y la mujer del otro lado pregunto por su chica que rápidamente reconoció la voz de la hermana de Omar, se acercó a la puerta y al ver que lloraba pensó lo peor.

Una Segunda Oportunidad (Editada y extendida) +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora