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Al volver a Londres y a la vida real, Michael empezó a trabajar en su nuevo empleo y pareció encontrarse a las mil maravillas. Pero Camila notó que su jornada laboral se alargaba cada vez más y que cada noche volvía más tarde a casa. Claro que así era Michael. Siempre había sido un adicto al trabajo.

Por otro lado, no había vuelto hablar de los hijos desde que regresaron de Italia.

Camila intentó no pensar en ello, pero el anhelo no desaparecía. Al contrario; cada día se hacia más fuerte.

Michael se tomó dos días libres cuando se mudaron a la casa que habían encontrado en Bloomsbury. Dos días después fue Camila quien volvió a los Costwolds para recoger las cosas que Michael tenía en el desván de sus padres.

-Tipico de Michael- dijo Clara- Nunca cambiará.

-Esta ocupado con el trabajo- lo justificó Camila- Lo siento.

- No es culpa tuya, cariño. Y has conseguido que me llame mucho más que antes. No te esfuerces en justificarlo. Se muy bien como es mi hijo. Lo importante es que te trate bien.

-Todo maravilloso- le aseguro Camila- Me regalo este anillo perfecto y la luna de miel perfecta. Y nuestra nueva casa es lo que siempre había soñado.

-No me refiero a eso- Clara iba siempre directa al grano- ¿Saca tiempo para ti?

-Si-aunque no tanto como a ella le gustaria.

La furgoneta que Michael había contratado llegó al día siguiente para cargar las cajas y transportarlas a Londres. Michael había accedido a estar presente si el conductor lo llamaba media hora antes de llegar, pero cuando Camila entró en la casa, no lo encontró vaciando las cajas como había esperado, sino terminando de hacer una pequeña maleta en el dormitorio.

-¿Michae? ¿Que ocurre?

-Tengo que ir a Yorkshire un par de días. Han encontrado lo que podría ser un barco vikingo bajo un aparcamiento.  Las obras se han detenido y tengo que examinar la zona- señaló las cajas- Si no te importa tenerlas aquí mientras tanto, las vaciare en cuanto regrese.

-Michael, apenas dejan espacio para pasar- ¿y porque no se las había llevado a la habitación libre en el piso de arriba en vez de dejarlas en el vestíbulo?

-Lo siento,  Camz- se pasó una mano por el pelo- Iba a ponerme con ellas esta misma tarde, pero entonces me llamaron de este sitio. Ya sabes.

-Entiendo.

-Si quieres, puedes vaciarlas tu misma o quitarlas de en medio. Como prefieras. No tengo nada que ocultar.

-¿Y como voy a saber lo que quieres conservar y lo que quieres tirar?

-Cualquier cosa que ya tengamos, como los utensilios de cocina y demás, puede ir a una tienda benéfica. Si quieres mezclar nuestros libros en las estanterías, por mi no hay ningún problema. Y te prometo que me ocuparé del resto al volver.

-¿Te vas ahora?

- Claro. De lo contrario perdería medio día de trabajo mañana, viajando hasta Yorkshire. Y si me marcho ahora evitare el tráfico de hora punta-y además llegaría con luz suficiente para echar un rápido vistazo al yacimiento- Me alojare en un hotel en la carretera de Whitby-encendio su PDA y copió un numero- Este es el número, por si lo necesitas.

No tenía sentido enfadarse. Siempre había sabido que para Michael lo primero era el trabajo. Y más le valdría no olvidar que el suyo era un matrimonio de conveniencia.

Michael terminó de hacer el equipaje y le dio un beso de despedida.

-Te llamo en cuanto llegue,¿ de acuerdo?

Ella no estaba de acuerdo, pero por la expresión de Michael que estaba impaciente por marcharse y que haría oídos sordos a cualquier cosa que le dijera.

-De acuerdo. Que tengas buen viaje.

La puerta se cerró tras el, pero Camila no fue a la ventana para verlo alejarse. No tenía sentido. A Michael no se le ocurría mirar hacia atrás y saludarla. En esos momentos ya solo pensaba en el nuevo yacimiento arqueológico.

Como no tenía mejor que haces se puso a ordenar las cajas. Saco los libros de Michael y empleo un par de horas en reordenar los estantes del estudio. Al igual que los suyos, los libros de texto Michael tenían notas en los márgenes.

Tenía una caja llena de carpetas y folios sueltos. Eran sus apuntes de la universidad, Camila no pudo resistirse a hojearlos.  Al fin y al cabo el le había dado carta blanca.

Un trozo de papel cayó de la carpeta que estaba mirando y que correspondía a sus cursos de doctorado.

Los bocetos de Michael eran claros y precisos, pero aquel no era el esbozo de una pieza o el plano de un yacimiento. Era el dibujo de una mujer. Una mujer muy bonita, aunque un poco mayor para ser estudiante.

Había más garabatos en el mismo trozo de papel, junto a algunas notas. Era como si Michael hubiera estado estudiando mientras pensaba en aquella mujer. Una L aparecía varias veces, rodeada por un corazón.

Se le formó un nudo en la garganta y lamentó haber mirado los papeles. Incluso sin la reveladora inicial, sabía que era Lucy. La mujer que le había enseñado a Michael a no creer en el amor. Michael decía haberla olvidado, pero entonces ¿porque conservaba su foto?

El teléfono la sacó de sus divagaciones.

-¿Camz? Acabo de llegar. Bueno, en realidad llegué hace media hora, pero he tenido que ir a echar un vistazo al yacimiento-justo lo que ella se esperaba que hiciera-Es increíble, Camz. Te encantaría. He sacado algunas fotos h te las enviaré por correo electrónico esta noche, cuando las haya descargado en mi laptop. Ojalá estuvieras aquí conmigo. ¿Porque no llamas a Rita y le pides unos días libres?

-No puedo, Michael. Ya ha sido bastante generosa conmigo.

-Lo sé, y lo siento. Estoy siendo muy egoísta. Solo quería compartir esto contigo. Oye, volveré a casa muy pronto. Te llamo mañana, ¿de acuerdo?

Michael no se había percatado de que estaba más seria de lo habitual, pensó Camila mientras colgaba. Porque, como siempre, solo pensaba en el trabajo.

Había cometido el mismo error que con Shawn se había enamorado de un hombre que nunca podría corresponderle.











Un Brote De Esperanza (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora