¿Qué demonios estaba haciendo?
Mi mente era un mar de confusiones, ideas vagando y chocando conmigo mientras corría a toda velocidad dejando que mi vestido se extendiera al máximo, realmente era hermoso, pero al saber que haría esto, hubiera elegido un modelo más simple. Corrí hasta llegar a casa y lo hice en muy poco tiempo, tenía todo que perder así que debía darme prisa, me quieté los zapatos, subí a mi habitación, primero el vestido, tenía una costura atrás que era imposible zafarme sola, estuve a punto de romperlo cuando alguien entró.
Era Ela, caminó hacia mí y me abrazó, rápidamente comenzó a zafar mi vestido sin decir una palabra. Me cambié de ropa, por suerte hice compras; una camisa, un pantalón negro, una sudadera celeste, gafas claras.
—Toma mi auto, no tiene rastreador, pero no puedes utilizarlo por mucho tiempo —me lanzó una mochila con ropa. La abracé de vuelta, de verdad estaba muy agradecida pero no podía quedarme más tiempo. Corrí al despacho de papá, tras su escritorio, en la pared, había una copia de la pintura "El nacimiento de Venus" levanté el cuadro y ahí estaba la caja de seguridad, la clave era simple, su número de identificación, porque no pondría otra cosa defendiendo lo que era suyo.
Papá no confiaba completamente en el banco, el dinero era para emergencias y si, esta era una emergencia, tomé cinco fajos, eso no dañara su gran fortuna, calculé por lo menos cincuenta mil, como quitarle un pelo a un gato...
Salí corriendo de la casa, subí al auto, Ela me miraba, estaba muy alegre, también sonreí mientras encendía el auto, con la mano izquierda hice una señal para que me llame y lancé mi celular por los aires.
En el aeropuerto no hubo mucho problema, era fácil vencer a los guardias que envió papá, no eran demasiado listos como pensaba, solo bastó una pañoleta, eso fue algo loco y divertido.
El vuelo duraría alrededor de cuatro horas y descansé un rato, había llegado demasiado lejos, solo esperaba que ellos no den con mi ubicación tan pronto, para despistarlos tomé un vuelo a Rusia, teníamos una casa ahí, así que me buscarían ahí primero y tomé otro vuelo a Noruega, sería estúpido ir desprevenida, aún más sabiendo que de dicha aldea no sé nada, ni siquiera si todavía viven, si ese era el caso me suicidaría, no tenía más, lo he puesto todo en la mesa.
Llegué a Oslo, era realmente hermoso, busqué un hotel, entré a uno muy habitual, la señorita me atendió muy bien y pude descansar, aunque aún me preocupaba el hecho de no poder encontrar a mi aldea. Pedí indicaciones en la recepción, había un pueblo en el que aún había hombres que cazaban para comer, se trataba de Reine o como allí lo llamaban —el pueblo de los lobos— me dio una guía y unos trípticos sobre los lugares que podía visitar, además me envió con un grupo de turistas que iba a atravesar la montaña, podía seguirlos y desviarme en la dirección de esa aldea, solo espero que sea la ladea correcta.
Llegué a Reine y era muy acogedor, rodeado por muchas montañas, no era invierno, pero había una gran alfombra blanca en las montañas- seguí al grupo de turistas y cuando llegamos a un punto en el camino me separé sin que nadie se diera cuenta.
—Desde aquí caminaré sola —me dije a mi misma, até mi cabello e hice un moño con este, levanté la caperuza de mi abrigo, me coloqué un par de guantes que compré en el pueblo, moví mis hombros y comencé a caminar. Había pasado largo tiempo, todo era desolado, tenía miedo, quería seguir, pero también quería regresar, hacía demasiado frío, y me estaba cansando rápido, pero como se trataba de mí, una chica con nada de suerte comenzó a nevar y los vientos cada vez eran más fuertes, me costaba mirar al frente, saqué el tríptico y solo vi que era la dirección correcta, incluso había un letrero de advertencia, //SALVAJES//, seguí caminando, de seguro encontraría algo más adelante..
Pude ver a alguien al frente, una silueta de una persona cubierta con pieles había llegado, el hombre se acercó a mí y dirigió su vista directamente a mis ojos. No lo podía creerlo, sus ojos eran de un lila pálido, realmente daba miedo y curiosidad.
—¿Qué haces aquí? —dijo el hombre con una voz temeraria. Así que hablé muy segura de mí misma dispuesta a darlo todo porque eso había hecho para llegar hasta ahí.
—Soy Mira, he venido desde lejos buscando la aldea que me vio nacer hace veintiún años, mi abuela Agda, dime si la conoces y si no es así me iré de tu pueblo cuanto antes.
El hombre me observó por unos instantes y luego se dio la vuelta y comenzó a caminar.
—Sígueme —dijo y así lo hice. Llegamos a una aldea después de cruzar un río pequeño, los hombres, mujeres y niños me miraban como al mismísimo demonio y no sabía por qué.
En la aldea se distinguía una cabaña más grande que las otras, supuse que era la del jefe. Cuando entré no divisé más que armas y una silla en el centro, había un hombre, se encendieron las antorchas, no era un muy viejo, pero tampoco tan joven. Me observó por unos instantes, era como si no creyera que alguien como yo (una chica de ciudad) haya entrado en la aldea, luego de un rato habló, pero no parecía muy contento.
—Llama a Einar —dijo a un criado y este salió corriendo y el jefe prosiguió. —Así que tú eres la nieta de Agda, no te he visto desde que tenías cinco años o menos... ¿Dónde están tus padres? —creo que la suerte me había sonreído, encontré la aldea a la primera, eso era realmente increíble.
—No lo sé, cuando tenía siete años me dejaron en un orfanato y no volví a saber de ellos.
—Eso es malo, pero tranquila, según Einar tú eres más importante que cualquier otra criatura en la tierra —estaba a punto de preguntar el porqué de esa afirmación, pero escuché a alguien entrar, me hice a un lado y vi a un hombre con ropas blancas y cabello naranja, supuse que era un líder religioso.
—¡Has llegado! —me dijo dirigiéndose a mí, di dos pasos atrás, aun no tenía confianza.
—Tranquila, no te haré daño. Conocí a tu madre, a tu padre y a tu abuela, ella en especial me ordenó cuidar de ti, pero tú y tus padres desaparecieron sin dejar rastro y no los pude encontrar —¿tenía un lugar a dónde ir después de todo? ¿Este tal Einar cuidará de mí? —pensé mientras él y el jefe conversaban.
—Bien, le indicaré todo y se acoplará a las costumbres —le dijo Einar a aquel hombre. Me hizo señales y lo seguí, no sabía cómo se despedían ante el jefe así que hice una reverencia y salí.
—Has estado lejos de casa por mucho tiempo.
—Dime que sabes de mis padres —Einar comenzó un relato aburrido mientras veía a las personas, ellas abrazaban a sus niños cuando me veían pasar.
—¿Hacen eso porque no soy de la aldea?
—Si, además no hemos tenido a una chica peculiar como tú en mucho tiempo.
—¿Peculiar?
—Sí, cualquiera se asustaría de ti al ver tus ojos grises y cabello blanco, eso no es normal.
Me detuve al instante y el regresó a verme, como un robot, mis manos subieron hasta mi cabeza y comencé a zafar el moño, cuando el cabello cayó no lo podía creer, estaba blanco, recordé mi imagen en el baño del hotel de Oslo antes de salir, era negro, mis ojos, como podía ver el color de mis ojos, recordé el arroyo que pasamos y corría en esa dirección. Einar me siguió, me arrodillé ante un poco de agua empozada y pude ver mis ojos.
¿Qué había pasado, mi cabello, mis ojos, eso no era normal, esa...no era yo?
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Luna Perdida (EDITANDO)
WerewolfUna joven ha estado viviendo en el mundo humano hasta cumplir los veintiún años sin imaginar su origen, en la búsqueda de sus raíces conocerá a muchas personas pero no se podrá fiar por completo de todas ellas. ¿Tienes idea de las dos caras que suel...