Una breve visita a la barbería

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A la mañana siguiente los mercenarios determinaron que era necesario trasladarse a la ciudad más cercana para visitar algún supermercado y abastecerse de todo lo necesario para ellos y la nueva casa. Mientras Alejandro y Eddie se encargaban de llenar el carrito Max se mantenía al teléfono reuniendo toda la información posible que le asegurara que aquella mujer que había llamado la atención de su mejor amigo fuera cien por ciento confiable.

— Tengo toda la información que necesitas —le dijo al colombiano mientras guardaba su celular y caminaba junto a él por los pasillos— Tu chica se llama María Salazar, tiene veintisiete años, trabaja en la barbería del pueblo y por fortuna es soltera. Pero eso no es todo; también es muy independiente, vive sola y a pesar de ser tan bonita maneja un perfil bajo y un círculo de amistades muy reducido y confiable, básicamente su día a día es ir al trabajo, luego al gimnasio y finalmente regresar a casa. Me agrada lo cuidadosa que es para evitar relacionarse con las personas equivocadas.

— Hasta ahora —agregó el mercenario un poco descontento.

— Es preferible que ella arriesgue un poco su vida a que te maten por culpa de una mujer de procedencia dudosa. Quieres vivir tranquilo, ¿no es así?

— Tienes razón —suspiró— Pero, ¿Y si no acepta ayudarme?

— ¡Claro que aceptará! Y para que lo veas tú mismo hoy le haremos una visita sorpresa a su trabajo.

Alejandro se detuvo en seco y lo miró desconcertado hasta que el contratista se dio cuenta de que caminaba él solo.

— ¿Ahora qué? —lo cuestionó abriendo los brazos.

— No quiero molestarla, ¿no podemos abordarla en otro lugar que no sea su trabajo?

— Necesitamos usar la presión social a nuestro favor y qué mejor que una barbería repleta de gente. Además no la molestaremos, le haremos un gran favor; el tipo ebrio que nos soltó la información dijo muchas cosas que nos servirán para cerrar el trato.

Los tres hombres terminaron sus compras y después de pagar regresaron al pueblo y descargaron las cosas de la camioneta, ya solo restaba esperar el momento indicado para dirigirse hacia la barbería y negociar con la joven. El colombiano esperaba impaciente que el reloj diera la una de la tarde, hora en que era casi nula la afluencia de clientes en la mayoría de los negocios existentes en el lugar, y cuando al fin se llegó la hora los tres abordaron el vehículo. Arribaron muy rápido al local pues este estaba ubicado a un par de calles de la casa; primero se aseguraron de que no hubiera ningún posible riesgo en el interior y cuando se percataron de que solo se encontraban tres hombres y dos mujeres que laboraban ahí Max fue el primero en bajar del Jeep e irrumpir desarmado y vestido de civil. Su brusca presencia tomó por sorpresa a todos los presentes ya que era la hora de la comida y no podrían atenderlo, pero un joven delgado y con los brazos totalmente tatuados se apresuró a recibirlo con amabilidad.

—Buenas tardes, señor, ¿en qué le podemos ayudar? —preguntó el chico que prácticamente había dado un salto de una de las sillas donde hacía su trabajo y que estaba usando para descansar y comer.

— No vengo contigo, vengo a hablar con la chica —le contestó sin siquiera verlo y señalando a María con el dedo índice.

La joven, que se encontraba sentada en un sillón pequeño comiendo de una charola desechable lo observaba sorprendida y un poco asustada mientras él tomaba una de las sillas que los clientes utilizaban para esperar su turno y la puso hacia él con el respaldo apuntando hacia ella, se sentó y recargó sus brazos en el respaldo, la miró fijamente y esbozó una sonrisa altanera, ella tragó el bocado que tenía en la boca para luego quedársele viendo en total silencio hasta que logró reaccionar.

Una Segunda Oportunidad (Editada y extendida) +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora