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No iba a darle ninguna pista sobre su destino ni sobre la boda, pero cuando salieron de Londres por la M4 Camila dio por sentado que se dirigían hacia los Costwolds para casarse cerca de sus respectivas familias.

Sin embargo, Michael tomó una dirección diferente.



-¿Michael? ¿Adonde...?

-Lo sabrás cuando lleguemos allí.

-Eres desesperante.

-Lo sé- afirmó el con una sonrisa.


Llegaron a Bath y Michael aparcó frente a una bonita mansión georgiana en el centro de la ciudad.

-¿Es aquí donde vamos a casarnos?-pregunto Camila, sorprendida.

-Deja de hacer preguntas. Nos alojaremos aquí esta noche.

-Michael, puede que el nuestro no vaya a ser un matrimonio convencional, pero se supone que los novios no pueden verse antes de la ceremonia. Trae mala suerte. Yo vi a Shawn la mañana de la boda.

-Cielo, tu matrimonio no se rompió por eso, sino por casarte con un hombre que no era bueno para ti-le acarició la mejilla- Yo no soy Shawn ni esto será una repetición de tu primer matrimonio. Pero de todos modos dormiremos en habitaciones separadas.

-¿ Cuando veremos a nuestras madres y a Dinah?

- A las seis de la mañana.

- ¿A las seis? ¡ A esa hora ni siquiera ha amanecido!

-Menos mal que eres una mujer madrugadora... -se puso serio-  Tengo que decirte algo, Camila.

-¿El que? - preguntó ella, sintiendo un escalofrío por la espalda.

-No te retrases mañana. Ya se que la novia siempre llega tarde, pero si mañana no somos puntuales, tendremos un serio problema.

-¿A que hora vamos a casarnos?

- A las ocho y media.

- ¿ Me tomas el pelo? ¿ Como vamos a casarnos tan temprano?

- Mañana lo entenderás. 

Se registraron en el hotel y llevaron sus maletas a la habitación de Camila, donde había una botella de champán en un cubo de hielo.


- Tengo que darte tu regalo de bodas- dijo el.

-Yo también.

Michael atenuó las luces, descorcho la botella y sirvió las copas para hacer un brindis.


-Por nosotros.

-Por nosotros- repitió ella.

Michael deshizo su maleta y le entregó un paquete dorado con una cinta naranja. Camila lo abrió y contemplo boquiabierta el collar de perlas negras. No entendía mucho de joyería, pero debían de haber costado una fortuna.


- Son preciosas, Lo.... gracias.

-Feliz día de boda- dijo el mientras ella se las probaba- Son tahitianas, por cierto. Y te quedan muy bien. Podrías llevarlas mañana.

-Claro que lo haré. Quedarán perfectas con el vestido- volvió a guardarlas con cuidado en el estuche y saco su regalo de la maleta- Esto es para ti.


Michael lo desenvolvió y parpadeo con asombro al ver el reloj de cerámica.


- Vaya... Es fantástico. Gracias. También yo lo llevaré mañana-volvio a guardarlo después de habérselo probado y se sentó en la cama- Ven aquí. Quiero darte las gracias como es debido.

-Y yo a ti.



El acto fue tan delicado y perfecto que Camila estuvo a punto de llorar de emoción. Dos minutos antes de la medianoche Michael se levantó, se vistió, se despidió con un beso hasta el día siguiente y se fue a su cuarto.

















Lo siento por no actualizar.

Pero ya estoy devuelta.

El martes empieza el maratón.

Hoy actualicé para que sepan que he vuelto jeje.

Un Brote De Esperanza (Camren Gip)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora