I Missed You

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Quince días sin ver a su esposo eran demasiado para Frank, estaba muy ansioso a su espera

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Quince días sin ver a su esposo eran demasiado para Frank, estaba muy ansioso a su espera. Si sus cálculos no fallaban tenía cuarenta y cinco minutos para terminar de preparar la cena y esperarlo con ella lista.

Terminó de agregar el aderezo a la ensalada de lechuga y tomates, dejó la lasagna en el horno y corrió a su habitación a darse una ducha. Cuando salió optó por ponerse un pantalón de pijama gris y una camisa de algodón roja, estaba terminando de peinar su cabello húmedo cuando escuchó la puerta principal cerrarse. Inevitablemente su corazón comenzó a latir más rápido, feliz. A toda prisa se puso perfume y salió de la recamara, bajó las escaleras y lo vió.

Tan elegante como siempre, su impecable traje negro a juego con la corbata roja que usaba, su cabello azabache perfectamente acomodado. Estaba de espaldas dejando su maletín y su abrigo en el mueble de la sala.

Sin pensarlo dos veces Frank se acercó a él con una sonrisa ladina en su rostro y lo abrazó por detrás.

—No sabes cuanto te extrañe hermoso —dijo aspirando el aroma de la piel en su cuello.

—No más de lo que te extrañe a ti bebé —le respondió girando sobre sus talones para abrazar a Frank y compartir un beso, cargado de todo el sentimiento que los envolvía. Un beso salvaje, pero a la misma vez dulce, masajeaban sus labios como si el mañana no existiera.

—Ve a cambiarte Gee, mientras sirvo la cena —habló Frank jadeante luego de haberse separado del beso. Recibió como respuesta un guiño de ojo y una fuerte nalgada.

Con un sonrojo en sus mejillas fue a la cocina y comenzó a poner los platos. Moría de ganas por dejar todo tirado ahí y subir a la habitación a hacerle compañía a Gerard, pero debía contenerse y esperar un poco más, o al menos tratar.

Un par de minutos después Gerard se unió a él en la cocina, se sentó a esperar a que Frank terminara de servir. Cuando el menor de ambos se acercó a colocar la comida frente a él, Gee no resistió el impulso y lo abrazo por la cintura y sin preámbulos comenzó a acariciar el pecho de su compañero dejando pequeños besos sobre la tela de su camisa y uno que otro mordisco al nivel de su pelvis, logrando desencadenar una serie de pequeños jadeos provenientes de la boca de Frank.

—Mmm... Gee... la cena se va a enfriar... —habló con dificultad al tener el rostro de Gerard tan cerca de su creciente erección.

—Oh pero si yo te siento tan caliente bebé. —Gerard sonrió travieso mientras bajaba aquellos pantalones y dejaba ese trozo de carne maravilloso al descubierto, parándose orgulloso y erguido entre sus piernas—. Tan delicioso Frankie —tomó su extensión en su mano acariciándola de arriba hacia abajo apretando en la punta y volviendo a bajar, luego aumentó la velocidad de su mano solo para escuchar a Frank gemir de placer—. Sí dejas de gemir bebé, papi Gee se detiene, ¿de acuerdo?

𝐌𝐲 𝐅𝐫𝐞𝐫𝐚𝐫𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora