La luz de Vainilla

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—¡Vainilla! ¡Cuidado!

A pesar de que habían continuado su camino muy sigilosos y en riguroso silencio, sin percatarse de cuando y de donde, les habían rodeado con suma rapidez.

Eran unos guerreros a caballo. Sus armaduras negras y sus capas del mismo color los identificaban como emisarios del enemigo; sin embargo, el rasgo más destacado de estos caballeros era que no poseían cabeza. Estaban decapitados.

—He oído hablar de estas... Cosas  —susurró Eiden poniéndose delante de las chicas con intención de protegerlas —. Se llaman Caballeros sin corazón , no podemos acabar con ellos puesto que no son seres humanos y no podemos huir porque son más rápidos que el viento otoñal.

Entre tanto los guerreros habían bajado de sus monturas y se habían aproximado aún más a los tres con poderes.

— ...Entrerega a la luz muchacho —dijo el que parecía ser el jefe. Su voz siseaba cual serpiente y sus manos sacaron de su cinto una espada larga y afilada que había adquirido el color rojo de la sangre de los que la habían enfrentado.

Las chicas temblaban detrás del joven, asustadas y sin saber cómo salir de esta. El chico por el contrario puso un semblante serio e inexpresivo.

—¿Qué luz ni que pamplinas? —respondió sin apartar la mirada del arma del caballero —. ¿Cómo te atreves a levantar el arma ante tu señor? ¿Acaso no sabes quién soy?

—Señor, le ruego que se aparte.

—¿No te ha quedado claro? No pienso hacerlo. 

Aquél monstruo empuñó su sable y apuntó a la cara de Eiden. Flox trató de conjurar algo pero inexplicablemente no podía. Era como si la magia se estuviera evaporando ¿Qué estaba ocurriendo?

—En ese caso debemos informar de su traición señor...  Su hermano no estará nada contento.

—No informaran de nada a nadie  —replicó calmado —, ya que no saldrán de esta con vida.

Sin quererlo ni beberlo, el castaño desenvainó su espada y se preparó para atacar. Los caballeros actuaron de la misma manera.

—Ocho contra uno... ¿En serio crees que saldrás victorioso?

Eiden se encogió de hombros sin apartar la vista con aire desenfadado.

—Soy buen espadachín.

Y la pelea comenzó. El caballero jefe se aventó contra el joven harto y con impotencia; aún así, el chico consiguió esquivarlo al mismo tiempo que ponía a salvo a las muchachas. En cuanto se aseguró que estas no corrían peligro alguno, corrió hacia donde estaba su rival y clavó su espada en la espalda de este.

Pero no pasó nada. El Caballero sin Corazón seguía en pie.

El contrincante pareció reírse, o al menos intentó hacer algo similar puesto que no poseía boca. En cuestión de milésimas de segundo, lanzó su espada hacia el pecho del castaño pero esta chocó de nuevo con el metal de su sable.

—No podrás huir eternamente... Es mío, esto lo acabaré yo ¿Entendido? —añadió dirigiéndose a los demás guerreros.

Pero Eiden no se dejaría vencer tan fácilmente, él sabía que no podría derrotarle pero si que podría ganar algo de tiempo.

Los metales volvieron a chocar el uno contra el otro  y un par de chispas saltaron de estos. Ahí fue donde Vainilla comprendió, no se trataba solo de un combate cuerpo a cuerpo, entre ellos se estaba librando una batalla mental en la que por ahora, ambos iban empatados. Debía reconocer que al amigo de su gemela se le daban bien los hechizos.

Fairy Oak: Una nueva batalla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora