Capítulo 43-Memorias.

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Diego la tomaba con fuerza besandola con Frenesí, como queriendo ser salvado por ella necesitaba de Cristina, volver a tenerla era la gloria, ya no podía soportarlo la seguía amando y todas esas heridas que había creído curadas le amenazaban con querer abrirse nuevamente. Estaba furioso con  consigo mismo, con la vida, con ella...pero Cristina se negaba a querer corresponderle el beso y eso lo enfureció aún más. Ella se negaba rotundamente estaba conciente de todo lo que eso implicaba.

--Tú crees que yo quiero estar aquí.--Decía con la voz rota, su respiración estaba acelerada al igual que la de Cristina, aspiraba su delicioso olor y maldecía por no poder tenerla.--ver como te paseas del brazo de ese imbécil, mientras que yo estoy aquí, deseando arrancarte de los brazos de ese maldito infeliz, ¿no te das cuentas?.--Su mirada se entristecia lleno de impotencia.--Nunca pude olvidarte Cristina.--La apretujaba aún mas fuerte, con desesperación buscando una respuesta a todo eso.

Ella solo lo observaba en silencio aún anonadada por lo que acababa de ocurrir, temblaba tenía un millón de sentimiento encontrados, se sentía extraña, por un momento se compadecio de él, tan solo era otra víctima, también estaba sufriendo, pero se estaba equivocando en muchos aspectos y le estaba haciendo daño.

--No hagas esto...me estas lastimando.--Tragaba con dificultad, tenía un nudo en la garganta. Una lagrima traicionera corrió por su mejilla y a ésta la siguieron muchas más.--lo qué un día tuvimos ya no puede ser, todo es diferente ahora.

Diego la miraba fijamente queriendo descubrir lo que ocultaba su mirada y no encontró más que dolor, miedo...se le estrujó el corazón cuando la vio lagrimear, no era un desalmado y se sintió mal por hacerla llorar, aflojo un poco su agarre pero no la soltó, no quería hacerlo.

--No quiero hacerte daño.--Ella sonrió con ironía por lo que acababa de decir, la sentía tan indefensa tanto, que le hizo recordar a la Cristina que había conocido años atrás, respiró hondo tratando de tranquilizarse y finalmente la soltó.--esto no tenía porque acabar así...

Intentó acariciar su rostro y limpiar las pequeñas gotitas que por ahí se deslizaban, pero Cristina rápidamente se aparto de él tomando distancia, tanto física como emocionalmente, la había desestabilizado al grado de querer gritar sin importarle nada, todo eso le producia náuseas. Estaba alterada sin poder calmar su corazón desenfrenado.

--Tienes que irte.--Le suplico luego de unos momentos de interminable silencio. Su rostro cambió a uno muy sereno mientras se limpiaba las lágrimas, necesitaba alejarse, pensar y quizás sacar todo eso que tenia atorado en la garganta.--esto no puede volver a pasar.--sentencio mirandolo fijamente.--no es correcto.

Diego se paso las manos por el rostro en clara señal de frustración, miro por unos segundos hacia el techo y dejo caer sus manos a los costados.

--Hablemos, tenemos que hacerlo Cristina.--Intento acercarse a ella pero ella retrocedio negando.--no te haré daño, no temas.

--No se si quiera hacerlo, no te tengo miedo.--miró a todas y partes y cerro los ojos pensando en que alguien los podrían ver, si es que ya no lo habían hecho, ¿cuanto tiempo habría pasado?.--tengo que irme.--se giraba con intenciones de marcharse de ese lugar.

--Cristina.--ella se detuvo pero no volteo a mirarlo.--Por favor, hablemos, por el bien de los dos...de todos.

Ella se mantuvo en silencio por unos segundos que para él fueron interminables, hasta que la vio marcharse sin mirar atrás, dejandolo tan sólo como años atras lo había hecho.







Miraba a todas partes buscando a Federico, pero no lograba encontrarlo. Se frotaba los brazos tratando de tranquilizarse un poco, tenía el estómago revuelto y un muy mal sabor de boca y todo gracias al torbellino de emociones que en ese momento la atacaban, mantuvo la mente en blanco en todo el trayecto. Se acercó al joven con quien lo había dejado un tanto preocupada.

--Antonio donde esta mi marido.--El muchacho se giro hacía ella mirandola de una manera que no logró decifrar, quizás eran cosas suyas.

--Él patrón se fué con la señorita María, creo que iban a dar una vuelta. ¿No los vio?.

--No...no gracias Antonio.

Por alguna razón sintió un tirón en el pecho, no le gustaba nada de lo que estaba pasando. Cerro los ojos y contó hasta 10, regresó a la casa con la esperanza de encontrarlos.

--Vicenta.--La llamó al verla bajar las escaleras.--¿Federico ya regreso?

--Si, esta en la recámara con María, no se siente muy bien.--La vio abrir aún más los ojos.--Tranquila pequeña, es la jaqueca de esta mañana. Pero tú.--Se posaba frente a ella y la tomaba del mentón examinandola.--tienes algo.

Cristina se limitó a suspirar tratando de alejar las lágrimas que amenazaban con salir. Quiso abalanzarse a sus brazos y echarse a llorar, pero no era el momento.

--Que bien me conoces...--Sonrió forzadamente aspirando con fuerza.--Iré con Federico. Prometo contarte después.

Vicenta solo sonrió, comprendiendo el estado en que se encontraba, sabía perfectamente que la tenía de esa manera, por mas vueltas que le daba a la situación solo veía una salida. Muchas personas saldrian lastimadas de eso no había duda.

Se detuvo frente a la puerta por algunos segundos, sus manos temblaban, agradeció que Federico no podría mirarla a los ojos, con ellos podría gritarle todo lo que no podría con palabras.

--Federico.--Murmuró angustiada, María estaba recostada con él en la cama, el corazón se le apretujo aún mas.--porque no me llamaron, ¿como te sientes?.

--Solo es la jaqueca.--Cristina se sentaba a un lado de la cama muy cerca de ellos.--estoy bien mi amor, fui a caminar con mi hija y no lo se...no me sentí muy bien.--Ella le tomaba una mano y él la apretó suavemente.

--Sí mamá, quise buscarte pero ya nos habíamos alejado, proferi venir para que descansara, perdón si te preocupamos.

--Llamare al Doctor.--Respiró no menos tranquila, María la miraba fijamente, últimamente sentía que la acusaban de algo.

--No es necesario, creo...--su semblante cambiaba a uno más serio.--que estoy comenzando a recordar.









¿Porque Debo Quedarme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora