Instinto agudo.

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—La oscuridad es un elemento increíble, saber controlar su poder te da una satisfacción inimaginable... Y ese precisamente es el motivo por el cual una persona puede llegar a destruir poblados enteros... —explicó Lucas poniendo una mano sobre el hombro de la joven —. Llevo estudiando dicho poder durante un tiempo incalculable, y cada vez me parece más fascinante.

Pervinca sonrió tímidamente y acomodó su cabello rizado cual caracolas detrás de su pequeña y redonda oreja. Sus ojos se centraban en aquél chico que le enseñaba tanto sobre su poder. Lo admiraba. En sólo unas horas se había ganado su confianza.

—¿Es a eso a lo que os dedicáis por aquí? —preguntó —. ¿A estudiar?

—Es una región pequeña, no contamos con un gran número de habitantes; sin embargo, éstos forman el grupo de personas más hambrientas del saber que he conocido. — El parecía muy seguro de lo que decía, sus ojos brillaban cuando hablaba y sus manos dibujaban curvas en el aire.

La joven era muy curiosa e inteligente, su mirada rebelde y su sonrisa sincera la mostraban como la Bruja de la Oscuridad que era realmente. Ella no le había dicho nada al respecto pero lo notaba, su naturaleza mágica desprendía una fuerza gigantesca. Era ella.

—¿Y nunca habéis sentido las ganas de explorar nuevos territorios? ¿De ampliar vuestro saber?

—El mundo en el que vivimos es un lugar enorme, y solíamos investigarlo todo a fondo...

—¿Solíais? ¿Ya no?

El muchacho ladeó su cabeza y la apoyó sobre el sillón de terciopelo rojo sobre el que estaba sentado. No sabía cómo explicar aquello, era todo tan complicado...

—Es una historia muy larga. —concluyó finalmente —. Te la contaré en otra ocasión.

Pervinca notó como brotaba en ella un cansancio con el que no había contado. Era como si el cuerpo le estuviera pasando factura, lo que era extraño,  puesto que no había despertado cansada. Trató de bostezar disimuladamente tapándose la boca con cuidado pero él ya sabía a que se debía ese gesto.

—Debes descansar.

—No puedo, debo partir, tengo que buscar a mi... hermana.

Vi hizo el amago de incorporarse pero su cuerpo no respondía. Sus músculos y sus órganos caían en reposo poco a poco, igual que haría ella pronto.  La pelirroja estaba asustada y nerviosa. Era como si charlar sobre su propio poder le hubiese arrebatado la paz en la que se encontraba. Sus pensamientos conectaron precipitadamente con una imagen que acababa de vislumbrar en su cerebro, era Babu, dormida sobre una cama en un cuarto sin puertas. ¿Cómo es que derrepente podía verla? ¿Qué estaba pasando?

Seguía temblando y el otro lo notó. Sabía que si decía lo que iba a decir se metería en problemas, pero eso ahora no le importaba. No.

—Oye, tu gemela está bien.

Pervinca se estremeció, ¿En qué momento había nombrado aquello anteriormente? ¿Cómo es que él sabía lo que las unía?

Le gustaría preguntárselo, y juró que lo intentó... pero antes de poder hacerlo notó como le pesaban los ojos. Iba a quedarse dormida.... En casa de aquél que sabía quien era.

***

—¿Cómo lo sabías? —preguntó Vi nada más volver a encontrarse con aquél chico misterioso —. ¿De qué conoces a mi hermana?

Tan solo unos minutos nada más despertarse había evocado lo sucedido la noche anterior. Había corrido de nuevo escaleras abajo hasta la sala donde lo encontró cómodamente sentado la primera vez.

—Sabía que dirías eso...

—¡¿Dónde está?!

Sus ojos mostraban una determinación y una valentía en cantidades colosales, sus labios rosados levemente fruncidos y su miradada desafiante solo remataban su expresión.

—En garras de tu enemigo, cruzando el otro lado de la montaña...

—¡¿Cómo sabes eso?! ¡Di!

De nuevo se volvió al silencio sepulcral. Ella parecía cada vez más impaciente pero él conservaba la calma. Su melena castaña fue revolvida por su mano derecha y tomó un cesto. De él salió una manzana. La tomó entre sus mano y se la pasó rápidamente. Ella la cogió al vuelo.

—Piensa. Puedes hacerlo.

La pelirroja iba  estallar pero algo le decía que no debía hacerlo. Su intuición.

Te falta mucho por aprender. —dijo él mirándola —. El presentimiento es algo esencial en la vida, él te dijo que podías confiar en mí, él te ha ayudado cuando más lo has necesitado... Eres impulsiva, a pesar de lo que dice la gente, no es tan malo como parece. Ser impulsiva te lleva a seguir tu intuición sin echar cuenta a las opiniones de nadie más. Sin embargo, tu sigues tu intuición pero a veces no la escuchas. Deberías hacerlo.

—¿Por qué me dices todo esto?  ¿A qué tengo que aprender?

El chico sonrió por primera vez desde que Pervinca lo había conocido. Tenía una sonrisa cálida y sincera. Era muy hermosa.

—¿No te has planteado que te ayude porque me interesa ayudarte? ¿No crees que podríamos tener un interés común?  —preguntó aquél muchacho joven —. No soy de los que le gusta perder el tiempo Vi, pero no puedo decirtelo... Eso no implica que no puedas adivinarlo, eres lista. Piénsalo.

Lucas abandonó la estancia con solo chasquear los dedos... Era un mágico de la oscuridad.

Tomó el fruto de color verde que le había entregado, tenía hambre. Iba a comerlo cuando notó algo escrito en él, había sido tallado por un cuchillo. Eran una serie de palabras...

《PIÉNSALO PERVINCA》

¿Cuándo le había dado su nombre?  ¿No le había dicho que se llamaba Vi? ¿Entonces?  ¿Cómo se lo sabía?

Dió un bocado a la manzana y pensó. No le agradaba la idea de tener que creer a un desconocido pero, ¿Qué opción le quedaba? Debía hacerlo. Hacer caso a su instinto. Él tenía razón.

Fairy Oak: Una nueva batalla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora