Narra Eugenia.
Abro los ojos cuando siento una mano acariciando mi espalda desnuda con suavidad, lo primero que veo es la sonrisa de Rafael mientras no despega su mirada hacia mi. No decimos ninguna palabra, solamente nos miramos y sus ojos oscuros me dicen tantas cosas. Sus manos van hacia mi rostro y me acerca hacia sus labios, lo besa con pasión y recorre las manos por mi cuerpo. Trago saliva y mi cuerpo tiembla cuando apoya su mano en mi clítoris, miro la hora que es y reacciono, trato de separarme y siento que estoy perdiendo la batalla.
–Rafael. –Gimo. –Ya me tengo que ir...–Digo mientras me separo de el.
Su mirada está llena de desconcierto y agarra mi mano, intentando que no salga de la cama. Tengo tantas ganas de quedarme, Dios sabe cuanto tiempo espere para estar cerca de el, pero tengo que irme.
–Pense que te quedarías.
–Tengo que irme Rafael, mi hija me necesita. –Aparto mi mano de su agarre y me pongo de pie, saliendo de la cama rápidamente.
Su mirada está llena de tristeza mientras me visto y sale de la cama después de ponerse los pantalones, se acerca a mi rápidamente y me abraza antes de que me ponga el abrigo. Apoyo la cabeza en su hombro y suspiro, lo abrazo con fuerza sin querer separarme de el.
–No quiero que te vayas, pero se que es tu deber hacerlo. –Levanto la cabeza para mirarlo. –Solo quiero que sepas que te amo y que esperare lo que haya que esperar. –Me dice con sinceridad y mi pecho no para de saltar.
Odio alejarme de ti, como me encantaría poder decirte que Constanza es nuestra hija. Dios mío, esto es tan difícil para mi y no se que hacer, no se que pasara cuando Rafael y Constanza se enteren de la verdad, los problemas que podrían desatarse cuando Eduardo lo sepa. Me da tanto miedo... cierro los ojos y lo abrazo con fuerza y el acaricia mi espalda.
–Quiero que estemos comunicados... hay que encontrar una manera para que nadie sospeche.
–Por eso tengo que irme. –Suspiro mientras acaricio su pecho desnudo. –No quiero que Eduardo se entere de nada.
Asiente suavemente y besa mis labios. Termino de vestirme y le doy mi número de celular. Rafael no quiere apartarse de mi, me da unos besos apasionados antes de que salga de su casa. Camino hacia mi auto y me arreglo el cabello mientras me miro en el espejo retrovisor, mi mente estuvo perdida por unos minutos en el momento que hicimos el amor, el placer que me hizo sentir con su lengua y luego me hizo llegar a grandes niveles de excitación cuando estuvo dentro de mi, el placer que sentí no puedo describirlo, fue tan perfecto y excitante, solamente me hace desearlo aún más y se que el se siente de la misma manera, sus ojos oscuros llenos de lujuria solamente querían hacerme suya una y otra vez.
Muerdo mi labio y arranco el motor, tengo que calmarme o sino mi hija sabrá que algo me pasa. Respiro hondo y acelero, conduzco hasta la casa de mi madre y toco timbre apenas llego a su puerta, mi madre abre la puerta y me abraza con fuerza cuando me ve.
–Hola mi amor. –Ella dice y me deja pasar. –Constanza recién esta desayunando, ¿quieres desayunar con nosotras?
–Me encantaría. –Sonrió de buen humor.
Le sonrió a mi hija cuando entro a la cocina y le doy un abrazo.
–Estás hermosa mamá.
–Gracias cariño, vos también.
Me siento tan de buen humor y no puedo dejar de sonreír al ver a mi hija, me siento tan completa en estos instantes, hace tanto tiempo que no sentía está felicidad.
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Obsesion
Romance"Amarte es mi pecado" Ella prometió no volver a caer ante el hombre que la abandono pero la atracción y el amor que hay entre ellos es demasiado grande para poder resistir.