¡Esto es de locos!

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Vainilla había salido corriendo quien sabe por qué, se había encontrado a la pequeña de los Polimon y ambas habían proseguido su recorrido.

Desgraciadamente, pronto empezó a llover y eso hizo que fuese más difícil seguir la pista de las niñas, pero Pífano y yo nos las arreglábamos como podíamos. Nuestras alas combatían el agua y el viento como no lo habían hecho en mucho tiempo y nuestras antenas no hacían más que emitir señales de alerta.

Vainilla también se mojaba, aquello le llevó pronto a conventirse en un petirrojo, su pájaro favorito, y al igual que nosotras echó el vuelo. Flox se transformó también y la acompañó. Esto era de locos.

¡Hada mía! ¡Sé que debía ser fuerte y actuar pero notaba cómo iba a escupir el corazón por la boca de un momento a otro si no paraba! ¿Cómo es que podían ser tan rapidas? No las he visto ir a tanta velocidad en la vida. Pífano no comentaba nada, pero por su respiración podía deducir que estaba pensando lo mismo que yo ¡Ojalá salgamos victoriosos! Pero tal y como dijo Tomelilla, sin las gemelas estamos perdidos.

En unos minutos la lluvia comenzó a caer con mayor fuerza, yo estaba toda mojada y sabía que si seguía así acabaría cansándome y cayéndome.

-¡Feli cuidado!

El grito de mi compañera llegó demasiado tarde.

"Algo" me había atrapado, algo similar al típico monstruo que le da miedo a los niños pequeños. Esa cosa me tenía entre sus garras.

-¡Feliiiiiiiiii!

Pífano comenzó a lanzar conjuros para conseguir liberarme, y yo también, no podía quedarme sin hacer nada esperando a que me salvaran. Comencé a recitar todos los hechizos que me sabía pero el troglodita este era inmune. Hada mía.

Era un monstruo feo y grande, olía a queso podrido y su piel estaba tan pegajosa que parecía que estaba hecha de mocos, que asco, podría reconocer ese edor a mil kilómetros de distancia. Era un trol.

¡Enseñémosle a este lo que es el poder y la ambición de un hada niñera!

-¡Convirtiendoteninofensivocosainmuna!, ¡Sacodehuesosypesteabsoluta!, ¡Estúpidabolademocosidadasquerosa! ¡SUÉLTAME AHORA MISMO! -chillaba, pero nadie podía oirme, estaba tan concentrada con la cosa esta que no miré a mi alrededor. Unos metros más hacia delante, Joe, luchaba con un gran mazo contra otro de estos bichos, y a su derecha estaba el señor Buggle, que lo intentaba ayudar haciéndole agarrar una cuerda. Pude distinguir al padre de las niñas siendo atacado por un ejército de lo que parecían... ¿Murciélagos?

Decidí usar mi última táctica, juro que si seguía allí me desmayaría, mi pobre olfato, lo que tenía que aguantar... Usé mi boca para morder el brazo de aquella cosa ¡Puaj! Esto me causaría un trauma de por vida.

El trol me soltó, pero mi alegría fue escasa debido a que en cuanto estuve libre otro de sus secuaces pisó mis alas y me volvió a capturar. ¡Maldita sea! También habían atrapado a Pífano.

El monstruo comenzó a agitarme con fuerza como si fuera un sonajero de bebé, mi cabeza comenzaba a dar vueltas a montones. Pestañeé trescientas cincuenta y cuatro veces y una nube de mariposas envolvió a mi oponente, este se vió perdido, tropezó con sus propios piés y cayó al suelo quedando completamente inconsciente, ¡Por fin!

¡Qué asco! Prefería mil veces al antiguo enemigo, ¡Ninguno de sus aliados era tan horripilante!

Gracias al cielo Pífano también había logrado escapar. Ella había conseguido empequeñecer el trol a un tamaño tan diminuto de forma que quedó totalmente inofensivo, incluso para una criatura mágica como nosotras.

Fairy Oak: Una nueva batalla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora