CALLE:
Había pasado un año y dos mese en China, había conocido su cultura, probado su comida, conocido su religión y sus leyes, admirado sus paisajes. Ahora mismo vivía en un templo en donde la meditación me había hecho olvidar algunas cosas y cambiar por completo, tengo más control en mi y sentía que ya era hora de dar la cara al mundo o al menos así lo sentía.
Me encontraba caminando por el mercado para encontrar algo para almorzar.
-Hola- levanté la vista y era una chica de piel morena, ojos oscuros y cabello del mismo color.
-Hola- sonreí.
-Me llamo Hailee.
-¿Hailee? Vaya nombre, es algo raro.
-No es la primera vez que me lo dicen, así que no te preocupes, ¿te importa si camino contigo?- solo la quedé mirándo- Oh, no lo tomes a mal, no te voy a secuestrar ni nada por el estilo- sonreí.
-Supongo que me hará bien algo de compañía- caminamos durante un tiempo sin decir nada- ¿Eres de Estados Unidos?
-No.
-¿Por qué hablas tan bien inglés?
-Soy de Australia, vine a China porque...- me miró directamente a los ojos- Bueno, algo me dice que estamos por la misma razón.
-Dudo que sea lo mismo, pero si tratas de coquetear conmigo de esta forma, estoy segura que no lo lograrás.
-No quiero coquetear contigo- me interrumpió- estoy acá hace una año y dos meses al igual que tú, me he quedado en el mismo templo que tú y ni siquiera te has volteado a mirarme- me quedé en silencio.
-Es que....
-Descuida.
-No tenía idea que estaba ahí.
-Sé que estas bien, que superaste muchas cosas pero.... ¿Qué es lo que mantiene tu mente ocupada?
-Creo que muchas cosas o a lo mejor estoy estresada porque sinceramente creo que ya he superado muchas cosas y algunas que entendí que simplemente se tienen que llevar con uno toda la vida.
-Me costó entender eso pero lo logré.
-¿Por qué viniste a este lugar?
-A mis padres nunca les ha gustado el hecho de que me gusten las chicas así que con tantas discusiones en casa decidí venir, me habían dicho que era un buen lugar para meditar y encontrarte contigo misma, debo admitir que me ayudó demasiado.
-Es un lugar muy tranquilo.
-Más que tranquilo, es puro.
-Lamento lo de tus padres. ¿Por qué me hablaste?
-Porque cada vez que te miraba me daban unas ganas enormes de ligarte- dejé de caminar y solo nos miramos.
-Yo... Yo no sé que decir.
-Tómalo como un halago- sonreí.
Llevé a Hailee al restaurante a donde había ido a comer más de una vez y no me aburría de su comida. Cuando llegamos pedí una mesa apartada para poder hablar mejor.
-Entonces Daniela...¿Estás enamorada aún?- una pregunta que me tomó por sorpresa.
-No me había hecho esa pregunta a mi misma hace mucho.
-Entonces responde, a lo mejor te puede ayudar- miré a los ojos de Hailee y realmente eran increíbles.
-Tus ojos me recuerdan a ella, me refiero a que tiene el mismo brillo pero los de ella son verdes- bajé la mirada.