Capítulo39-Tranquilidad.

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María se giró algo extrañada, ¿Sería algún nuevo empleado? No creyó haberlo visto antes, él la miraba de una forma extraña, como que si estuviese feliz de verla.

--¿Si?

Tantos años añorando ese momento y ahora que la tenía frente a él no sabía cómo reaccionar, era inexplicable el sentimiento, ¿Pero que le podía decir? Ni siquiera podía abrazarla, decirle cuánto había deseado conocerla, que en todos esos años nunca había dejado de pensar en ella y en...Cristina.

--Eres idéntica a tu madre...--Susurró incrédulo del increíble parentesco que tenía con Cristina, era preciosa. La vio sonreír algo sonrojada y su corazón dió un vuelco, galopaba a mil.--Mi nombre es Alejandro Reyes, soy el nuevo capataz de la hacienda.

--Es un placer.--Le extendía la mano en forma de saludo, cosa que él no dudó en aceptar.--espero que le guste el lugar, ya había escuchado algo de usted.

Daniel sonrió sin poder ocultar la alegría en sus ojos.

--El placer es todo mío, y si de hecho acabo de recorrer algunos lugares de la hacienda y es verdaderamente preciosa, ¿Te gusta montar?.--Cuestinó señalando el pequeño potrillo.

María se giró hacia el pequeño caballito y asintió sonriente, era lo que más le apasionaba, pero lo que más le encantaba era cuando lo hacia con su papá, eran momentos que ella atesoraba.

--Si me encanta, siempre lo he hecho desde que estaba muy pequeña, papá siempre me decía que cuando cabalgabas te sentías libre, te olvidas de todo tipo de problemas y es verdad.

Daniel se incómodo un poco con lo que acaba de decir, era como que si de golpe lo devolvieran a la realidad, Tenía que tener muy presente que para ella su padre era Federico y él no podía hacer nada para cambiarlo <<por los momentos>>. Sintió impotencia por la vida que le había tocado, no la había visto crecer, ni había sido él quien la enseño a montar, ni siquiera fue a él a quien le dijo papá por primera vez, tiempo que se va no vuelve, así era la vida, tendría que aprender a vivir con ello.


...





--Hola papá.--Decía mientras se acercaba y lo abrazaba fuertemente.--¿Sabes que te amo?

Federico no pudo evitar sonreír, conmovido por lo que le acaba de decir su pequeña.

--Yo también te amo hija, tú y Cristina son lo que más adoro en esta vida.--Aseguró contento.

Cristina observaba todo más feliz que nunca, se le apretujaba el corazón de tanto amor, se decía que todo lo que tenían no lo cambiaba por nada del mundo, no ahora que todo parecía marchar tan bien entre ellos.

--Mamá ven.--Le hacia señas para que se uniera a ellos.

Cristina suspiro extasiada mientras se unia a tan precioso y cálido abrazo, ¿Que más podía pedir?. <<Tranquilidad>> solo eso quería.

Parecían la típica familia feliz, sin ningún tipo de remordimiento ni dudas, Cristina deseo congelar ese momento para siempre.

Permanecieron así por algunos segundos hasta que se fueron separando poco a poco pero no del todo.

--Hace rato conocí al nuevo capataz.--Cristina dejaba de sonreír mientras se removía incómoda.--me cayó bien, parece una buena persona.

--Solo espero que pueda adaptarse pronto y haga las cosas bien.

--Hija, no creo que este bien que te acerques a él, digo acaba de llegar y aún no lo conocemos...--Soltó tratando de sonar tranquila, como si de cualquier tema se tratase.

Federico lo pensó un poco, pero lo descartó de inmediato, Cristina solo la protegía o eso quería creer.

--Quizás tú madre tenga razón, Daniel dijo que era una excelente persona, pero en estas cosas uno nunca sabe.

--No se preocupen no parece ser alguien que quiera hacer daño.--Cristina solo sonrió con ironía, eso era lo que ella pensaba.--está tarde le mostré las caballerizas y varias cosas de la hacienda, creo que le tomará el hilo bastante rápido.

Federico asintió orgullosa de su pequeña. Toda alegría de momentos antes se había esfumado en Cristina, el solo pensar a Diego cerca de María la aterraba no podía permitirlo, todo eso tenía que terminar pronto, porque las cosas pintaban por acabar mal y no podía permitir que eso pasara. Estaba segura de que detrás de todo eso también estaba Mónica, era más que obvio.

--Bueno iré por un baño, los veo luego ¿Si?.--Beso en la mejilla a cada uno de ellos y se marchó ajena a todo lo que pasaba por la mente de Cristina, realmente le había agradado Alejando quizás serían buenos amigos.

Federico acarició el rostro de Cristina y sonrió.

--¿Ya te dije que te amo?.

Ella sonrió con un deje de tristeza mientras cerraba los ojos sintiendo su tacto.

--No, creo que hace horas que no me lo dices...

--En ese caso, quiero que sepa que la amo señora Cristina que es lo mejor que me ha pasado en esta vida.

--Yo también te amo Federico...con todo mi corazón.--Murmuro con un nudo en la garganta y con el corazón a mil, se acercó un poco más él hasta rozar sus labios.

Él la tomó por la cintura y acortó el poco espacio que quedaba entre ellos, podía sentir como se le aceleraba la respiración, aspiro su aroma con satisfacción mientras Cristina se acomodaba entre sus piernas, sintiendo todo su calor. Era increíble como ese hombre hacia que se olvidara de todo, era todo lo que necesitaba.

Federico la besó con ardor y ternura a la vez, mientras acariciaba sus piernas, que no pudiese verla hacia que la deseara aún más, por el simple hecho de imaginar todo lo que esa gloriosa mujer le ofrecía, su mujer.

--Me encantas Cristina.

Ella solo sonrió mientras lo ayudaba a deshacerse de la ropa, jadeó cuando sintió como su brasier se desprendía de su cuerpo.






¿prosigo?

¿Porque Debo Quedarme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora