Comienza el ataque.

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La mañana había pasado rápidamente, las chicas se quedaron a comer en casa y, más tarde, Pífano se acercó a recoger a Flox y a acompañar a Shirley a Frentenbosque. 

Vainilla decidió que iba a ir a ver a Grisam para contarle los acontecimientos que acababan de pasar y para pedirle que, como capitán de la banda, organizase una reunión con los chicos. Para ello, salimos nada más se fueron las amigas de las gemelas. Al principio, la señora Dalia se opuso, decía que era peligroso, y en parte la entendía.

No era la única que pensaba de esa manera, yo también lo hacía, pero debía confiar en mis niñas, tal y como la última vez. Pienso que uno de los grandes errores de los adultos es que subestiman el caracter y la inteligencia de los niños, pues ellos saben más de lo que nosotros creemos.

Tardamos un par de minutos, pero tras insistir e insistir y prometer que yo no me separaría de su lado, nos dió su permiso muy a su pesar. Era algo normal, pues al final de todo no hay nada más grande para un padre que su hijo, y si una vez lo has perdido te niegas a separarte de él de nuevo. Si a esto le sumamos que Vi seguía desaparecida... Comprendía el dolor de la madre de las niñas.

Caminábamos en dirección a la plaza de Roble cuando escuchamos un golpe en seco. Salí del bolsillo de Babu y giré sobre mi misma con intención de identificarlo, pero no descubriría la causa hasta unos minutos después. Decidí que siguieramos andando, que puede que aquél ruido hubiese sido causa de nuestra imaginación, pero lo dije únicamente para tranquilizar a la gemela menor, en realidad estaba muy preocupada.

Me fijé en Vainlla, en su expresión. Tenía los labios muy pegados y el ceño fruncido, supongo que no se lo creyó, pero no hizo ningún comentario. Miraba al suelo y daba golpes con sus botas altas a las piedras que se encontraban sueltas por la calle, curioso, puesto que aquello era una manía de su hermana. Se lo habría pegado.

—Feli, escucha.

De nuevo aquel ruidoso sonido, esta vez acompañado de un chillido. No, esto pintaba mal. Muy mal.

—Babu no te separes de mí.

Sobrevolamos los tejados de Fairy Oak en busca de la procedencia de aquello que acababamos de escuchar, pero no veíamos nada, todo parecía normal... Por el momento. Le indiqué a Vainilla que descendiera de nuevo, algo dentro de mí me decía que algo malo estaba a punto de pasar. 

Y realmente no tuve que esperar mucho más.

Llegamos volando a la plaza de Roble. Y allí estaba la causa: Roble. Roble luchaba por mantenerse sujeto a la tierra, aquella tierra donde había permanecido por años, ¿Qué digo? ¡Siglos! ...El enemigo había lanzado su ataque, así arruinaria nuestra defensa: Matando al corazón del pueblo, literalmente.

—¡Feli! ¡Tenemos que ayudarlo! ¡Vé a buscar a mi tía! Seguramente vendrá de camino, pero vé por si acaso —dijo la gemela menor destapándose su boca después de haber contenido un grito con ambas manos. Tenía razón, debía avisar a Tomelilla... Pero no pensaba dejarla sola ni mucho menos.

—Bien ¡Pero tú te vienes conmigo! —respondí señalándole con mis pequeños dedos. Ella negó con la cabeza mientras me miraba fijamente con una sonrisa algo triste. Triste, responsable y... Adulta —. ¡¿Cómo que no?! ¡No pienso dejarte sola!

Se lo había prometido a su madre, me lo había jurado a mí misma. No. No pensaba irme. No la pondría en peligro de nuevo. No.

—Sifelizserásdecirmeloquerrás tienes que ir y lo sabes... Mi poder puede ayudar a Roble, soy una bruja de la luz puedo... Ganar tiempo mientras vienen ayudas, nuestro árbol nos necesita.

 Mi niñita siempre tan sabia, y es que en el fondo fondo reconocía que tenía razón. Era el primer ataque de la batalla, si acababan con Roble, éste, al levantar sus raices dejaría medio pueblo destruido. Era su primer paso.

Fairy Oak: Una nueva batalla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora