Tener tus ojos debe ser ilegal

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Gerard estaba semi sentado en la cama con Frank acomodado sobre su regazo

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Gerard estaba semi sentado en la cama con Frank acomodado sobre su regazo. Ambos sudorosos y sonrientes pues acababan de terminar de hacer el amor.

Frank dejó un pequeño beso en el pecho de Gerard, subió su rostro y depositó otro beso en la punta de su nariz, y le sonrió.

Los esmeraldas de Gerard brillaban mientras apreciaba todas esas lindas facciones que tanto amaba admirar, tocar y besar.

—Eres tan perfecto Frankie —le susurró deslizando la punta de sus dedos índice y medio a través del rostro de Frank, haciendo un recorrido por su frente, en medio de sus cejas, por su nariz, por sus finos labios y finalizando en su pequeño mentón—. No, eres lo que le sigue a perfecto.

—Gee —murmuró bajito, sonrojándose al recibir los cumplidos por parte de su novio.

—Quiero pintarte, déjame pintarte —suplicó de pronto.

—Ya me has pintado antes amor —sonrió tímido.

—Pero nunca así, a como viniste al mundo, desnudo y perfecto —le dijo el artista, llevando sus suaves dedos a recorrer ahora la espalda del más joven, con las puntas de sus dedos acariciando la suave y tersa piel.

—Sabes que soy tuyo y puedes hacer conmigo lo que desees. —Aunque aún la timidez estaba presente la seguridad era de notar en cada palabra salida de sus labios, como cada vez que se entregaba a él.

—Te amo —confesó Gerard sobre sus labios, tomándolos luego con posesión y pasión.

Cuando se separaron con el típico chasquido de labios producido por sus salivas, Gerard se levantó de su lecho, salió de la habitación y fue a su estudio a buscar un lienzo, sus óleos y su caballete pequeño de madera. Al regresar acomodó las cosas cerca de la ventana, donde la luz de la luna sería perfecta para iluminar el cuerpo de su inspiración.

Ven Frank —pidió.

El menor obedeció, se levantó de su lugar y tomó asiento en el sofá cama que tenían en su habitación, acomodándose a como el artista le indicaba.

Con su cuerpo reposando completamente sobre el mueble, de costado, con sus piernas semi flexionadas, su miembro flácido descansando sobre su muslo derecho, su brazo derecho estaba debajo de su cabeza y su mano izquierda yacía sobre su vientre. Frank con un poco de nervios trataba de respirar y serenarse, relajando su cuerpo al máximo.

Tener tus ojos debe ser ilegal, más si cuando miras solo inspiras a pecar —le cantó Gerard al tiempo que acomodaba el cabello de Frank, despejando su rostro y observando sus ojos avellanas con las pupilas levemente dilatadas, el color carmín pintaba sus mejillas y en sus labios reflejando una temerosa sonrisa—. Perfecto —murmuró presionando un beso en la comisura de sus labios.

—Me siento como Rose en el Titanic —dijo Frank y Gerard rió.

—Créeme eres mucho más precioso que ella.

No dijeron más, Gerard comenzó su trabajo, trazando las finas líneas del rostro de Frank, delineando suavemente la quijada, los pómulos, los finos cabellos. Luego pasó a sus ojos y nariz en donde se tomó su tiempo mientras continuaba cantando los versos de la canción.

Esa sonrisa peculiar, de jugar a tentar, letal —cantó entretenido plasmando ahora sus labios, viéndole de vez en cuando para retratarle con fidelidad—. Te has armado de forma perfecta, para hacerme agonizar con muerte lenta.

La dulce y melódica voz de Gerard era un mantra para Frank, no solo amaba el don que tenía en sus manos para pintar y dibujar sino también amaba con cada fibra de su ser la manera en que cantaba y creaba aquellos versos para él.

Una sola muestra total de perfección, llenas de luz la habitación con tus brillos de neón.

Gerard admiraba a Frank y su perfección ignorando que para Frank él mismo era perfecto, Gerard siempre decía que no, que él era un simple humano imperfecto. Sin embargo para Frank es imperfección era lo que lo convertía a sus ojos lo mejor de su vida.

Luego de varios minutos cuando al fin estuvo todo el cuerpo de Frank retratado, Gerard se dispuso a tomar los óleos, comenzando a pintar el cabello, quedándose en silencio, concentrado, con el seño apretado. Frank sonrió ante su gesto, era un hombre tan bello y era solamente suyo.

Tan solo las doce y no se escuchan voces, solo gemidos finos, sonidos de goce —cantó Frank esta vez, continuando la letra que su amado estuvo entonando. A pesar de que su voz era más grave que la de Gerard, tenía un tono peculiar y atrayente.

Frank se levantó de su lugar, yendo hasta Gerard, acariciándole el cabello haciendo que levantara su vista del lienzo. Se agachó y junto sus labios, pasando su lengua por el labio inferior de Gerard para después morder y que éste abriera la boca.

El beso subió de intensidad rápidamente, Gerard ni siquiera puso atención al lugar donde dejó caer el pincel y los óleos. Se acomodó mejor en su banco, dándole espacio a Frank para sentarse sobre él.

Apenas sus pieles se juntaron, sus cuerpos reaccionaron, disfrutando de la cercanía, rozándose entre ellos sin separar sus labios. Hacía pocas horas habían hecho el amor pero no importaba, disfrutaban amarse cada momento de cada hora, de cada día.

Nunca se cansarían de ser uno solo.

Tus manos calientan piel solo de rozarla y mis manos van jugando a conocer tu espalda.

Mientras Gerard cantaba y resbala sus manos en la espalda de Frank, éste alineaba el miembro erecto de Gerard a su entrada, sintiendo el placer recorrerle cada fibra de su ser, autopenetrandose suave, sin prisas.

Eso no fue nada, ya estoy en confianza negra —exclamó Frank entre jadeos, aumentando el ritmo de sus caderas, restregando su sexo entre sus cuerpos y sintiendo como Gerard resbalaba fuera de él y volvía a entrar. Lo apretaba en su interior, los dos gemían, estaban prontos a llegar.

Si me regalas la mañana, te llevo hasta la noche plena —finalizó Gerard presionando sus labios en el cuello de Frank, besando y succionando su piel. Frank echaba la cabeza hacia atrás sosteniéndose de sus hombros.

El orgasmo estaba muy cerca para los dos, un par de movimientos más, Frank explotó entre sus vientres y Gerard en sus adentros.

Gerard se entretuvo besando su clavícula, sin moverse, sin salir de él, sintiendo la calidez de Frank abrazarle. Besó todo el largo del cuello de Frank llegando a su mentón llamando su atención.

—Te amo Frank —murmuró cuando sus ojos enfrentaron a los suyos.

—Yo mucho más.

𝐌𝐲 𝐅𝐫𝐞𝐫𝐚𝐫𝐝 𝐑𝐨𝐦𝐚𝐧𝐜𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora