Hablar

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Narra Constanza.

Termine de hacerme algo para comer cuando escucho las llaves de la puerta de entrada y luego la puerta cerrarse.

–Ya llegué. –Dijo mi madre.

Agarro mi taza y camino hasta la sala.

–Hola mi amor. –Ella sonríe y besa mi frente.

–Hola mamá, ¿Cómo te fue?

–Bien, estuve con tu abuela.

–¿Con la abuela? –Arqueo una ceja y se sienta en el sofá.

–Bueno, antes estuve con el. –Suspira. –¿Cómo se fue tu padre?

–No me dijo ninguna palabra, estaba molesto. –Le digo y la miro con seriedad. –¿Amas a ese hombre?

Ella asiente lentamente y traga saliva, en su mirada puedo jurar que hay miedo y me siento al lado, dejando mi taza arriba de la mesa.

–Entonces... ¿Qué haras?

–Quiero divorciarme de Eduardo.

Suspiro lentamente y tomo su mano, se que está asustada pero no veo a mi padre capaz de hacer algo. La abrazo con suavidad y acaricio su espalda.

–Te amo mamá.

Mi madre me abraza con fuerza y se separa un poco para mirarme con una sonrisa.

–Yo también te amo. –Dice emocionada.

–Yo solo quiero verte feliz mamá y con mi padre nunca te vi feliz. En estos últimos días te vi tan cambiada, estás más radiante que antes. Estas hermosa y se que el te hace feliz.

Acaricia mi mejilla y suspira.

–Solo espero que no me odies. –Suelta.

–Nunca podría odiarte mamá. –Sonrió. –¿Por qué piensas eso?

Ella me mira en silencio y vuelve a abrazarme con fuerza.

Narra Gabriela.

Necesito hablar con alguien sobre lo que acaba de pasar hace poco. Ahora me siento peor de lo que me sentía meses atrás. Mi nieta es hija de Rafael... dios mio. Mi niña tuvo todos esos secretos dentro de ella tantos años y nunca hice nada para que ella confiara en mí. Odio tanto el destino que tuvo que sufrir mi hija, ella no se merecía esto. Solo espero que esta pesadilla termine para siempre y Eugenia pueda llegar a la felicidad.

Cuando logre calmarme un poco pensé en llamar a Alejandro, hoy no tengo cita con el y por supuesto no quería molestarlo, por lo que algunas veces deje el celular lejos de mi para no llamarlo, pero había algo en mi que me pedía a gritos por el. Lo necesitaba y eso me volvía loca, el es un muchacho más joven que yo por dios, esto es una locura. Me llevo las manos a la cabeza y respiro hondo. Observo el celular que está arriba de la mesa, resisto lo más que puedo para no agarrar el aparato y lo agarro rápidamente.

Suspiro y al terminar de marcar su número, llevo el celular a mi oreja.

–¿Gabriela?

–Si... soy yo. –Muerdo mi labio. –Siento haberte molestado.

–No me molestas Gabriela y para llamarme es porque es urgente. –Dice con suavidad. –¿Qué paso? –Pregunta.

–Necesito hablar con vos Alejandro. ¿Cuándo podes?

–Podemos vernos dentro de un rato en una cafetería o donde tu quieras.

Pienso por unos segundos y vuelvo a hablar.

–Esta bien Alejandro... ¿en que cafetería nos vemos?

–Conozco una donde estaremos tranquilos.

Me da la dirección del lugar y lo anoto en un papel.

–Gracias Alejandro. –Respiro tranquila.

–Cualquier cosa por tu bienestar Gabriela.

Trago suavemente y corto la llamada. Siento una revolución en mi estomago después de hablar con el, este sentimiento es tan nuevo en mi que no se que debo hacer... estoy tan confundida.

ObsesionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora