Otro error en la logística

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Luego de esa despedida todos regresaron a México a seguir con sus respectivas actividades; María a intentar retomar su vida y los tres mercenarios a resolver sus asuntos. La pareja estaba viviendo una etapa de tranquilidad que no querían que acabara, pero Alejandro era consciente de que aún faltaba un último ajuste que Max tenía pendiente en el país y todavía quedaba trabajo sucio por hacer. Pero esta vez el colombiano estaba directamente involucrado ya que tenía que dar la cara en representación de su mejor amigo en una negociación entre elementos de fuerzas especiales mexicanas y el MARSOC estadounidense. La responsabilidad de la operación le pertenecía completamente al contratista pero no podía estar presente ya que el comandante de las fuerzas norteamericanas no quería tener que verle la cara, ¿La razón? Los rumores revelaban que todo se debía a que hubo un fuerte problema en Oriente Medio entre los elementos y la agencia de seguridad privada, pero todo apuntaba a que había sido un lío de faldas que involucraba a la esposa del comandante. El mercenario le explicó a sus esposa que se asentaría unos cuantos días a causa de esa negociación, mientras terminaban de comer el platicaba sobre lo que su amigo le había pedido hacer.

— ¡¿Se metió en un problema de ese tamaño por la esposa del oficial?! —preguntó ella sin poder creer el grado de estupidez— tu amigo necesita mucha ayuda profesional.

— Ni me lo digas —respondió mientras recogía la mesa y llevaba los platos a la cocina— ha hecho peores cosas, créeme.

— Sí lo creo. Entonces... —titubeó un poco desanimada— no estarás aquí los próximos días.

— Sí, mi amor, pero es el último favor en la lista —respondió sonriéndole mientras se disponía a lavar los platos.

— ¡¿De verdad?! —preguntó emocionada— ¡No lo puedo creer!

— Ni yo —suspiró con tranquilidad— al fin podré seguir con los planes que tengo para nosotros.

— ¿Planes? ¿Qué planes? —lo cuestionó intrigada.

— Los que escribí en la segunda carta que no me dejaste leerte, pero que te leeré cuando regrese de la sierra.

La chica sintió cómo su corazón se aceleró cuando escuchó la última parte; su piel se erizó y rápidamente los recuerdos de las anécdotas de su padre le llegaron a la mente uno tras otro. No podía dejar de pensar en que quizá había una pequeña posibilidad para poder sentirlo cerca de nuevo y no quiso quedarse con la duda ni con el mal sabor de boca que causan los "hubiera".

— Así que... —titubeó mientras pensaba— fuerzas especiales mexicanas, la sierra del estado...

— No irás —dijo él con firmeza sin dejar de secar los platos.

— ¡¿Qué?! —exclamó indignada— ¡No puedes hacerme esto, tienes que llevarme!

— ¡Por supuesto que no, no te voy a poner en peligro por un capricho tuyo! —la reprendió.

— ¡No es un capricho! —vociferó molesta haciendo eco, luego hizo una pausa y sus ojos se humedecieron más que de costumbre— Es el recuerdo de mi papá.

— No, mi amor —se secó las manos y caminó hacia ella para abrazarla— Yo estaré muy ocupado con la negociación y no podré cuidarte.

— Pero yo puedo cuidarme sola, Alex, ustedes me han enseñado a hacerlo. ¡Por favor! —dijo como súplica.

— No sé, no puedo tomarlo tan a la ligera.

— Entonces piénsalo muy bien y me dices qué decidiste, ¿Sí?

— No tengo mucho tiempo para pensarlo —le dijo para después darle un beso en la frente, separarse de ella y dirigirse a su habitación— me voy mañana.

Una Segunda Oportunidad (Editada y extendida) +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora