Tiempo

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Dos ultimos capítulos

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Volvi a mi trabajo después de una semana y Rafael no para de llamarme para saber como estoy. Está tan protector que no se como hacerle entender que voy a estar bien. Me da ternura que se ponga de esa manera pero algunas veces se pasa.

–Rafael.–Le llamo la atención.–Vuelve al trabajo.–Sonrio mientras hablo por telefono con el.

–Llamame si necesitas algo, cuando termine de trabajar estare alla.

–Esta bien.–Pongo los ojos en blanco.–Te voy a estar esperando.

–Cuidate amor, te amo.

–Yo también te amo.–Sonrio.–Nos vemos más tarde.

Corto la llamada y golpean la puerta, le digo que entre y entra mi secretaria con una taza de té.

–Le puse dos cucharadas de azucar.

–Gracias.–Digo con buen humor y ella coloca la taza de té sobre la mesa.

–¿Hay algún mensaje para mi?–Le pregunto.

–No, nada. Solo llamó su madre para saber cómo está.

Suspiró suavemente y suelto una risa. Estos dos no cambian más.

Le agradezco a mi secretaria y ella sale de la oficina. Agarró la taza y empiezo a tomar, por suerte está bien caliente y disfruto de su sabor. Sigo trabajando con la computadora hasta que mi vista se cansa un poco. La apago por un momento y descanso un poco hasta que me siento un poco mejor. Otra vez volvieron las nauseas pero no eran tan graves como la semana pasada, con el té lo pude aliviar un poco.

Mi celular empezó a sonar después de un tiempo y era de nuevo Rafael, me rio un poco. No tenía paciencia para nada, leo su mensaje y le contesto que estoy bien.

Me dio tanta hambre que agarre mi cartera para poder comer algo en un restaurante. Le digo a mi secretaria que me mantenga informada por cualquier cosa y salgo de la empresa. Entro al auto y dejo mi bolso en el asiento del acompañante antes de ponerme el cinturon de seguridad. Cuando acomodo el espejo retrovisor, hago por intentar desabrochar mi cinturón pero Eduardo me agarra del brazo.

–¿A donde crees que vas?

Me apunta con un arma blanca sobre el cuello y mi respiración se vuelve erratica, me siento demasiado nerviosa y no quiero demostrarle que tengo miedo pero es imposible.

–Arranca el auto.–Ordena.

Mi mano empieza a temblar y me toma del pelo.

–Haz lo que te digo.–Me dice furioso y hunde el filo en mi cuello, haciendo que mis lagrimas salgan de mis ojos.–No hagas que te haga daño...

Enciendo el auto y me alejo del trabajo, casi no puedo ver la calle debido a que no puedo parar de llorar. ¿Que es lo que me hara? Dios, tengo tanto miedo por lo que vendra. No quiero ir a ningun lado con este hombre, prefiero estar muerta antes que este hombre ponga una mano sobre mi.

–Mira lo que me haces hacer, amor. Nunca pense hacerte daño pero tu hacias todo para que me enoje cada vez más. Te odio como te amo, de la misma intensidad.

Su mano se apoya en mi muslo y siento tanto asco, ¿cuando acabara esta pesadilla? quiero que este mal sueño termine y estar con mi familia.

Piso el acelerador y no escucho a lo que me dice, mi corazón late con fuerza y apenas puedo respirar. El auto esta yendo hacia un muro y respiro hondo, espero que me perdonen por lo que haré. Mi cabeza golpea contra el volante apenas chocamos y lo último que escucho es el ruido del parabrisas rompiéndose.

ObsesionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora