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Maratón 6/6




Camila se despertó en mitad de la noche. Por un instante no supo dónde se encontraba, hasta que oyó la profunda respiración de Michael y sintió su brazo rodeandola protectoramente por la cintura.

Cuando el servicio de habitaciones los despertó por la mañana, Michael volvió a ser tan bromista y encantador como siempre. Le sirvió el café, le unto de mantequilla los cruasanes y le embadurno los labios con mermelada para lamerselos.

Luego la llevo al cuarto de baño, pero no se metió con ella en la ducha.


-Si me ducho contigo se nos hará muy tarde.

-¿Vas a decirme de una vez a donde vamos?

-A nuestra luna de miel- fue su única respuesta.


Camila no supo cuál era su destino hasta que anunciaron el vuelo en el aeropuerto.

-¿A Nápoles? ¿Vamos a Pompeya?

-Y a Herculano- le sonrió- Te dije que te encantaría.


Tanto como a el. Para Michael no había mejores vacaciones que recorrer ruinas antiguas.

Cuando llegaron a Nápoles,  descubrió que Michael había alquilado un apartamento en un palazzo del barrio viejo. Una vez más, el insistió en cruzar el umbral con ella en brazos.

El apartamento era precioso. Altos techos, suelos de terracota y colores claros en las paredes. Camila se asomó a la ventana y vio un balcón con una vista espectacular de la bahía y del Vesubio.


-Es maravilloso, Lo. Realmente perfecto.

-Estupendo, porque tenemos que hacer una cosa antes de deshacer el equipaje- volvió a levantarla en brazos y la llevo al dormitorio.

-¡Michael!

-En Nápoles se come muy tarde, así que tenemos tiempo de sobra.



Fue la semana perfecta. Desayunaban café y pasteles en la calle y se pasaban la mañana visitando museos e Iglesias. Al mediodía almorzaban al aire libre y pasaban la hora de la siesta haciendo el amor en la habitación.

Tal y como Michael le había prometido, pasaron un día en Herculano y otro en Pompeya.



-Que bonito es ver a una pareja que se siguen comportando como recién casados después de llevar juntos tanto tiempo- les dijo una sonriente turista de avanzada edad.

Michael y Camila se miraron el uno al otro.


-La verdad es que estamos de luna de miel- explicó Michael amablemente- Nos casamos el fin de semana.

-¡Oh!-la señora se puso colorada- Les pido disculpas. Es que al oírles hablar he notado que cada uno acababa las frases del otro, igual que hacíamos mi difunto marido y yo después de cuarenta años.

- En cierto modo tiene razón- dijo Camila- Hace muchos años que nos conocemos.

-Pero tardaron un poco en descubrir lo que sentían el uno por el otro, ¿eh?

-Si, así es- no tuvo coraje de corregir a la señora.

-Los felicito de corazón. Y les deseo que sean muy felices.



Era muy fácil caer bajo el hechizo romántico de Nápoles,  especialmente el día que Michael la llevó a la Gruta Azul en Capri, una cueva bañada de una increíble luz turquesa que parecía el escenario de un cuento de hadas. Pero la excursión del dia siguiente al Vesubio devolvio a Camila a la realidad.


-No sabía que estaba tan baja de forma- se quejó cuando llegaron al cráter tras una fatigosa subida.

-La cuesta es un poco más empinada de lo que acostumbras a subir en Londres. Eres tan vaga que en el metro usas el ascensor en vez de las escaleras.

-¿Vaga yo? Solo te lo parezco porque estás acostumbrado a exhibir tus músculos en las zanjas y excavaciones.

- Si alguna vez te animas a acompañarme estaré encantado de tener una ayudante, cariño-la invito, lanzándole un beso.


Los últimos dos días en Nápoles fueron idílicos. Buena comida, un entorno de ensueño y un sexo increíble.























Perdonen la demora. ☹

En esta semana dará fin...

Un Brote De Esperanza (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora