CALLE:
Era increíble que aún en estas circunstancias a Poché non le bajara el libido, ni siquiera me di cuenta en qué momento pasamos de estar solo abrazadas a tener la mano de Poché bajo mi remera.
-Poché... Tú... Tú apenas puedes moverte- traté de aguantarme un quejido porque solo Dios sabía lo que esas manos eran capaz de hacerme sentir.
-Calle me acabas de pedir una semana- nos quedamos mirando, a estas alturas Poché tenía todo su cuerpo encima del mío- ¿Sabes cómo tendré que aguantarme para no salir corriendo atrás de ti?- Sonreí- me tienes vuelta loca ¿sabes? Yo no pedí que una chica con un cuerpo perfecto y personalidad única entrara por mi puerta hace casi tres meses y me dijera decidida que deseaba el puesto de trabajo. Yo no pedí que la que se suponía que solo fuera mi secretaria y nada más me llamara la atención- acaricié su mejilla dañada por los golpes del idiota- cuando te vi sonreír en tu primer día de trabajo, desde ese día me tuviste a tus pies. Era increíble cómo no importaba en que lugar estuvieras o por donde pasaras tu sonrisa iluminaba todo, de ahí comencé a notar que tu cuerpo era perfecto; me pregunté si tendrías raíces latinas y no me equivoqué. Tienes unos rasgos que a cualquier persona llamaría la atención, incluso... A mi- noté como se sonrojó- Creí que en mi vida había conocido de todo en la cama, que había disfrutado pero entonces no... Con tan solo moverte por mi oficina lograbas despertar cosas en mi que nunca imaginé; nunca sentí lo que siento en estos momentos por ti, ni siquiera con Mario. La primera vez que me coqueteaste ¡Dios! Me hubiera entregado a ti en ese mismo momento te lo juro y cuando nos mandamos mensajes... Calle... Me toqué mientras hablaba contigo y el idiota estaba en la pieza de al lado y cuando por fin pude tenerte y me hiciste tuya no sé cuántas veces toqué el cielo con mis manos ese día, pero aún tengo cada rastro de tus caricias sobre mi cuerpo. Pero entonces yo fui idiota y te dejé escapar y cuando besaste a Demi no lo podía creer, alguien más te tocaba, te besaba, te diría cosas y... Me volví loca, loca de celos porque Daniela Calle, eres mía- Poché llevó sus manos a los costados de mi rostro y acercó sus labios a los míos- y como eres mía y te respeto dejaré que te vayas una semana, dejaré que trates de estabilizarte con tu sobrina pero voy a volver por ti.
-Descuida, yo no me iré a ningún sitio para siempre ¿sabes por qué?
-¿Por qué?
-Porque mi sitio está acá- acaricié sus brazos- entre tus brazos, con tus besos, tus piernas, tu cuerpo.
-¿Aún te gusto?- fruncí el ceño.
-¿A qué viene esa pregunta?
-Aún te gusto, ya sabes... Con todos estos moretones y - la callé con un beso lento, ya que no quería que sintiera dolor en su labio inferior que estaba lastimado.
-Podrías ser un avatar y creo que me terminaría enamorando de ti igual- ella sonrió.
-¿Estás enamorada de mi?
-¿Estás tú enamorada de mi?- Poché me miró directamente a los ojos y entonces lo supe, noté que no había necesidad de hablar, no tenía que escuchar un "si, estoy enamorada de ti" porque nuestra conexión era tan grande que la respuesta la supe con tan solo ver en sus ojos -te haré el amor.
-¿Qué? Pero yo...- puse a Poché debajo de mi cuerpo con delicadeza, no quería que ni un moretón le doliera, ni que se sintiera incómoda. Llevé mis labios hasta su cuello e hice un camino de besos hasta su clavícula y cuando llegué a esta mordí su piel adolorida lentamente, las uñas de Poché se enterraron en mi piel y sonreí, mis manos viajaron hasta el dobladillo de su remera y la saqué lentamente, traté de no rozar sus moretones, Poché levantó las manos y la remera salió volando, sabía que andaba sin ropa interior.