Realidad

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Me despierto sobresaltada y respiro con dificultad, me siento y llevo las manos hacia mi rostro. La luz se enciende y Eduardo me abraza.

–¿Qué paso cariño?

Niego y me apoyo en su pecho.

–Tranquila, solo fue una pesadilla.

Mis lagrimas se deslizan en mis mejillas y no puedo parar de llorar, golpea suavemente mi espalda y me calmo. Besa mis labios y sonríe cuando ya estaba más calmada.

–Vuelve a dormir amor, solo fue una pesadilla. Todo va a estar bien.

Suspiro y cierro los ojos mientras me abraza, ojalá fuera tan solo una pesadilla. Como desearía que Rafael me estuviera abrazando en este momento, pero el tomo su decisión, ya no se pueden cambiar las cosas y lo acepte.

Me acuesto y su brazo esta apoyado en mi cintura, respiro hondo y trato de dormir. Eduardo me abraza con fuerza y mis ojos se llenan de lágrimas.

Al otro día, me levanto temprano junto a Eduardo y me doy una ducha, escucho el sonido del despertador de Constanza y me acerco hacia la puerta cuando no veo la luz encendida.

–Es hora de levantarse.

–Ya voy. –Dice ella molesta.

Voy a mi habitación para cambiarme de ropa y me peino el cabello, me observo en el espejo y suspiro. Mi vida en estos 15 años después de que Rafael se fue fueron iguales, me case, tuve a Constanza, nos fuimos del país y regrese a Argentina cuando mi padre falleció para hacerme cargo de la empresa de la familia mientras que Eduardo obtuvo un puesto importante en la empresa de autos. La familia tiene un buen porvenir excelente pero mi corazón estuvo guardado en todos estos años. Este fue oscureciendo día tras día y me encerre, nunca pude enamorarme de Eduardo y nunca salieron palabras de amor de mi boca, solamente en Constanza pudieron salir.

Era tan joven en ese entonces, tan llena de vida y esperanzas pero caí en la realidad cuando todo se derrumbó. Lo único que supe de el es que se fue a Francia y decidí seguir con mi vida, quisiera poder pensar en el con cariño pero tengo tanto rencor en mi interior. Nunca podré perdonarle lo que me hizo, si no quería abandonar la Iglesia me lo tendría que haber dicho antes de hacerme caer como una estúpida.

Suspiro y dejó el peine arriba del mueble, bajo las escaleras y veo a Eduardo sirviendo el desayuno.

–Hola mi amor.–Sonrie y besa mis labios.

Me alejo de el para caminar hacia Constanza, quien entró a la cocina. La abrazo con fuerza y le sonrió.

–Buenos días hermosa.

–Buenos días mamá. –Me abraza y besa mi mejilla. Se aleja y camina hacia Eduardo. –Buenos días papá.

–Buenos días hija.–Sonrie y besa su mejilla.

Nos sentamos y agarró una tostada.

–Tengo que entregar un trabajo práctico y dar una lección oral. Estoy un poco nerviosa.

–¿Y eso por que?–Le preguntó.–Si estudiaste mi amor. Te va a ir bien, no te preocupes.

Me sonrie y toma mi mano antes de agarrar una tostada. Terminamos de desayunar y por suerte no se está haciendo tarde. Lavamos los platos y los utensilios, el primero en prepararse es Eduardo y besa mis labios antes de despedirse y se despide de Constanza.

Agarró mi bolso y mi hija se pone la mochila. Salimos de la casa y entramos a la camioneta, arrancó el motor y lo primero que hago es llevarla a la escuela. Mi mirada estaba en el camino y en los semáforos observaba a mi hija mientras ella estaba leyendo, se la ve muy concentrada y me doy cuenta de que se trata de su escritor favorito. No me fijé el nombre del libro porque la luz del semáforo se puso en verde, aceleró y llegamos a la escuela. Le doy un último abrazo antes de que se baje del auto.

–Mucha suerte mi amor. Se que te va a ir bien.

–Gracias ma.–Sonrie y besa mi mejilla. Baja del auto y observo a mi hija entrar al Instituto.

Aceleró el auto y conduzco hasta la empresa.

Me hará muy bien distraerme en mi trabajo, es lo único que puede calmar mi mente en estos momentos y alejar a Rafael de mi cabeza.

ObsesionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora