#58. El amor

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—¿Tienes todo?.—Le pregunto a mi hija mientras cierro su mochila y se la coloco en el hombro.—¿Segura?

Ella asiente con la cabeza.

Estamos afuera de casa, frente al coche de Miles.

—¿Sudadera, cepillo, medias?

—Sí, mamá.

—Está bien.—Coloco mis manos en su hombro.—Quiero que te abrigues bien y si contraes un resfriado, lo culpare a él.

Meg se ríe.

Miles aparece en mi campo visual, mi sonrisa se borra.

—¿Todo listo?.—Le pregunta el.

—Sí, papá.

Él sonríe y me mira.

—¿Me dejas hablar un momento a solas con mamá?.—Le pregunta él y cabecea en dirección al coche.

—Sí, claro.—Responde Meg.

Me da un ultimo abrazo e ingresa al coche, miles sonríe y se le borra cuando sus ojos me observan.

—Sobre el cumpleaños de Meg.

—Lo sé, es la otra semana.—Me detengo por un momento.—¿Estarán aquí para entonces, no?

—Sí, si quieres hacer algo estaremos aquí.

Si quiero hacer algo.

Si estoy presente.

Entiendo, Miles.

—Me voy.

Asiento con la cabeza.—Cuídate.

Él va hacia el coche y antes de que suba, lo detengo.

—Miles, no quiero divorciarme.

Lo observo tensarse.

Se vuelve hacia mí y me da una sonrisa corta.

—Yo tampoco, Jules.













(*)
















Un par de días es demasiado tiempo para estar solo.

Y ni siquiera resistí el segundo día, para entonces y en la madrugada, lo estaba llamando.

—Jules...

—Lo sé, sé que es tarde, Miles..

El suspira.—¿Pasó algo? ¿Estás bien?

—Si estoy bien.—Respondo enseguida.—¿Cómo esta ella?

—Meg ahora, ella está descansando.

Sonrio.

—Pero está bien.

Los ojos se me llenan de lágrimas.

—¿Qué sucede?

—Dijimos que estaríamos en las buenas y malas, Miles.—Pronuncio.—Lo recuerdo bien y tenías razón. Debi apoyarme en ti en lugar de aislarme para que no me vieran sufrir...

—Jules...

—¿No es tarde aun no?

—Te di estos días para que pensaras.. ¿Por qué seria tarde si te di esa opción? Aun creo que podemos superar esto y definitivamente no es tarde, mi amor.

Las lágrimas se deslizan por mis ojos.

Aprieto los labios.—Te amo. Te amo, Miles, eres el amor de mi vida.

Cierro los ojos.

—Eres el amor de mi vida y lo único que deseo es pasar el resto de mis días a tu lado, solo a tu lado, Miles.

Jules, amor...

—Lo siento.—Sollozo.—Lo siento tanto, Miles.

—Está bien, no llores, no llores, Jules.—Me pide.

Asiento con la cabeza aunque él no pueda verme.

Trato de controlar mi llanto y finalmente puedo pedirle una última cosa, lo que más necesito de el ahora.

—¿Puedo... ¿Puedo pedirte algo.. ?

El responde y yo se lo pido, lo único que necesito, superar esto a su lado.






Latidos del CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora