En las buenas y en las malas

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Max fue auxiliado por sus hombres y algunos elementos mexicanos para sacar a María de dónde estaba y trasladarla al mejor hospital de la ciudad, entretanto Eddie junto con un grupo de mercenarios fueron a buscar a Alejandro y el resto del equipo esperando encontrarlos con vida. El contratista no se separó de a la chica y la acompañó en el helicóptero de la SEDENA junto a un médico militar que le brindaba los primeros auxilios y evaluaba su estado de salud poco alentador. Al llegar al nosocomio el área de urgencias fue custodiada por varios mercenarios quienes armados hasta los dientes los protegían de cualquier posible amenaza, bajaron a la paciente mal herida del helicóptero para colocarla en una camilla; debido a su estado crítico los doctores y enfermeros la ingresaron rápidamente a la sala de urgencias dejando al angustiado hombre en la sala de espera con la ropa manchada de sangre y sin tener idea de lo que ocurría, pero olvidaba algo muy importante; el paradero de Alejandro. Trató de comunicarse con Eddie una vez pero no obtuvo respuesta, intentó de nuevo pero fracasó. Se estaba frustrando bastante cuando de pronto la tercera llamada fue contestada, pero se quedó sin palabras cuando la voz que escuchó fue la del colombiano.

— Habla Alejandro, los norteamericanos no aceptaron el acuerdo y nos dejaron como idiotas, ¿Dónde están tú y María? —lo cuestionó agitado.

— ¡¿Se fueron así nada más, sin atacarlos?! —preguntó sin poder creerlo.

— Sí, nos dejaron hablando solos, ¿Por qué, qué pasa?

— Alguien les dio una orden por radio a esos bastardos y nos atacaron —contestó molesto— el saldo fue de tres mexicanos caídos.

— ¡Hijos de puta! —vociferó furioso— ¡¿Y María?! ¡¿Cómo está María?! —lo cuestionó desesperado.

— Alejandro... —titubeó para luego guardar silencio, tragó saliva y tomó el valor suficiente para continuar con el mayor tacto posible— ella recibió impactos de bala y cayó desde poco más de tres metros de altura. Ahora mismo estoy en el hospital esperando a que alguien salga y me diga cómo se encuentra, creo que entró a quirófano.

La noticia le cayó como balde de agua fría, no sabía qué hacer ni decir, estaba en shock y temía por la vida de su amada. Luego de un rato de silencio el mercenario bastante serio y con la voz entrecortada pudo hablar.

— Envíame tu ubicación, voy para allá.

Hizo hasta lo imposible por llegar rápido hasta el lugar, cuando al fin arribó no tuvo problemas en ingresar puesto que los hombres de Max lo conocían muy bien. Corrió a toda prisa junto con Eddie hasta la sala de espera en urgencias y se encontró con su mejor amigo sentado en una de las sillas, con la camisa ensangrentada y cabizbajo.

— ¡¿Qué pasa?! —lo cuestionó con desesperación— ¡¿Qué te han dicho?!

Max lo miró fijamente en silencio dudando de cómo podía explicarle lo que el médico le había dicho hacía unos minutos, pero de cualquier manera tenía que hacerlo.

— Tienes que ser muy fuerte, amigo, María está en terapia intensiva ahora mismo. Tiene tres costillas rotas y sus órganos internos resintieron la caída, debido al fuerte dolor y a que no es bueno para ella moverse mucho tuvieron que inducirle el coma. Su cuerpo tiene varios golpes y una bala rozó su brazo izquierdo.

Alejandro palideció a causa de la impactante noticia y un fuerte vértigo lo obligó a sentarse en una de las sillas de la sala. Quería correr, gritar, llorar, destruirlo todo, pero su cuerpo no respondía, y no pudo hacer nada más que esperar a que su esposa mejorara. Esa noche Max y Eddie se solidarizaron con su amigo y los tres durmieron en la sala de espera para poder estar al tanto de la salud de la chica, y muy temprano un médico salió a notificarles el estado en que se encontraba.

Una Segunda Oportunidad (Editada y extendida) +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora