El sol acababa de salir entre las olas salvajes del mar. Brillaba y emitía pequeños y brillantes resplandores que despertaban a los habitantes de Fairy Oak. Pero aun así, era un día triste.
Tras una noche de continua búsqueda, no habían encontrado ni a Vainilla ni a Pervinca, las gemelas hijas de la familia Periwinkle.
Los hombres volvían a sus casas agotados, con ganas de tomar un chocolate caliente, cambiarse la ropa mojada y tomar un baño.
Todos habían trabajado mucho, habían buscado y recorrido todos los rincones de Fairy Oak. En los días siguientes se ampliaría el radio, pues seguirían buscando por todo el valle de Verdellano si fuera necesario.
La búsqueda no había dado resultados, y ahora, las dos pequeñas criaturas andaban lejos de su hogar.
Sin embargo, había un hombre que no descansaba. El señor Cicero se estaba preparando para dar la noticia a su mujer, ésta probablemente lloraría en su hombro por la partida de sus hijas, pues si perder a un hijo es duro, dos ni te cuento.
Tomelilla había acompañado a Duff y a Hortensia a sus respectivas viviendas.
La familia Polimon había colaborado en la búsqueda con mucho dolor, ya que los lazos que les unían con los Periwinkle habían sido transportados de generación en generación.
Los Burdock no se quedaban atrás, los dos adultos de la casa habían compartido e intentado ayudar al padre de las gemelas en todo lo que pudieron, trabajaron en equipo, juntos, pero sin respuestas...todavía.
Luego estaban los Poppy, que habían dado cobijo en su hogar a los hombres que enfermaron a causa de la lluvia.
Y después, como no, estaba la banda del Capitán, ese grupo de los fieles seguidores de un gran navegante amante del mar y del océano, pero sobre todo, de una gran persona.
Eran sus amigas, aquellas dos jóvenes desaparecidas. Eran compañeras de colegio, de juegos, de aventura... y ellas les necesitaban.
No había estado en el momento en el que se comunicaron las noticias a los chicos, sé lo que me habían dicho.
Los adultos no habían hablado con los niños, ya que muchos o eran muy pequeños y no lo podían entender, o eran muy mayores y no se les decía nada por temor a que se hicieran los valientes y salieran en la ronda.
Pero era inevitable que se propagara por todo el valle, el rumor corría de boca en boca, más rápido que la luz, y más veloz que un rayo. No evitarían que se enterarán, solo lo estaban retrasando.
Flox Polimon fue de las primeras en enterarse de lo ocurrido, aunque ella ya había estado presente cuando Tomelilla había estado explicando la situación actual de Fairy Oak.
La chica lloró en brazos de su madre, y así continuó hasta que se desahogó por completo.
Tan rápido como se hubo calmado, había corrido a convocar una reunión de emergencia de la Banda. Los chicos necesitaban enterarse de todo los sucesos.
Quedaron en la caseta como les era costumbre. Fueron llegando poco a poco, pero aún así había muchos pequeños que no habían venido. No estaban ni Cecilia, ni Sophie, ni Margarita, ni Jowel, ni Cicerbita. A parte de algunos otros. El miedo estaba comenzando a condicionar de nuevo la vida de los habitantes de Fairy Oak.
Pero otros si que habían venido, y que seguirían llendo.
Allí se encontraba Shirley, que había presenciado la partida de Vi, y que tenía un semblante triste y preocupado.
Estaban también los Corbirock, esa pequeña pandilla de hermanos, entre ellos Bill, Agustus, Tommy o Francis. Siempre habían estado y siempre estarían, en esos momentos en especial el pequeño Tommy, que ya no era tan pequeño, sino lo suficientemente mayor como para albergar algunos sentimientos hacia la menor de las hermanas. Algo que, por supuesto, era un auténtico secreto.
Estaba Acantos, aquel joven respetuoso y elegante con dificultades para pronunciar la letra r que había compartido pupitre con Pervinca desde que a penas tenían seis años.
Y también Nepeta, la cursi y romántica Nepeta, compañera de clase de Vainilla. La chica era dulce, femenina y una gran amiga, siempre estaba ahí. No fallaba nunca.
¡No podemos olvidarnos de Pajarillo! El pobre se había quedado con el mote, a pesar de tener ya unos cuantos de años, eso si, había dado un estirón, pero seguía siendo muy menudo.
A ellos se le fueron sumando unos pocos más, pero no muchos: Billy, el trompetista; Celastro, el goloso; y, afortunadamente, Scarlet no había metido las narices donde no le llamaban.
Todos habían ocupado un lugar en torno a Flox y a Shirley, que contaron los sucesos evitando derramar alguna que otra lágrima.
Se pusieron tristes enseguida, necesitaban ayuda.
Nepeta no había podido resitir caer en el llanto, refugiándose en los brazos de su hermana Silva. Tommy miró al cielo en busca de consuelo y Celastro había tirado su bocadillo, ya no tenía hambre.
Pajarillo, observó su alrededor y vislumbró los objetos del capitán, sus redes, sus libros, sus cofres, sus cañas de pesca, sus manteles de seda fina, su vajilla de cristal y su tetera de porcelana. Como desaba que estuviera allí, con ellos, intentando animarles con alguna de sus historias...Cómo lo echaba de menos.
El puesto de William Edward Tabloth había sido suplido por un nuevo capitán, ya que todos decidieron que necesitaban a alguien que los coordinara. Entre todos eligieron a Grisam, por ser justo, valiente, inteligente y audaz. Pero en estos momentos, no estaba muy brillante que digamos.
Había escuchado toda la explicación de sus amigas sentado a la derecha de Francis, y con cada palabra notaba como una fuerte daga se clavaba de forma cruel en su ahora debil corazón. Su habitual sonrisa bondadosa y alegre había sido cambiada por un semblante triste y angustiado, y sus ojos que daban miradas llenas de fuerza y de compresión, ahora solo luchaban por no dejar caer finas gotas de agua salada sobre su rostro.
Él era el capitán, el debía guiarlos, pero en esos instantes solo la vuelta de su querida Pervinca le haría recuperar lo que acababa de perder.
No aguantaba más, iba a llorar.
—Ahora vuelvo, un momento. —dijo rápidamente antes de salir por la puerta.
Salió, se alejó de la caseta y se acercó a un pedestal que marcaba el comienzo de la muralla. Y ahí dejó asomar sus lágrimas, atormentado.
—Oye Vi, ¿Dónde te has metido? —murmuró para si mismo sonriendo tristemente como un idiota. Ella se había ido, y el no había podido hacer nada, a pesar de que se prometió que no la dejaría volver a marchar sola. -Soy realmente estúpido.
Pero ella no haría eso, porque ella es así, Pervinca nunca se rendía, costase lo que costase, tenía la cabeza más dura que había visto en su vida. Era tenaz, inteligente, divertida, valiente, y lista, además de que era muy guapa, aunque ella se infravalorase.
Y por eso él la quería y justo por eso, no se daría por vencido.
La hallaría, aunque fuese lo último que hiciese en esa vida.
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Ya había salido el sol, le tocaba actuar.
Se levantó rápidamente, ahora con las fuerzas recuperadas aunque seguía hambrienta.
Se despegó las sabanas y mantas con las que se había cubierto y dejó que el sol bañase su cara con su luz. De repente, se sentía mucho mejor.
Seguía sin poder volar, pero a medida que avanzase el día, se recuperaría por completo.
Intentó recordar que había pasado, pero no podía, no se acordaba de absolutamente nada. Sabía que estaba durmiendo y enseguida se había despertado en ese lugar.
Le volvió a echar una ojeada, ahora a la luz del día. Los techos eran altos, tal y como pensó, pero seguía sin hallar ninguna puerta ni ningún punto de salida que no fuese aquella ventana.
No sabía que le pasaba, pero sentía un cansancio que le impedía hacer magia normal, pero cada vez iba a mejor, se iba a recuperar, y en cuanto lo hiciera se largaría.
—¿Ya has despertado?
...O puede que tenga que elaborar otro plan.
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Fairy Oak: Una nueva batalla.
FanfictionHan pasado ya un par de años desde que el Terrible 21 abandonó Fairy Oak, pero, ¿Y si un nuevo peligro acecha el valle de Verdellano? ¿Por qué se caen los árboles? ¿Por qué Pervinca vuelve a tener pesadillas? Las gemelas se enfrentan de nuevo a una...