Capitulo 40-Una pequeña dosis.

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Ella agarrándolo por la nuca y él apretándola por la cintura. Lo quería adentro y rápido, Federico sin poder soltar una palabra se entregó a ellas y las manoseó mientras las besaba, las succionaba gustoso mientras imaginaba su rostro, sus gestos al besarla y eso le encantaba, aunque muy en el fondo le frustraba no poder verla. Ella extasiada intentaba desabrochar su pantalón y gemía loca por estallar de placer. Sin pena ni gloria ella comenzó a moverse un poco más sobre él, podia sentirlo, tan suyo como siempre, hasta que se sintió tan mojada que no pudo aguantar.

--Federico....--suplicó mientras un millón de sensaciones la atravesaban.

Él la tomó como pudo en brazos, depositandola en el medio de la cama y posicionandose sobre ella, mientras la comenzaba a besar con ardor.

--Nunca me cansaré de amarte Cristina...

Es que sentirla tan suya era un completo sueño, no sabía que demonios había pasado entre ellos, pero si lo que Cristina le había dicho era cierto; entonces la vida les comenzaria a sonreír, como debió de ser desde un principio.

Bajó por su cuello hasta llegar a su clavícula, donde depósito pequeños mordisquitos que hiceron erizar la piel de Cristina, Federico pudo notar su reacción y sonrió, le gustaba eso, el poder que tenía sobre ella. Siguió el sendero que tanto le encantaba visitar y suspiró, aunque no podía verlos sabía que estaban ergidos, deseosos de que él los tomará entre sus labios e hiciera de ellos lo que quisiera y así se lo hizo saber ella, quién jadeo cuando tomó un pezón entre sus labios, para ella era la sensación mas excitante del mundo y eso le encantaba, Federico la deboró por algunos instantes hasta que siguió bajando, eso la dejo sin respiración, sabía hacía donde se dirigia, su corazón comenzaba a latir con mas fuerza y fue ahí donde cerró los ojos e inevitablemente se le escapaba un gemido.

Entre abría los labios mientras se removia, la oleada de calor estaba llegando a su punto máximo en ella, podía sentir la respiración de Federico en su punto de unión, iba a volverse loca de placer en cualquier momento, él la besó por última vez allí y subió con fuerza hasta sus labios donde la beso con pasión.

--No aguanto...Federico quiero...--Susurraba colérica.

--Que quieres Cristina, dimelo.--Le pidió acomodandose entre sus piernas, preparado para lo que vendría después.

--Quiero que te entierres en mi, que me hagas sentir tuya...

Esas palabras fueron como un detonante para Federico, quien sin pensarlo dos veces se enterró en ella, era tan exquisita que se sintió desfallecer, ese era su lugar, ella lo era todo...el sudor se hizo presente en sus cuerpos y Cristina pudo sentirlo cuando enterró sus uñas llena de deseo en la espalda de Federico, sentía que en cualquier segundo iba colapsar. Y así lo hizo, momento después jadeaba llegando a los mas increíbles de los orgasmos, Federico la acompañó pasados algún par de minutos, quien besó su frente susurrandole el más sincero de los "Te Amo".

La ropa estaba esparcida por todo el piso, la cama revuelta y ellos sudorosos, pero irradiando felicidad, Cristina estaba recostada sobre su pecho, más contenta que nunca y es que si, su lugar era ahí con él, ese era él hombre que amaba y que la hacia feliz <<Y él que me vuelve loca cuando me hace el amor>>, sonrió tras pensarlo.

--¿Sabes? Creo que voy a necesitar una dosis de esto diario, me pone de muy buen humor.--Murmuró sintiendose plena en toda la extensión de la palabra.

Federico sonrió a mas no poder, como amaba a esa mujer. Se sintió dichoso de tenerla entre sus brazos.

--No sabe lo que esta usted diciendo, me lo puedo tomar muy a pecho ¿sabia usted?.

Ella se giro un poco hacia él, aunque no podía mirarla aún seguía teniendo ese brillo en la mirada, esa luz que la hacia sentirse protegida y con....¿esperanzas?.

--Y yo encantada de que lo haga.--Le acaricio la mejilla con delicadeza.--Lo amo Federico, como no tiene una remota idea.

Federico buscó sus labios y la beso, suave...lento pero con todo el amor del mundo.

Alguien comenzaba a tocar la puerta y toda la comodidad en la que estaban amenazaba con desaparecer.

Cristina quiso levantarse y él trató de impedirselo.

--Amor no...debe ser algo sin importancia, ya dejará de tocar.--Susurraba.

Pero la persona al otro lado de la puerta no estuvo de acuerdo y volvió a tocar.

--Tengo que hacerlo, debe ser Vicenta, no te preocupes aún tenemos toda la noche para los dos.--se acercó a él y lo besó.

Se levantó y comenzó a recoger todo lo que estaba en el piso, un desastre, <<pero que maravilloso desastre>> se sonrió, tomó una bata y se la amarró a la cintura se hecho un vistazo en el espejo con rapidez y si, su cabello estaba revuelto y con las mejillas enrojecidas, tenia cara de que acababan de hacerle el amor, le paso una bata a Federico mientras trataba de peinarse un poco.

--Que sucede Vicenta.--le sonrió mientras se asomaba por la puerta.

Vicenta al verla abrió un poco los ojos no quiso deducir nada, eso no era de su incumbencia, pero había algo en Cristina y es que se le veía...¿feliz?

--Mi niña disculpa la molestia pero la cena ya esta lista, y abajo en el teléfono preguntan por Federico, dijo que era muy importante.

--¿Dijo quien era?

--Solo dijo que era un amigo del patrón y que lo llamaba por negocios.

--Danos un par de minutos y ya bajamos ¿si?.--le sonrió.

Vicenta solo asintió y se retiró.






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