Capítulo 14: La próxima batalla privada de Kagome

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Bankotsu todavía no confiaba en que Inuyasha se convencería fácilmente de las intenciones más nobles de la Banda, por lo que instruyó a sus otros cuatro hermanos a viajar a la aldea separados de él. Miroku, Sango y Shippo se quedarían con ellos. Especialmente Miroku viendo como era su monje exclusivo. Por supuesto, que no recordaba haber aceptado exactamente este acuerdo ...

-¡Te dije que no estaba bromeando! ¡Monje, debes quedarte con la Banda!- Bankotsu pronunció.

-Psst, Miroku, hay algo que necesitas ver- dijo Kagome en un susurro fuerte, destinado a ser escuchado. Ella se rió y lo llevó a la entrada de la cueva. -Si miras con mucho cuidado, podrías verlo ...

Miroku respiró hondo. -Oh, Dios mío, ¿es dinero?- Preguntó débilmente.

Sango se unió a Miroku, y Jakotsu se acercó también. El mercenario respondió detrás de ellos: -Sí, es ... ¿qué dicen ustedes en los tiempos modernos, Kag? ¿mo-rey?- Jakotsu preguntó.

Money!- Kagome le recordó alegremente.

-¡Oh, sí, money! Me gusta el money- dijo Miroku con voz un poco soñadora.

Jakotsu tomó la mano de Sango con una, y le guiñó un ojo cuando se llevó un dedo a los labios con la otra, diciéndole que se callara. Al llegar detrás de Miroku, Jakotsu tomó la mano de Sango y la plantó detrás de Miroku. Los labios del monje formaron una sonrisa maliciosa, y miró a Sango. Ella sonrió cuando Jakotsu soltó su mano, y él tomó su lugar ...

-Hmmm, se siente como si te gustara tanto como yo ...- ronroneó Miroku, tomando las manos de Sango en las suyas. Ambas manos... Miró hacia abajo, sin comprender al principio cómo a Sango le podría haber crecido una tercera mano que todavía estaba agarrando su trasero mientras sostenía a las otras dos. Entonces, lo descubrió. Se giró lentamente hacia su derecha, donde Jakotsu lo miró con ojos negros de ensueño.
-¿Qué estás haciendo?- Le preguntó a Jakotsu lentamente como si hablara rápido, Jakotsu podría usarlo como una excusa de que nunca lo escuchó.

Jakotsu retiró su mano, luego los juntó a ambos con fingida desesperación. -¡Oh, Señor Monje soy tan impío! ¿No me guiarás?-

Miroku frunció los labios y Sango se rió. -Dios, Miroku, tal vez deberías tratarlo con tu línea habitual de recogida. Solo para que no se sienta excluido- sugirió Sango.

Miroku de repente sonrió, luego tomó las manos de Jakotsu entre las suyas y le preguntó al hombre bonito: -¿Te gustaría tener un hijo conmigo?.

La risa estalló desde diferentes direcciones, pero la más ruidosa era de Renkotsu. -Sí, creo que me va a gustar mucho este hombre- se las arregló para decir entre histéricos. Jakotsu hizo un puchero y retiró las manos del agarre de Miroku.

-¡Como si pudieras permitirte ser padre! Eres un monje; ¡no tienes una olla para mear!- Jakotsu se sorbió la nariz.

Miroku volvió a mirar la cueva y corrigió a Jakotsu, -Eso pronto cambiará-

Jakotsu se volvió hacia Bankotsu, quien lo abrazó con tristeza. -Oh, hermano mayor, ¿cuándo lo encontraré?.

-Va a ser pronto, Jakotsu, ¡lo sé!- Bankotsu le aseguró. -Ahora, Kagome y yo tenemos que irnos. Tendrás que despedirte ahora, hermanita- le dijo.

Kagome abrazó a Sango y dijo:
-Sé que Kohaku volverá contigo algún día, Sango. Pero hasta entonces, tenemos que mantenernos fuertes, ¿verdad?.

-¡Cierto, Kagome! Cuidaremos de tus hermanos por ti mientras estés fuera, ¿de acuerdo?- Sango respondió a la ligera.

-¡Sí, los mantendremos a raya! ¡Mis Hongos Lloradores se encargarán de ese Jakotsu, como la última vez!- Shippo se lo prometió cuando se lanzó a sus brazos por última vez para darle un fuerte abrazo.

Pequeña HermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora