Conjunto de Oneshots con distintas temáticas, entre algunas de ellas: Smut, Mprg, Omegaverse, Kinks, Warm and Fluffly, Romance, un poco de Drama y más.
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El calor que emanaba el cuerpo de Gerard era asfixiante, incluso para él mismo. El intenso dolor en su vientre era casi insoportable. El fuerte aroma de sus feromonas flotaba dentro de su habitación y sabía, que incluso más allá.
Gimoteó restregando su cuerpo sobre las mantas y entre las almohadas que se calentaban su nido. Llevó una mano en medio de sus piernas, alcanzando con dificultad su entrepierna por lo abultado que estaba su vientre y sintió en sus dedos la abundante cantidad de lubricante que salía de él.
—¿Gee? —preguntó la voz de su esposo desde el umbral de la puerta de la habitación. El alfa estaba trabajando desde que había entrado al tercer trimestre del embarazo—. ¿Qué pasa?
—Alfa... te necesito —dijo entre jadeos, apretando las piernas y retorciéndose sobre la cama.
—¿Qué necesitas, amor? ¿Son los bebés?
—No... te necesito a ti... —exigió mientras se sentaba sobre la cama y se quitaba su camisón de tela suave, había demasiado calor.
El alfa tragó fuerte al ver el cuerpo desnudo y sudoroso de su omega, su pene duro y húmedo, sus piernas manchadas de lubricante, sus pezones más rosados y esos bonitos labios entreabiertos y rojos. Por instinto, los feromonas del alfa también inundaron la habitación y la necesidad de Gerard empeoró.
Se apoyó sobre su codo, alzándose lo más que su vientre le permitió y llevó sus dedos hasta su agujero ya dilatado. Los frotó por encima, jadeando más fuerte.
—Frank —susurró en ese dulce y caliente tono de omega al que el hombre tatuado no podía resistirse. Su polla ya estaba totalmente dura dentro de su pantalón.
—Oh, bebé. Había extrañado verte así —dijo mientras avanzaba hasta donde estaba su omega y se acomodaba a los pies de la cama, alcanzando perfectamente la parte inferior de Gerard—. Tan húmedo y cachondo para mí. Mira como me tienes...
Frank se palmeó la polla y con un rápido movimiento la sacó y comenzó a masturbarse. Gerard le vio atento, mordiéndose los labios, deseando ser él quien estuviera tocando ese trozo de piel que tanto le gustaba pero tenía un par de bebés dentro de él que no le permitían moverse tanto como le gustaría.
Era prácticamente un milagro estar disfrutando de los efectos que solo sentía durante sus celos, y al estar embarazado era imposible. Pero suponía que era alguna cuestión de su naturaleza o su propio instinto pidiendo a gritos las atenciones de Frank, tenía un par de meses sin disfrutar de sus folladas y no iba a mentir, las extrañaba tanto que incluso tenía sueños húmedos casi todos los días.
Él y Frank habían acordado no tener sexo durante el embarazo ya que durante los primeros meses se había presentado una amenaza de aborto. Gerard estuvo al borde de la depresión, pues sentía que era su culpa el haber puesto a sus bebés en peligro al haber sido golpeado accidentalmente en una de sus clases de baile. Frank también había estado mal en esos días pero se recuperó más rápido después de hablar con el doctor y asegurarse que todo estaba bien.
El dolor de Gerard se había ido en un par de días pero desde entonces habían decidido tener cuidados extremos, incluso dejando el sexo de lado. El médico había dicho que podían practicarlo pero era mejor prevenir que lamentar.
No obstante, Gerard ya no podía más con esa abstinencia, en especial cuando las hormonas habían llegado a esa etapa de estar caliente durante todo el día, con muchísimas ganas de ser follado una y otra vez. Simplemente eran deseos de su cuerpo y ya no podía resistirse.
—Frankie...
—Tan caliente y húmedo, solo mío —escuchó a Frank decir y se dejó caer sobre el colchón, su espalda arqueada mientras los dedos gruesos y ágiles de Frank reemplazaban los suyos—. Voy a hacerte sentir bien, cariño.
—Por favor —pidió y abrió lo más que pudo sus piernas.
Frank se inclinó un poco hacia adelante y comenzó a empujar dos de sus dedos dentro de Gerard. Estaba demasiado dilatado y húmedo, y Frank lo conocía tan bien que sabía que pronto se iba a correr, esa sensibilidad y la intensidad de su aroma se lo indicaba.
La muñeca de Frank tomó más velocidad, penetrando el agujero y curvando sus dedos hasta acariciar el punto suave y dulce dentro de Gerard. La propia polla de Frank palpitaba y lloraba pre semen al sentir lo delicioso que olía y lo desesperado que gemía.
Gerard apretó los dedos de sus pies contra la sábana y tomó la muñeca de Frank con sus manos, pidiendo que fuera más rápido, más fuerte. El calor se había acumulado en su entrepierna y los jadeos no podían parar, su respiración acelerada y un incesante temblor se apoderó de sus piernas.
Frank trató de ir más rápido, rozando con más fuerza la dulzura de Gerard. Podía sentir como su pelinegro estaba clavando sus uñas en su piel pero no importaba.
Segundos después, el olfato de Frank se llenó del aroma dulce y delicioso que emanaba del semen de Gerard. Había expulsado una gran cantidad de líquido blanquecino y dulce al cual Frank no pudo resistirse; sacó sus dedos del interior de Gerard y se colocó sobre sus rodillas entre las piernas del omega.
Aprovechando las olas de placer que aún recorrían su cuerpo, el temblor de sus piernas y la sensibilidad de su polla, Frank tomó entre sus labios el miembro tibio del omega y succionó hasta dejarlo limpio, vacío y con ganas de más.
—A-alfa... —jadeó con una amplia sonrisa en los labios brillantes—. Frankie...
—Mi omega —gruñó Frank al soltar la polla de Gerard, tenía un rastro de mezcla de saliva y semen en la barbilla pero aún así se acercó hasta el pelinegro y le besó los labios, se apoyó sobre sus brazos cuidando de no aplastarlo.
Un beso húmedo y lleno de chasquidos, los gemidos de Gerard se escapaban cada que sus labios se intercalaban y para cuando Frank se alejó hizo un puchero exagerado.
El alfa tomó su larga longitud en su mano y comenzó a bombear rápidamente. Apretó con su mano libre el muslo derecho de Gerard mientras sus ojos veían el desastre que era su agujero y todos los rastros de lubricante y semen.
—Gerard —dijo, apretando su agarre hasta dejar la marca de sus dedos en la piel pálida.
Gerard arqueó su espalda y giró sus ojos al sentir el líquido caliente de Frank directo sobre su agujero, tan solo manchándolo con su esencia. El aroma a café y avellanas que desprendía Frank en ese momento era tan fuerte y adictivo que el omega solo quería lanzarse a sus brazos.
El alfa sintió el deseo a través del lazo que lo unía a su omega, así de cambiante era gracias a toda la bonita revolución de su embarazos. Él y sus bebés lo eran todo en su vida.
Frank se acomodó a un lado en la cama, abrazando con cuidado el cuerpo de Gerard. Le acarició el vientre y sintió un leve golpecito contra su palma.
—Gracias, mi alfa, por consentirme siempre —musitó Gerard, con sus ojos cerrados, lleno del aroma de su alfa y con una sonrisa satisfecha en su rostro de suaves facciones.
—Te amo tanto —replicó Frank dejando un beso en el costado del cuello ajeno. Suspiró al sentir que su omega enlazaba sus dedos sobre los suyos y así, juntos, poco a poco se quedaron dormidos.