Te necesito

504 29 2
                                    

Narra Alejandro.

Nunca espere una llamada de Gabriela, me desconcertó tanto pero que bien me hizo escucharla, se que la oía preocupada y eso me revolvía el estómago. Me necesita y por dios, siempre estaré para ella cada vez que me necesite. Suena tan descabellado, ella es más grande que yo y es mi paciente, pero no lo puedo evitar, hay algo fuerte que me está pasando y no me importa que ella sea mayor que yo o sea mi paciente.

Salgo de mi casa rápidamente y entro a mi auto, conduzco hasta la cafetería del centro y bajo del auto, estoy tan ansioso que llegue temprano, pensando que no la encontraría debido a lo temprano que llegue y la veo sentada en una de las mesas alejadas. La veo un poco nerviosa y no puedo evitar sentirme de la misma manera. Entro en silencio y le doy un beso en la mejilla, me detengo por un momento y puedo oler su suave fragancia. Ella se aleja para sentarse al frente y la miro.

–¿No va a pedir nada?

–No tengo apetito. –Suspira. –Paso algo con mi hija y todavía no puedo creer lo que me conto. –Me mira nerviosa.

–Primero. –Tomo su mano. –Tranquilizate y dime lo que paso. –Intento tranquilizarla y acaricio su piel suave.

Gabriela respira hondo y junta sus labios por un momento.

–Me dijo que su marido no es el padre de mi nieta. –Suelta y traga saliva, dejo que prosiga. –No lo podia creer y termino peor cuando me dijo quien era... ella estuvo con un sacerdote antes de casarse... por ese matrimonio ella termino lejos del hombre que amaba. –Suspira. –Cuando me lo dijo me senti peor. Mi hija me dijo que el hombre la dejo por el matrimonio.

–Si te sientes culpable Gabriela, no lo tienes que hacer. Son cosas que pasan, el hombre la abandono. Si el no lo hubiera hecho seguro que todo iba a ser diferente.

–Antes se iban a escapar...

–¿Viste? Tu no tienes la culpa de nada.

Agarro su mano con fuerza y con la otra ella se la lleva a la cabeza.

–Puede ser pero eso no quita todo el lio que hay en mi cabeza. Siento que voy a explotar.

La miro con tristeza y siento que mi corazón se quiebra al verla de esta manera. Mi corazón me pide a gritos que la abrace... si tan solo pudiera.

–Mi vida es un quilombo.

–Como la de todos Gabriela, tendrás que dejar que tu hija cambie su vida. Tu ya no puedes meterte mas porque mira como estas, no te apagues...tu hija ya te dijo todo, deja que ella haga lo que tiene que hacer, ya hiciste todo, te escucho y ahora es el turno de ella.

Me mira con los ojos llorosos y mira nuestras manos entrelazadas.

–Gracias por escucharme Alejandro. No tenia cita con vos y aún así aceptaste.

Sonrio y paso su mano por su mejilla.

–Siempre que me necesites voy a estar.

Ella también sonríe y baja la mirada por un momento.

–Creo que será mejor que me vaya, siento haberte robado tanto tiempo.

–No lo hiciste Gabriela, no me robaste nada.

Gabriela me mira con suavidad y traga saliva, ahora esta nerviosa y el aire es tan tenso. Ella se levanta y la acompaño hacia la salida.

–Espero que después me llames para decirme si estas bien.

Ella asiente lentamente y no puedo resistirme a abrazarla con suavidad. Nuestros labios están tan cerca que puedo sentir su aliento, humedezco mis labios y cuando estoy tan cerca, Gabriela se aleja un poco.

–Hasta luego Alejandro.

–Adios Gabriela. –Suspiro.

ObsesionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora