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Narra Eugenia.

Estuve ocupada en toda la mañana en mi trabajo que ni siquiera me detuve a comer algo en media mañana. Salgo al mediodía después de una reunión, conduzco hasta mi casa y cuando llego, estaciono el auto en la vereda del frente y bajo del auto. Abro la puerta de la casa y largo un suspiro cuando estoy dentro de mi hogar. Dejo mis cosas en la mesa de la sala y camino hacia la cocina para poder prepararme algo, siento tanta hambre que me podría comer toda la heladera. Enciendo la luz de la cocina y salto al ver a Eduardo sentado en una de las sillas de la cocina. El me está mirando con seriedad y yo trato de reaccionar, tardo unos minutos en hacerlo y doy un paso hacia atrás.

–Me hiciste asustar Eduardo... pensé que vendrías mañana.

–Que raro que te acuerdas, como te olvidaste de escribirme en este tiempo. –Levanta los hombros.

Se pone de pie y siento algo de miedo al verlo mejor, su rostro está tan raro... es como si estaría reprimiendo algo.

–¿No me vas a preguntar como me fue? ¿Nada?

–Por favor Eduardo, no empecemos. No quiero nada de juegos.

Suspiro y cuando estoy por ir a la heladera, me toma del brazo y lo aprieta con fuerza, me esta lastimando y quiero separarme de el.

–Sueltame Eduardo, me estás lastimando.

–¿En serio lo hago? –Veo como su rostro cambia y su mirada esta perdida. –Tu siempre me lastimaste y no hiciste nada para cambiar.

Intento safarme de el y lo empujo para alejarlo de mi.

–Estas loco Eduardo, no se que mierda te paso pero estás loco.

–Tu y ese hijo de puta me volvieron loco. Se que volviste con el. –Me toma con fuerza. –Con todo lo que te hizo y tu sigues con el.

–Por tu culpa nos separamos. –Le digo enojada. –Y si, volvi con el y lo amo. Lo amo como a nadie ame en mi vida. –Grito.

–¿Y a mi? Hice todo por ti, aguanté tu frialdad, aguante todo para que al menos me ames un poco y nada. Solamente soporte tus humillaciones, soporte criar a Constanza sabiendo que no es mi hija.

Abro mi boca por la sorpresa y llevo la mano hacia mi boca. ¿Lo sabia?

–Soporte todo porque te amo, pero ya no más... me vas a respetar de ahora en adelante.

Me toma con fuerza y trata de besarme, separo mi rostro con asco y me toma del pelo, tirándolo con fuerza.

–Conmigo no te quieres acostar pero con el si.

Me estampa contra la pared y me da una trompada hacia mi mejilla haciendo que caiga al suelo. Aprovecha para darme una patada en el estómago y mis lagrimas salen sin control al sentir en dolor de mi cuerpo, Eduardo está completamente loco y tengo miedo de que pueda hacer algo.

–No seras feliz con Rafael. –Grita. –Eso te lo juro, nunca tendrá tu amor y el de Constanza. Vos seras mía hasta que la muerte nos separe.

–Nunca fui tuya. –No paro de toser.

Cuando está por darme otra patada escucho el grito de mi hija, ella lo empuja con fuerza y se arrodilla para asegurarse de que estoy bien. Me abraza con fuerza y respira con dificultad.

–Eres un monstruo. –Dice ella. –No te atrevas a tocarle un pelo. –Grita.

Eduardo ni siquiera la mira, solamente mantiene su mirada fijamente en mi y Constanza trata de levantarme.

–Pagaras esto. –Le dice con odio.

Trata de sacarme de la cocina y Eduardo se pone en el marco de la puerta.

–Eugenia no se ira a ningún lado.

Casi no puedo mantenerme de pie, mis piernas parecen de papel y siento tanto miedo por mi hija, quiero que se vaya y escape de Eduardo.

–Tu no puedes mandarme. Mi madre se ira conmigo te guste o no.

Mi vista se vuelve borrosa y todo se vuelve negro.

ObsesionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora