More than Words

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El fuerte olor a alcohol inundó sus fosas nasales provocando que levemente fuese recobrando la cordura

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El fuerte olor a alcohol inundó sus fosas nasales provocando que levemente fuese recobrando la cordura. Cuándo sus orbes avellanas por fin se abrieron vio los pares de ojos que lo observaban con desaprobación, sin embargo ninguno de ellos eran los que anhelaba tanto en ese momento.

—¿Creen que me de una segunda oportunidad y me deje verla? —Fue lo primero que preguntó.

—Frank por favor, hasta hace unos días decías que Gerard no era nada para ti. Además, no olvides lo mucho que lo dañaste con tus palabras antes de que te fueras a New York —le dijo Lindsey, la mejor amiga de Gerard y novia del mejor amigo de Frank.

Lindsey conocía muy bien las razones de Gerard para haberle ocultado al castaño a la pequeña Charlotte, pero no le correspondía a ella darle esas explicaciones.

Si Frank descubrió la verdad fue porque desde que volvió a New Jersey había insistido por todos los medios descubrirla hasta el punto de haber orillado a Gerard a que le gritase en su cara que era padre de una niña de seis meses de edad, claro, él como el cobarde que estaba siendo simplemente se desmayó. Gerard al ver la reacción de Frank se marchó, sabiendo que era obvio que no afrontaría su responsabilidad.

—Pero él nunca me dijo —musitó despacio.

—Necesitas pensar muy bien que le dirás a Gee Frank, no tienes que pensar en ti solamente, piensa en él, incluso piensa en la bebé —le aconsejo ella. Frank asintió despacio y se puso de pie.

—Iré a hablar con él.

Sus pasos lo llevaron a la salida, se sentía un poco mareado aún pero necesitaba verlos. Había sido un idiota todo ese tiempo ¡Por Dios! Lo que le sigue a idiota.

Desde la secundaria había gustado de Gerard. Un muchacho de tez blanca, un poco rellenito, sus mejillas rosadas y sus ojos verdes encantadores, se hablaban y se llevaban bien hasta el día de aquella fiesta de fin de año escolar.

Había bebido mucho y en el juego de la botella le tocó el reto de besar a Gerard. Lo aceptó pero el beso no quedó ahí.

Entre caricias torpes llegaron a una habitación, la ropa voló, la temperatura aumentó y de un momento a otro ya estaba sobre él penetrándole con ímpetu. Ea seguramente fue la noche que concibieron a su hija, no había usado protección porque Gerard era virgen y él un estúpido.

Estúpido por lo que hizo después, se fue de aquella fiesta sin decir un adiós. Los días transcurrían y no volvió a verlo más, ni siquiera le enviaba un mensaje, pero suponía que si Gerard no le escribía era porque no quería.

Ni él se explica el porqué después de casi tres meses, en enero del siguiente año, fue a buscarlo para despedirse puesto que se iría a estudiar un curso a New York, aunque lo que quería en realidad era verlo.

Ahora que pensaba las cosas, Gerard se miraba diferente esa vez. Más gordito y cuando le recibió con la ilusión en sus ojos debió haber sido porque ya sabía del bebé y seguramente le iba a decir, sin embargo Frank terminó diciéndole cosas que ni siquiera pensaba en realidad pero sabía que eso Gerard no se lo perdonaría. "Eres un buen polvo" dijo y con ello vio como la luz de sus ojos desapareció y su semblante decayó.

𝐌𝐲 𝐅𝐫𝐞𝐫𝐚𝐫𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora