Capitulo 54-Frio.

710 75 42
                                    

—¡Mamá!.—Gritó cuando la vio sostenerse de lo primero que encontró más cerca, en un arrebato por salir tras Federico.—Dios mío que tienes.—Quiso saber cuándo estuvo junto a ella, su tes era tan blanca como la de un papel, ya no podía negar las lágrimas que bajaban por su rostro, estaba muy asustada porque nadie le daba razones de lo que estaba pasando.

—No es nada...—Dijo con la voz apagada. Por un momento todas las luces habían desaparecido, tuvo que rápidamente apoyarse de algo, de lo contrario seguramente hubiese ido a parar al piso.—Solo necesito un momento y estaré bien, tengo que impedir que tú papá cometa una locura.—Los nervios la estaban devorando, nunca se había sentido tan mal en toda su vida ni siquiera en sus peores facetas, era una sensación desesperante.

—Mamá explícame no es justo, tengo derecho igual lo voy a descubrir.—La miró suplicante echa un manojo de nervios, cosa que hizo que Cristina se sintiera aún peor si eso era posible —No irás a ningún lado en este estado, a menos que me cuentes que está pasando y yo pueda ayudarte.

Cristina le sostuvo la mirada por algunos segundos, su cuerpo comenzaba a experimentar algunos cambios, estaba cansada sentía que ya no tenía fuerzas y aparentemente las náuseas querían regresar a vaciar lo poco que había podido comer, lo estaba perdiendo todo, y lo menos que quería era perderla a ella también, que le reprochará y no creyera en ella, no era para menos no había hecho las cosas bien, y estaba pagando las consecuencias.

—Cristina no puedes salir así, te puede pasar algo.—Dijo Vicenta angustiada, con los nervios de punta.

—Tengo que hacerlo, entiéndanme yo...—No pudo sostenerlo más y se permitió llorar, sacar toda la angustia que llevaba dentro, las culpas y los reproches que se hacía ella misma, todo había salido mal, y lo último que quería era una tragedia.

María la abrazó y se aferró a ella, la joven no entendía nada pero quería opoyarla, le rompía el corazón verla en ese estado, totalmente derrumbada, ya no quedaba casi nada de la Cristina hecha una roca, las cosas eran diferentes y lo que estaba pasando era la causa de tanta debilidad.

—Mamá...no llores, por favor me estás asustando más.—Susurro entre lágrimas, se aferró aún más a ella buscando apagar ese dolor que cada vez se hacía más grande.—Mamita no quiero verte así, no puedo.

Cristina espero unos minutos y finalmente pudo calmarse, alzando la vista hacia el techo, pidiendo piedad y fuerzas para afrontar lo que se le avecinaba, respiro hondo y miró a su hija con dolor, le diría toda la verdad, ya no quería más mentiras, ya no podía ocultarlo más. Vicenta la miró apoyándola, gritándole con la mirada que todo estaría bien.

—Hija, quiero que sepas que mi intención nunca fue hacer daño, esto se me salió de las manos y no supe cómo manejarlo.—Las lágrimas se acomulaban nuevamente.—Daniel trajo al nuevo capataz porque nunca me quiso como la esposa de tú papá.

María fruncía el seño, buscándole sentido a las palabras de su mamá.

—Que tiene que ver mi padrino en todo esto.—Indago temerosa de la respuesta, su corazón latía muy rápido.

—Trajo al capataz para chantajearme, para que me alejara de tu papá, el capataz no se llama Alejandro Reyes, se llama Diego.—Su hija abrío los ojos con sorpresa, intentando descubrir de que se trataba, suscitandola a que siguiera.—Diego...fue mi primer amor.

—¿Que? No no mamá, es que...—Se alejo de Cristina y la miró profundamente, le parecía un disparate, se había acoplado al capataz, compartiendo momentos por las tardes, pláticas interesante, pero un detalle en especial le llamó la atención, su repentino interés por saber de Cristina, las veces que le había dicho lo mucho que se parecía a ella, y esa vez...


¿Porque Debo Quedarme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora