Silencio

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Narra Gabriela.

Estuve preocupada por mi hija todo el día, la llame un montón de veces y no contestaba sus llamadas. Llame a Constanza y su celular estaba apagado. Yo estoy segura que algo paso y lo peor es que no se nada de ellas.

Casi no pude dormir y dejé de lado la idea de hablar con Alejandro, no quería molestarlo y cada vez que se comportaba de ese modo tan protector me volvía loca. Mañana tendría que ir a su sanatorio, pero no ire, tengo otras cosas para preocuparme y no quiero confundirme más de lo que estoy. ¿Cómo me voy a enamorar en esta altura de mi vida? Es patético que me pase una cosa así, más con alguien más joven que yo.

Llego el día siguiente y gracias a dios que Constanza me estaba llamando.

–Las estuve llamando todo el día, ¿Qué les paso?

–No estamos en casa abuela, nos fuimos.

Hubo un largo silencio y saber esto hizo que me preocupe cada vez mas.

–¿Qué paso Constanza? No te quedes callada.

–Eduardo volvió. –Suspira, –Parece que se entero que mamá tiene un amante y se atrevio a pegarle.

Tengo que sentarme para no caerme por lo que acabo de escuchar. ¿Ese hijo de puta se atrevio tocar a mi hija?

–¿Dónde están ahora?

–Luego te voy a decir, ahora me tengo que ir. Cuando termine te llamo, ¿si? Te amo.

–Yo también te amo.

Corto la llamada y llevo las manos a mi cabeza. Esto tiene que ser una broma, por suerte ella ya se fue de aquel lugar pero por dios, ese hombre resulto ser un monstruo.

No atendí los llamados, ni siquiera me fije quien me llamaba. Solamente deseaba que esto solamente fuera una pesadilla. Salte un poco cuando escucho el timbre de mi casa, tardo unos segundos en fijarme quien es. Abro la puerta y me quedo en silencio, Alejandro está frente de mi, mirándome seriamente.

–No apareciste en toda la mañana. ¿Qué te paso?

–No estoy bien Alejandro, creo que será mejor que te vayas.

–¿Por qué?

–Quiero estar sola, por favor. No estoy de buen humor.

–Gabriela por favor, vine hasta aquí porque me importas. ¿Aun no te diste cuenta de lo que significas para mi?

–No soy una adolescente Alejandro. –Le digo con seriedad. –No quiero más juegos.

–No estoy jugando. –Se acerca hacia mi y me toma suavemente de los hombros. –Nunca jugué contigo y siempre quise ayudarte.

Nos quedamos en silencio y acaricia mi cabello suavemente.

–Me estoy enamorando de ti Gabriela.

Cierro los ojos con fuerza, quiero apartarlo de mi. Que se aleje pero no puedo, no tengo más resistencia. El solo acerca sus labios hacia los mios y me besa con suavidad. Quiero poner las manos en su pecho y alejarlo de mi pero sus labios me mantienen cerca y dejo que me bese con pasión. ¿Es que será verdad que el se este enamorando de mi? Yo soy mucho más grande que el, seria imposible que estemos juntos...

Nos separamos y Alejandro sostiene mi cabeza con sus fuertes manos. Nos quedamos mirando en silencio hasta que corto con el momento mágico.

–No creo que sea lo correcto Alejandro... eres mas joven que yo.

–Eso no me importa. ¿A vos te importa la edad?

–No pero la gente va a criticar, seguramente que tus amigos se reirán de ti. Eres joven Alejandro, no vale la pena estar conmigo.

Apoya su frente con la mía y acaricia su mejilla.

–Te quiero Gabriela, eso es lo único que me importa.

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