Pueblo chico...

60 10 0
                                    

Y como ella no quería decepcionar a sus verdugos ni perder su vida, antes del anochecer su cuenta en una conocida red social ya estaba inundada de notificaciones tras el anuncio de su repentino compromiso y una foto con su anillo llamativo. Al día siguiente muy temprano reunió en la barbería a sus amigos más cercanos y compañeros de trabajo para que le ayudasen a difundir la información y de paso explicarles un poco de lo que ocurría, no fue muy difícil la tarea pues antes de mediodía el pueblo ya tenía un nuevo tema del que hablar; María Salazar Almada, la hija del extinto matrimonio entre el militar fallecido Marcos Salazar y Paloma Almada, la muchacha que fue novia de uno de los narcos del pueblo y que terminaron a raíz de las múltiples infidelidades por parte de él y que luego de eso comenzó a trabajar en la barbería de su amigo Omar porque tuvo que dejar la carrera de diseño gráfico que estudiaba junto con su mejor amiga Ana, había anunciado su compromiso sin etiquetar al futuro esposo. Según sus amigos se trata de un hombre extranjero mayor que ella que conoció en la capital y se enamoraron, pero él tuvo que regresar a su país sosteniendo una relación a larga distancia por algunos meses decidiendo regresar para quedarse, formar una familia con su amada y ser muy pero muy felices.

Pero no conformes con eso y como ya era costumbre en ese lugar varias personas comenzaron a alterar la información; los chismes iban desde que el desconocido era un narco, un conocido de su padre que había estado en servicio, un misterioso millonario que cayó rendido ante sus encantos o incluso que todo era una farsa de ella y que ese hombre existía solo en su imaginación. Había quienes la miraban con escepticismo, otros con envida y unos cuantos que se alegraban de lo que parecía su felicidad pues sabían que esa linda mujer no había tenido una vida fácil y que, al contrario de las apariencias, quizá nunca la tendría. Y una de las pocas personas que en realidad conocía su vida y le preocupaba su bienestar estaba a punto de escuchar algo que ya veía venir pero que se negaba a aceptar.

— Hoy es tu último día trabajando conmigo, ¿verdad? —le preguntó con seriedad su mejor amigo mientras conversaban afuera de su casa bajo la luz del alumbrado público.

— Es nada más mientras acaba todo esto, luego podré volver a molestarte —le sonrió tratando de animarlo.

— Eso sí —le regresó la sonrisa— ¿Pero y la visa? ¿No la quieres para irte de aquí?

— ¡No! La quiero para ir de visita un rato, nada más.

—­ Entonces las puertas de mi barbería estarán abiertas para ti cuando quieras volver —suspiró tomándola de la mano— sabes que eres mi hermanita y siempre que me necesites estaré para ti.

— Muchas gracias, Omar, te quiero mucho —le dijo con voz entrecortada.

La noble mujer no soportó el sentimentalismo y abrazó fuertemente a su mejor amigo de toda la vida, él le correspondió y la horrible sensación de perderse para siempre los hizo aferrarse el uno al otro por varios minutos. De pronto el emotivo abrazo se vio interrumpido por la llegada de un vehículo todo terreno, los dos amigos se separaron poco a poco y vieron una figura masculina descender de él que conforme se acercaba a ellos era más fácil de identificar.

— Perdón si llego en un mal momento pero necesito hablar contigo —dijo Alejandro con su ronca voz dirigiéndose a María.

— Eh... —titubeó un poco nerviosa por tenerlo frente a ella— sí, claro.

Ambos se miraron fijamente unos segundos hasta que el mercenario orientó la vista hacia Omar quien estaba cruzado de brazos esperando escuchar lo que tenía que decirle a su amiga, la chica notó que la presencia del barbero no era muy agradable para el sujeto y también lo miró esperando alguna reacción.

— ¿Qué? —retó a ambos al sentirse observado— ¿no van a hablar?

— En privado —agregó el colombiano.

— ¿Y por qué en privado? —le preguntó de forma grosera.

— Porque son asuntos que a ti no te importan —contestó el hombre con cierta molestia.

— Omar, mejor vete, ¿sí? —sugirió la chica para evitar una desgracia— más tarde te llamo.

Omar, no muy convencido, obedeció a la petición de su amiga y se despidió de ella para después marcharse no sin antes lanzarle una mirada retadora al colombiano quien se la respondió sin perderlo de vista hasta que abordó el auto y se fue. Tras quedarse a solas con la joven pasaron por un breve e incómodo silencio hasta que se decidió a seguir conversando con ella.

— No quiero incomodarte pero tienes que saber que mañana por la noche vendré a buscarte para que te mudes conmigo.

— Me lo imaginé —contestó ella— a tu amigo le urge irse de aquí.

— Sí, no le gusta perder el tiempo. Por cierto; me pidió que te dijera que lo estás haciendo bien.

— Pues gracias.

Sin nada más que agregar el silencio volvió a apoderarse de la situación haciéndolos desviar sus miradas a donde fuera con tal de no verse, ambos no tenían idea de cómo iban a fingir ser un matrimonio feliz si ni siquiera podían sostener una conversación de más de dos minutos pero sabían que tenían que hacerlo lo mejor y más rápido posible.

— Creo que es todo por el momento —agregó él con firmeza— te veo mañana.

— Sí, está bien —le respondió con desgano.

Ambos tomaron rumbos distintos dándose la espalda; ella para entrar a su casa y él para subir a su vehículo, pero antes que cualquiera de las dos cosas sucediera Alejandro se giró en dirección a María y le dijo unas últimas palabras logrando que la chica se detuviera y le prestara atención.

— A ninguno de los dos nos agrada esta situación —anunció— solo hagamos que funcione y todo acabará pronto.

La joven únicamente asintió con la cabeza y siguió su camino hasta entrar a la casa mientras él se marchaba.

Una Segunda Oportunidad (Editada y extendida) +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora