𝐌𝐲 𝐅𝐫𝐞𝐫𝐚𝐫𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞

Vicious Love

En sus brazos llevaba una bolsa de papel kraft, algo grande, en ella yacían las compras para la cena especial que prepararía para esa noche. Había escogido un vino tinto que sería perfecto pues era el que a él más le gustaba.

Gerard caminaba en dirección a su casa, iba despacio pues aún tenía tiempo para arreglarse y esperarle, paseaba por el parque, entreteniéndose un momento, viendo a aquellas parejas que estaban recostadas en sus espaldas sobre mantas recién compradas, todos lucían contentos mientras conversaban, pero ¿quién no lo estaría? El día de San Valentín es especial para todos, sabía que incluso lo era para él.

No podía dejar de admirar aquello, con una sonrisa fingida y sus ojos resentidos, pues esa rutina era la que siempre había querido.

Continuó su camino pensando en su relación con Frank Iero, el gran amor de su vida, con quien se tenía que ocultar y demostrarle su amor fiel únicamente dentro de su hogar.

Muchas veces había pensado en abandonar esa situación, eran casi cuatro años de mantener oculto ese romance casi imposible, él estaba dispuesto a darlo todo. Era un escritor de 27 años, sus libros Skylines and Turnstiles y Heaven Help Us le habían dado bastante fama en sus primeros años, pero Fake Your Death, era su pieza más amada pues con ella no solo consiguió el éxito que siempre quiso sino que con ella lo conoció, en el evento de presentación en la Biblioteca Central de New York, como lo más cliché que pudo haber ocurrido sus miradas se encontraron como si un gran magnetismo invisible les hubiese unido. Gerard se maravilló al instante con aquellos grandes y redondos ojos avellanas.

Frank por su parte sonrió de medio lado, había llegado hasta ahí por una casualidad, recién salía de su guardia en el hospital y quería despejar su mente, conseguir un libro con el cual entretenerse su fin de semana, pero lo que encontró ahí fue algo mucho mejor, una belleza deslumbrante que le cautivó con tan solo verle. 

Esa tarde Frank se quedó hasta el final del evento, sin ningún tipo de temor se acercó hasta el pelinegro, extendió su mano a manera de saludó y le felicitó por su magnífica obra de arte. Gerard con una tímida sonrisa le obsequió un ejemplar con una pequeña dedicatoria, Frank le agradeció el gesto invitándole a un café, luego de esa tarde vinieron muchas más llenas de amenas charlas. Frank al salir del hospital siempre iba a visitar a Gerard, le regalaba chocolates y rosas.

Gerard fue el primero en dar el siguiente paso, en una noche lluviosa, en la cual Frank se tuvo que quedar en su casa, él preparó chocolate caliente para ambos, luego, de un momento a otro la cercanía entre ellos se extinguió, Gerard con timidez posó sus suaves y delicados labios sobre los de Frank, simplemente presionándose con él. Frank le correspondió colocando sus manos sobre su cintura y extendiendo el contacto, entreabriendo sus labios permitiéndole a su lengua iniciar una danza sensual sobre su compañera.

Después de aquello todo cambió entre los dos, comenzaron a tener una bonita relación pero solamente en lugares privados, porque Frank, un neurólogo de renombre, con una carrera exitosa no se podía permitir tener una relación amorosa con nadie. Aquella decisión egoísta trajo tristeza y problemas entre ellos, pero Gerard con el tiempo aprendió a comprender la perspectiva de Frank, porque aunque mezclaran sus lágrimas con sangre, se amaban tanto que no existía reloj que les detuviera cuando estaban en los brazos ajenos.