Extra: Problemas en el paraíso

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No había nada que Eddie deseara tener en ese momento; la comida, las bebidas embriagantes, las hermosas y tranquilas aguas azul turquesa frente a él y la bella pero desconocida mujer de piel morena que estaba a su lado era todo lo que necesitaba.

— Nada que una playa paradisíaca y un buen culo que te dé lo que tú quieras por unos cuantos billetes no pueda solucionar —pensaba mientras veía a la despampanante mujer de cabello rizado tomando el solo junto a él y planeaba lo que le haría esa noche, intentando mitigar el sentimiento de nostalgia al estar a millones de kilómetros de su tierra.

Para él todo estaba marchando a la perfección; dinero, poder, haber subido un escalón más en la empresa de Max, todas esas cosas banales le daban un falso sentimiento de plenitud y seguridad, y para cerrar con broche de oro una línea de cocaína que acrecentara la sensación. No tenía la menor idea de cuál era el nombre de la diosa carioca que le estaba haciendo compañía esa tarde, sólo sabía que cobraba quinientos dólares la hora y siendo sincero con él mismo eso era suficiente, la chica se incorporó en la silla para bronceado donde estaba recostada y se dirigió hacia Eddie para besarlo como si en realidad se sintiera atraída por él y no por su dinero, pero una llamada al celular del mercenario la salvó del beso obligado.

— ¿Sí?... Dime... ¡¿Qué carajos... ¿Estás seguro?... Okay, gracias, mantenme informado y seguirás recibiendo tu recompensa.

Eddie colgó la llamada e inmediatamente comenzó a buscar un contacto en su lista, la hermosa mujer le hacía caricias y le decía cumplidos en portugués para tratar de calmarlo pero nada funcionaba, el mercenario marcó un número y puso el celular en su oreja.

— ¡Mierda! ¡No me toques! Aléjate de mí —despreciaba a la morena por el enojo que la anterior llamada le había causado.

Él se levantó de su silla y mientras escuchaba el timbre esperando a que alguien contestara se alejaba de la chica que lo veía con una mueca de rechazo y posiblemente asco, casi al último tono alguien contestó y Eddie por fin pudo tomar un poco de aire.

— ¿Qué ocurre, Eddie? ¿No me digas que la estás pasando tan mal en Brasil como para estar extrañándome? —le respondió alguien al teléfono.

— Hola, Max, ¡por supuesto que no! Estaba pasando mi tarde de maravilla hasta que mi informante en Sao Paulo me llamó hace menos de cinco minutos aproximadamente.

— ¿Y? ¿Qué es tan importante como para despertarme a ésta hora? ¡Carajo, Eddie, son casi las cinco de la mañana aquí!

— Cuando escuches lo que te tengo cambiará tu tono de voz; no tienes idea de lo que me acaba de informar mi soplón.

— Adelante, Eddie, no le des tantas vueltas.

— Vas a tener que regresar a México ahora mismo, alguien va para allá, y creo que a ti y a Alejandro no les va a gustar nada cuando sepan de quién se trata y a quién va a buscar.

Una Segunda Oportunidad (Editada y extendida) +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora