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Gerard estaba sentado en un redondel frente a la enorme puerta de cristal del Museo de Arte, en New York

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Gerard estaba sentado en un redondel frente a la enorme puerta de cristal del Museo de Arte, en New York. Fumaba su segundo cigarrillo mientras esperaba a que su novio llegara.

Movía con impaciencia su pierna, eran las seis con dos minutos. Hacia quince minutos que estaba ahí.

—Estás muy guapo hoy —susurró una voz a sus espaldas.

Frank se había arrodillado detrás de él, colocó las manos en sus hombros y se impulsó un poco para besar su mejilla.

—Llegas tarde babe...

—Dos minutos.

—Eso es tarde.

—Nop. ¿Hace cuánto estás aquí?

—Quince minutos —murmuró con una sonrisa.

—¿Ves? Siempre llegas muy temprano —Frank rió.

—Ya, mejor dame un beso a como es debido —dijo lanzando la colilla de su cigarro al suelo, pisándolo con la suela de su bota.

El rubio de cabello largo asintió. Rápidamente dio la vuelta y se acomodó sobre sus piernas, sentado de lado. Frank usaba ese día unas medias de malla, una falda corta de cuero y una camisa manga larga, todo de color negro, sus ojos llevaban un poco de sombra roja, sus labios y su nariz decorados con sus piercings de siempre.

—Te quiero —su aliento sabor fresa impactó sobre los labios con aroma a cigarrillos y café de Gerard.

—Yo más.

Gerard cerró sus ojos al sentir el cosquilleo que provocaban las suaves manos de Frank sobre sus mejillas, unieron sus labios en un roce simple que les hizo sonreír a los dos.

—Deberíamos entrar —dijo Frank—. No quiero perder más tiempo en mi preciosa cita.

—Estoy de acuerdo, muero por apreciar cada pintura.

Se levantaron de su lugar y comenzaron a caminar hacia la entrada de aquel lugar con sus manos enlazadas mientras platicaban.

—Esto es muy hermoso —dijo Frank viendo a su alrededor con mucha ilusión—. Deberíamos venir más veces.

—No es más hermoso que tú —dijo Gerard pasando un brazo por su cintura, incitándolo a continuar el recorrido—. Tendrás todas las citas en el museo que quieras.

Frank musitó un pequeño gracias, se paró sobre la punta de sus pies y depositó un beso en la mejilla de su novio.

𝐌𝐲 𝐅𝐫𝐞𝐫𝐚𝐫𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora