Capitulo 48-¿Lo soy?.

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Cristina abrió los ojos totalmente desorientada, se sentía cansada, arrugó la cara con incomodidad, ese olor a alcohol comenzaba a molestarle, todo su cuerpo parecía estar agotado. Se incorporó un poco y se encontró con que no estaba sola, varias personas la cuestionaban y ella solo miraba a una en especial, una que sabía que no podría mirarla aunque estuviese muriendo por hacerlo. Comenzó a recordar lo que había sucedido y apartó la mirada de él, no sabía que pensar o sentir, pero su corazón estaba herido.

--Como te sientes Cristina.--Preguntaba la anciana llamando su atención, la observaba con curiosidad no era la primera vez que ese tipo de cosas pasaban, solo que nunca había llegando tan lejos.

--Mejor.--Murmuro algo adormilada, tratando de tranquilizar las miradas punzantes.--que me pasó.

--Te desmayaste.--Hablo lo más calmo posible, permanecía quieto y con un millón de sentimientos encontrados. su corazón aún latía frenetico, la peor de las sensaciones sin duda. La desesperación que había vivido cuando Cristina le había dejado de hablar, su mujer se desvanecía, su hagarre había Sido débil y él lo único que logró hacer fue tomarla entre sus brazos antes de caer con ella al piso, sin entender que sucedía y sin poder siquiera mirarla, esa sensación de impotencia que lo acompañaba. Muchas emociones por un día, más de las que pudiese soportar.--el doctor viene en camino a verte.

--No es necesario, estoy bien.

María se sentó junto a ella tomando una de sus manos con dulzura. Mirandola con ternura cosa que hizo que el corazón de Cristina brincara de emoción.

--No es cierto, hace días estás rara. No quiero que nada malo te pase mamá.--su voz se quebraba y sus ojos se llenaban de lágrimas. Cristina quiso impedir esa tristeza en los ojos de su hija. Había escuchado los gritos de su padre desde la escalera, esas cosas no solían suceder, cuando entró al despacho la escena que encontró le partió el corazón, los dos estaban tirados en el piso y él pedía ayuda haciendo todo lo posible por hacerla reaccionar.

--Pequeña, nada va a pasarme.--Tomó uno de sus mechones y lo acarició con cariño, haciéndole ver qué todo estaría bien le sonrió.--no llores preciosa, solo estoy cansada, creo que tantas preocupaciones encima comienzan a pasarme factura.

--¿Estás segura? Igual te va a ver el doctor mamá, es mejor sacarnos de dudas. No es la primera vez que me dices lo mismo.--La acusó sin creerle, era lo mismo de Siempre, las mismas palabras.

--Supongo que no tengo otra alternativa, además si con eso te sientes mejor.--Beso su mejilla y la abrazo, queriendo unirla a ella, necesitaba de ese abrazo, María se aferraba a ella sin entender porque tenía la necesidad de reconfortarla y sin duda Cristina lo agradecia en silencio, necesitaba fortaleza para seguir adelante, sanar el dolor que estaba sufriendo.

Vicenta entendío que lo mejor era ir por algo que pudiera levantarle el ánimo, su rostro podía gritarle lo más que se sentía, aunque no lo admitiera.

--Voy a prepararte un té, no tienes buen color.--Se despidió Vicenta, decidida a descubrir los secretos más profundos de Cristina, le señalo antes de salir que tenían una plática pendiente.

--Hija, puedes ir por un vaso con agua por favor.--Dejar las cosas a medias no era lo que quería, estaba decidida a terminar ese asunto. De lo contrario se seguirían haciéndo daño.

--Claro ma, ya regreso.--Le sonrió y miro a su padre, tratando de descubrir que pasaba por su mente, hasta que finalmente salió de la habitación.

--No vuelvas hacerme esto, casi me vuelvo loco de la desesperación...--Ella bajo la mirada desalentada intentando alejar aquellas lágrimas que querían volver a salir.--Crei que te perdia.--Murmuro con tristeza.

--No fue mi intención, creo que tantas emociones por un día fueron suficientes.--Entrelazo sus manos sobre su vientre y acarició el anillo que lo unia a él, sin entender porque todo comenzaba a salirse de órbita.--ya me siento mejor, solo necesito descansar un poco.--Suspiro y ahora lo miraba a él, parecía dudar en las cosas que diría.--Lo de hace rato...

Federico negó y se sentó en la cama, dejando una distancia considerable entre los dos.

--No es necesario hablar de eso ahora, solo quiero que estés bien y ese tema en definitiva nos altera a los dos.--No había pensado en nada referente a eso, en su mente solo estaba ella, la escalofriantes sensación de perderla lo estaba matando.

--Pero es necesario hacerlo, aunque duela.--Jadeo con sopresa cuando él acarició uno de sus pies, parecía divagar en sus pensamientos.--¿Aún sigues creyendo que María no es tú hija?.--Él se giró hacia ella, mientras se quedaba quieto.

--No, supongo que me deje llevar por todas esas cosas que...--Se pasaba las manos por el rostro con pesar, el aroma de Cristina llegaba hasta el, colándose en lo más profundo de su corazón.--estaba muy confundido, no sabía que pensar ante todo esto. María es mi hija Cristina la ame desde el primer día que supimos que sería una niña, nada iba a cambiar si todo resultaba ser cierto, igual la seguiría queriendo.

Cristina trago en seco dolida, él no confiaba en ella, había creído que las cosas serían diferentes pero claramente no era el caso.

--Pero no lo es, no comprendo como pudiste llegar a dudar de que ella fuera tu hija, no soy una desalmada Federico, no como ellos quieren hacerte creer.Yo te amo, pero mientras sigas rodeados de ellos estás cosas seguirán pasando.--Exalo con fuerza tratando de acompasar la respiración, Federico tenía razón, ese tema le alteraba los sentidos.--te harán dudar en cada oportunidad que se les presente y tú no haces nada al respecto, ellos no me quieren junto a ti y lo sabes.

--No lo hacen con mala intención.--Cristina bufó en desacuerdo, irritada.--Ellos no fueron los que me dijeron que María no era mi hija.

María se detuvo en la puerta, parpadeando mientras los miraba a los dos con incredulidad, algo en su pecho se rompía. Cristina la miro y supo que los había escuchado, seguramente distorsionando todo en su mente.

--Maria...

Federico se levantó buscando a la joven entre la oscuridad, su pequeña seguramente los había escuchado.

--Hija...--La llamo intentando permanecer tranquilo, pero estaba muy lejos de estarlo.

--¿Lo soy?.--El vaso entre sus manos temblaban mostrando lo desestabilizada que la habían dejado aquellos palabras.







Gracias por todo el opoyo que me han brindado, se les quiere 💙

¿Porque Debo Quedarme?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora