Capítulo 4: El turno de Renkotsu

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Temprano a la mañana siguiente, Bankotsu decidió que si la Banda iba a seguir viviendo en ese castillo abandonado, tendrían que trabajar un poco en él. Con ese fin, a todos, incluida Kagome, se le asignaron una serie de tareas como limpiar, cortar madera y cosas similares. Naturalmente, siempre tendría que haber uno de los hermanos vigilando a Kagome. Pero en su mayor parte, todos estarían demasiado ocupados para causar problemas.

Jakotsu pasó todo el día ampliando su lista de compras. Quería algunas de esas lociones que también estaban en la revista. Kagome trató de explicar que eran más para el tratamiento del acné que para la piel seca, por lo que le dijo que obtendría algunas cosas que serían mejores. ¡Estaría gastando muchísimo dinero! Por supuesto, todo esto dependía de moverse por Renkotsu.

El corazón de Kagome comenzaría a latir cada vez que se topaba con él. Parecía particularmente desinteresado en ella, si no completamente desdeñoso de ella. ¿Fue una buena señal o una mala? Intentar mantenerse alejada de él, pero tratar de estudiarlo, fue su gran desafío del día. Por lo que podía ver, no era prometedor. Su cara ovalada estaba en una permanente burla, fruncir el ceño o sonreír. Sus manos estaban constantemente ocupadas. Intentaba pensar en esa cara sobre ella, esas manos sobre ella...y no podía soportarlo. Pero a medida que pasaba cada hora, Kagome sabía que tendría que tener algún tipo de idea antes de esta noche.

Por la tarde, Renkotsu logró arrinconarla en un patio que Bankotsu quería limpiar de malezas. Kagome sintió que su columna vertebral se endurecía hasta convertirse en una vara. Mantuvo sus manos llenas de ramitas para evitar que temblaran. Se inclinó, se cernía sobre ella, luego la sorprendió con su pregunta: -Quiero que me cuentes todo lo que sabes sobre Naraku-. Se agachó junto a ella, comenzó a sacar un poco de matorral y luego dijo: -Bueno, comienza a hablar.

-Oh, sí, Naraku. Es un demonio. Bueno, no, en realidad, es solo un medio demonio, por todo eso- comenzó.

-¿En serio? ¿Por qué solo medio demonio? ¿Entonces es como Inuyasha?-

-Oh, no. Mira, la madre de Inuyasha era un ser humano, y su padre era un demonio. Los de Onigumo, quiero decir, los padres de Naraku eran humanos, por lo que sé. Invitó a los demonios a tomar su cuerpo, y por eso ahora es un demonio parcial- explicó Kagome.

Renkotsu miró a Kagome y sonrió. -Onigumo, ¿eh? ¿Así que ese era su verdadero nombre? ¡Cuéntame más! ¡Cuéntame todo lo que sabes sobre él! ¿Le has contado algo de esto a Bankotsu?. Oh, déjame adivinar; él nunca preguntó. Te lo digo, él ¡necesita sacar su cabeza de su trasero o todos estaremos en problemas terribles!.

-Ya estás en problemas terribles. Tan pronto como alguien hace un trato con Naraku, se acostumbran y luego se tiran como basura. Y en el medio, Naraku juega estos pequeños juegos enfermos con la gente, solo porque puede. Porque lo disfruta Creo que ya está empezando a jugar. Yo... -De repente se detuvo. ¿Debería decirle a Renkotsu que había visto que el fragmento de joya de Suikotsu se volvía negro? Quizás Ginkotsu podría haberle dicho ya que es su hermano favorito; ella no tenía forma de saberlo.

-¿Tú-qué? ¡Ibas a decir algo! ¡Qué es!- exigió enojado. Su ceño era más profundo y más enojado que de costumbre. Él la agarró por los hombros y comenzó a sacudirla. -¡Cuéntame sobre ese Naraku, maldita sea!.

-Déjame ir- jadeó Kagome.

-¡Deja de jugar estos malditos juegos! ¿Qué estás haciendo? ¿Desde cuándo Jakotsu habla con una mujer tanto como él te ha estado hablando? Y no te hagas la inocente como con Bankotsu. Estoy seguro de que él también te tuvo ya o está planeando hacerlo muy pronto. ¡Él no es alguien para mantener sus pantalones puestos por mucho tiempo, eso se los puedo asegurar!- se burló él.

Pequeña HermanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora