--Nunca te atrevas a dudarlo María, tú eres mi hija.--Su corazón se regosijaba al pronunciar aquellas palabras, todo parecía ser un limbo lleno de emociones, la angustia de pensar que no pudiera ser su primogénita dejaba de martillarle en el pecho.
--No, eso no fue lo que decías hace un momento, quiero que me digan la verdad.--Exigió a la defensiva. Tomo con fuerza el vaso entre sus manos con el corazón acelerado. Cristina temió que aquel objeto pudiese romperse, vió la desilución en los ojos de su hija y deseo evitarle cualquier sufrimiento. Se sentó al borde de la cama dispuesta a ir por ella.
--Hija.
--No. No lo hagas.--Le suplicó ahogando un sollozo.--No te levantes, él doctor está por llegar y nada de esto te hace bien.--Cerro la puerta tras de sí, mientras se paseaba por la habitación abrumada.--Solo quiero que me contesten, que está pasando.
Federico suspiró, negándose a la posibilidad de ocultarle algo a su hija, así que asintió dándole a entender a Cristina que le diría la verdad.
--Te lo diré, pero necesito que estés calmada, no se que estés pensando pero todo esto solo es una amarga confusión.--Se sentó a un lado de Cristina y tomó su mano con suavidad, ella miró la unión de las mismas sintiendo la calidez de su tacto, necesitaba de él.
--Ven.--Le llamo para que se acercará y se sentará con ellos. María accedió mirándolos con ansiedad.
--Los escucho.
--El día que me fuí a California, una mujer me llamo, no logré reconocer su voz pero me dijo que tú no eras mi hija.--Maria tragó en seco desencajada.--No se con qué propósito lo hizo pero posiblemente no tenía buenas intenciones, todo ese tema lo olvidé en el accidente, como verás no recordaba nada hasta hace unas horas.
María Frunció el seño buscando a la mujer que le había dado la vida, pero se encontró con que la miraba de una forma que le derrería el corazón.
--¿Cómo? ¿Porqué? Yo no...no entiendo.--Tomo un sorbo de agua recordando a quien se la había traído y se disculpó con Cristina en silencio algo apenada, ella solo le sonrió restándole importancia.--¿Mamá está así por eso? ¿Discutieron?.
Cristina se limitó a suspirar negandose a que su pequeña pudiese intervenir entre sus problemas, eran cosas que consideraba que solo ellos debían saber.
--Hija lo importante aquí es que tú comprendas que lo que escuchaste hace un momento no es verdad, hay personas que simplemente no nos quieren juntos.--Pudo sentir la incomodidad de Federico.--y por lo mismo siempre intentarán hacernos daño.--solto la mano que tanta seguridad le daba y tomó el rostro de su hija con dulzura, la miraba de una manera que la hacía sentir vulnerable.--Nosotros siempre vamos a estar para ti, somos tus padres y te amamos, queremos lo mejor para ti y me moriría si algo te pasara mi amor.--Maria le sonrió con la vista nublada de lágrimas y su corazón dió un vuelco. Se abrazo a ellos buscando las seguridad que estaba segura que ellos siempre le brindarían, agredeciendo al cielo por tener la dicha de que sus padres estuviesen unidos, como la familia que siempre debieron ser.
Él doctor salió de la habitación con su portafolio en mano, ante la mirada expectante de algunos de los presentes, parecían estar preocupados y por alguna razón se extrañó.
--Doctor como está mi mujer.--La rigidez de su cuerpo, le advertia que estaba agotado y el hombre de bata blanca no lo paso desapercibido. Tomaba su bastón como si ese objeto le molestará, había decidido comenzar a usarlo porque ya no quería depender de Cristina, quería comenzar a desplazarse solo, aprender a cumplir con sus cosas sin necesidad de molestar, le ceguera no sería impedimento para seguir la vida que llevaba.
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¿Porque Debo Quedarme?
Fanficaños juntos de matrimonio pero solo uno luchando por mantenerlo estable, merecía la pena luchar por que ella le correspondiera de igual forma?