Capítulo 36:

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Corría como loca por los pasillos.
Hasta que encontré a los doctores. Mi corazón parecía querer salir de mi pecho, mi cara estaba completamente empapada.

-Ayuda, por favor, él príncipe está mal, necesito que lo ayuden- gritaba, todos me miraban.

Los doctores corrían a la habitación de Chace con la máquina de electro choque, estaba demasiado asustada. No me dejaron pasar al cuarto, así que tuve que bajar de nuevo con los chicos.
A Chace le había dado un paro y no sabía si podía estar estable de nuevo.

-¿Hey, qué pasa?- Jonathan fue el primero en hablar.

Yo ni siquiera tenía palabras, no podía asimilar lo que estaba pasando. Sólo me quedé mirandólo, no podía hablar, no paraba de llorar, el miedo me consumía.

Matías se acercó a mi y tomó mi mano, me acompañó a sentarme. Apreciaba el hecho de que él estuviera aquí y me apoyara.

-Dan dijo que alguien más venía con él, había una chaqueta y botellas de alcohol vacías, pero Chace no tiene ni una gota en su organismo- se acercó Jonathan- su cara sólo reflejaba preocupación.

-¿Dónde está mi bebé?- la reina entró mirando a su alrededor. Yo ni siquiera levanté el rostro para mirarla.

Nadie tenía información de nada, no sabíamos absolutamente nada de su estado, nadie sabía que había pasado. 

No podía imaginar el dolor de sus padres, más cuando ni los doctores tenían respuesta.

-¿Eleonor?, oh, cariño, gracias por estar aquí- la reina me abrazó.

-¿Le dijeron algo?- sabía que ella ya había preguntado sobre él. Negó con la cabeza.

Yo intentaba calmarme, pero simplemente no podía, no entendía ni siquiera que hacía él aquí. Me sentía terriblemente culpable. Todos en el lugar estábamos demasiado preocupados, los de seguridad ya no sabían que hacer para evitar que los camarógrafos entraran.

Pasaron minutos, que parecían horas y un doctor se acercó, pidió hablar con sus padres y se alejaron. No alejé mi vista de ellos, así que pude ver como la reina se desvanecía en los brazos de su esposo, el rey estaba en shock. Como pudo la ayudó a sentarse, ella no paraba de llorar. Entonces supe que eran muy malas noticias.

Él rey se acercó y habló.

-Está en coma- pude ver como las lágrimas comenzaban asomarse en sus mejillas.

De nuevo comencé a llorar, Matías no dejaba de abrazarme. Jonathan tenía su rostro escondido entre sus manos. La desesperación era notable, todos queríamos que él estuviera bien.

-Estoy seguro de que va a despertar, sabes que él es demasiado fuerte- susurró Matías en mi oído.

Yo lo único que podía pensar es queprobablemente nunca despertaría, tardaría meses e incluso años si lo hacía. El miedo no sesaba. En mi cabeza se repoducían una y otra vez su risa, su sonrisa coqueta, cuando me miraba fíjamente.

Mi pecho dolía, como si se estuviese prendiendo en llamas. Quizá no todo fue perfecto con él, pero realmente dolía que él tuviera que estar pasando por esto. Me ponía a pensar como la vida cambía tan drásticamente, era algo increíble e incompensible. Todo puede estar bien pero en meos de un segundo el mundo se puede venir abajo. 

Nunca valoramos a las personas como debemos, nunca perdonamos, cuando la realidad es que no sabemos si volveremos a ver a esa persona. Nunca sabemos el dolor tan inmenso que nos dejará si algo le pasa. 

Las horas pasaban, ninguno se quería mover de ahí. Ni siquiera Matías, sabía que estaba preocupado por mí pero también por Chace. Él rey dijo que después avisarían si podíamos pasar, porque él aún estaba en terapia intensiva. Ninguno de nosotros hablaba, los camarógrafos se habían ido, la gente de la sala se iba poco a poco, estaba casi vacío. Era de madrugada, todos estábamos muy cansados. Sólo nos encontrabamos en espera de que él doctor dijera que podían pasar a verlo. Y así fue, después de mucho tiempo, una doctora se acercó.

-Pueden verlo, está en el tercer piso, habitación  19- Su madre fue la primera en ponerse de pie.

Pasarían ellos, después Jonathan y por último yo. Matías me esperaría para llevarme a casa.

Estaba ansiosa por verlo, necesitaba estar un rato con él, sentía que el tiempo pasaba cada vez más lento. Después de un rato sus padres ya habían bajado a con nostros, yo movía mi pie impaciente, aún más cuando miré a la reina que venía hecha pedazos.

-Ve primero tú, estoy seguro que es más importante que lo veas primero- me dijo Jonathan.

Le dí las gracias y me alejé de ahí, tenía demasiado miedo. Sabía que sería doloroso verlo ahí, sin moverse, sin abrir sus hermosos ojos. 

Estaba a un paso de entrar a su habitación, la abrí con demasiado cuidado, no había nadie más que él ahí. Había más cables conectados por todo su cuerpo. Su rostro estaba demasiado pálido, la máquina hacía el ruido de siempre, tenía miedo que de nuevo comenzará a sonar deseperadamente.

Poco a poco me acerqué aél.

-Joder, Chace, no sé para qué demonios viniste- tomé su mano de nueva cuenta. 

No podía dejar de sentir culpa por no haberlo perdonado, mi corazón se hacía pedazos al mirarlo en éstas condiciones, él no se merecía estar así.

-Si tan sólo abrieras esos lindos ojos otra vez, son tan bellos- acariciaba su rostro.

Me dedicaba simplemente a admirarlo, no sabía cuanto tiempo llevaba ahí, pero no quería irme.



Casada con él príncipe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora