The Giants Game

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—No papi, no es negociable, nosotros llegamos primero —respondió firme Lily

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—No papi, no es negociable, nosotros llegamos primero —respondió firme Lily.

—Lamento decirte que está vez ellos tienen razón cielo —completó Gerard, mientras ponía un tazón con palomitas de maíz caramelizadas en la mesa de centro junto a otras confituras que sus hijos amaban.

—Además esos juegos nos aburren —replicó Cherry.

—Creo que no tendrás de otra —dijo Gerard, apoyándose en sus hombros y acercándose a él, hablando casi en su oído—. Tendrás que verlo en el cuarto de juego de los niños.

Frank miró interrogante a Gerard, ganándose como respuesta un guiño de ojo, las risas de los pequeños lo distrajeron. Les observó uno a uno con ojos achinados, Miles le sacó la lengua y él no tuvo más opción que recoger sus cosas para ir a ver el juego a otro lado.

—Lois, ven —llamó a su fiel mejor amiga, ella muy obediente le siguió moviendo la colita.

Una vez hubo tomado asiento en el cómodo sofá de cuero negro en aquel pequeño cuarto, quiso tomarse un selfie y postearlo en su cuenta de Instagram. Lois hizo ojitos en la foto, como si entendiese el contexto y él fingió un pequeño puchero.

Un par de minutos después que subió su foto, el juego de The Giants vs Steelers comenzó.

Grata fue su sorpresa al ver entrar a su adorable esposo a la sala, indicarle a Louis que se acomodara en el suelo y sentarse junto a él a ver el juego. Era muy extraño que estuviera ahí por su libre y espontánea voluntad puesto que Gerard odiaba con el alma los partidos.

Frank estaba seguro que había sido él el de la idea que los niños no le permitiesen ver el partido en la sala, pero ¿porqué?

—¿Y ese milagro? —preguntó viéndole de reojo al tiempo que Gerard acomodaba la cabeza en su hombro.

—¿No puedo acaso acompañar a mi esposo a ver su partido? —dijo empezando a marcar un caminito con un par de sus dedos a través de su vientre, levantó la vista y se encontró con los ojos avellanas de Frank y una ceja arqueada.

—Tú odias los juegos mi amor. —Gerard sonrió travieso antes de contestar.

—Que bien me conoces corazón. —Antes de que pudiese responder algo más Gerard había comenzado a masajear su miembro sobre la tela de sus pantalones deportivos a la vez que había atacado sus labios, apresando entre sus dientes su labio inferior.

Su miembro comenzaba a despertar ante las caricias recibidas, sus ojos se cerraban y sus oídos ya no percibían más que los delicados jadeos provenientes de la boca de Gerard.

—¿Te gusta? —preguntó Gerard lamiendo y mordisqueando el lóbulo de la oreja, arrancando un gemido de placer—. Mmm tan grueso —susurró al tiempo que colaba su mano dentro de los pantalones de Frank, tomando su miembro erecto con su mano, acariciando como solo él sabía hacer con un suave arrastre de sus dedos desde la punta hasta la base creando la fricción necesaria. Siguió deslizando su mano un poco más abajo hasta alcanzar sus bolas, apretándolas un poco, lo suficiente como para Frank le pidiera más.

Mmm lo haces también amor, pero ahhh necesito más. —Un instante de lucidez llegó a él cuando Lois pasó cerca de sus piernas, trató de incorporarse sin embargo Gerard siguió tocándole—. Gee, los niños.

—Calma, tendremos al menos quince minutos antes de que me busquen. —Gerard besó un poco la mandíbula de Frank pasando nuevamente hasta sus labios, besándole con lujuria, chocando sus dientes y succionando con fuerza su labio inferior, por último lamió un poco el agujerito donde Frank había tenido un piercing hace años atrás—. Disfrútalo amor —dijo colocándose de rodillas frente a él, agarró su cabello castaño en un moño y ayudó a Frank a bajar sus pantalones hasta el inicio de sus muslos.

Su grueso y rosado pene se irguió ante sus ojos, tan exquisito, se lamió los labios antes de acercar su boca, deslizando su lengua por la hendidura de la cabeza, jugando con ella y metiendola de a poco a su boca, solo ese trocito. Le succionaba fuerte mientras Frank mordía sus labios y tensaba sus piernas para evitar gemir, amaba la forma en la que Gerard le hacía sexo oral siempre.

Era su Dios, en especial cuando chupaba y derramaba un poco de saliva por la comisura de sus labios sin despegar su vista de la suya, justo como en ese momento.

Gerard sacó la extensión de Frank de su boca dejando un pequeño hilo de saliva que pronto se rompió cuando ladeó su rostro y colocó su boca en la base, succionando y después enroscando su lengua para comenzar a subir y a bajar, enloqueciendolo más.

—Gee ahhh me encanta, vamos sigue.

Gerard paró sus movimientos un par de segundos, le sonrió a Frank mientras tomaba su miembro con su mano y le acariciaba. Bajó con pequeñas lamidas hasta sus bolas, tomó una por una entre sus labios y las chupó también, sus ojos verdes relucían en lujuria y placer.

Sin separar su boca de la piel de Frank, soltó su mano, trazando con su lengua un camino por todo el falo, entreteniendose con la vena que sobresalía en el miembro de Frank. Tomó una vez más la punta y se llevó todo adentro, podía sentir que Frank estaba apunto de acabar pues casi todo su cuerpo estaba tenso, se lo confirmó al tomarlo del cabello y embestir fuerte en su garganta.

Gerard ahogaba los gemidos contra la piel de Frank, mientras cubría sus dientes con sus labios para no lastimarle, pequeñas lágrimas se escapaban de sus ojos al sentir como Frank empujaba dentro de su boca.

Con un gemido intenso Frank se corrió en los labios de Gerard, tragó todo gustoso y siguió lamiendo los restos que habían quedado en el miembro de Frank.

—Eres el mejor hac...

—Papi Gee... —La voz de los niños llamado a Gerard le interrumpió.

—Te dije, quince minutos. —Gerard se limpió los labios con el interior de su camisa verde olivo, se puso en pie y le sonrió a Frank—. Te amo —le dio un pequeño beso y se giró dispuesto a salir.

—Ni creas que esto queda acá —le respondió Frank dándole una fuerte nalgada.

Gerard le tiró un beso más al aire y salió, dejándolo con la ropa desarreglada, una sonrisa tonta en los labios y sin saber que había sucedido con el juego.

𝐌𝐲 𝐅𝐫𝐞𝐫𝐚𝐫𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora