Libro

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La semana está pasando demasiado rápido, hoy es viernes y Constanza está un poco nerviosa por la presentación de su escritor favorito. Está ansiosa y fue la encargada de limpiar los platos y los utensilios que usamos en el desayuno. La observo con atención por unos minutos y suspiro.

–Tranquilízate un poco mi amor, tanta ansiedad te va a hacer mal. –Acaricio su cabello.

–¿Por qué dices que estoy ansiosa?

–Limpiaste todo tu sola, lo haces cuando estás asi.

Ella mira los platos limpios y deja de secar el ultimo que faltaba.

–No me di cuenta.

Sonrió y agarro su mano.

–Tranquila mi amor, todavía falta y todo va a salir bien. Hoy me voy a quedar un poco más en el trabajo porque tengo cosas que hacer, no te preocupes que llego a tiempo para venir a buscarte. –Me adelanto para que no me interrumpa. –Tu solo espérame ya preparada.

Más tarde, salimos de la casa y la llevo al colegio, me despido de ella y acelero, conduzco hacia mi trabajo. El trabajo de hoy estuvo bastante cansador, me quede supervisando como seria el lanzamiento, las fotografías, como se vería la promoción. Estoy demasiado nerviosa y no dejo de pensar en como nos ira con la nueva línea.

El tiempo se me paso demasiado rápido, miré la hora y me tuve que apurar para ir a buscar a mi hija. Me apresuro para llegar y toco la bocina cuando llego a la casa, la veo salir de la casa y sube al auto. Le puse música en el camino así se mantiene tranquila y le hablo de lo que me paso en el trabajo, por suerte ella me habla y la veo más suelta. Llegamos hacia la librería donde se daría la presentación del libro, la veo un poco callada y agarro su mano.

–¿Quieres que este contigo?

–No quiero molestarte mamá, debes tener muchas cosas que hacer.

–Para nada mi amor, te acompaño.

–Gracias mamá. –Me abraza y acaricio suavemente su espalda.

–No tienes nada que agradecerme mi amor, siempre voy a estar contigo.

Bajamos del auto y entramos a la librería, podemos ver las sillas desplegadas por todo el salón, ya hay algunas personas sentadas y no se porque, pero me siento un poco inquieta. Leo las propagandas de su libro "Querida Eugenia". Me siento al lado de mi hija en la tercera fila, mis manos se sienten inquietas y trago saliva, es como si quisiera irme de este lugar.

La presentación se haría dentro de unos minutos y vemos a algunas personas terminando los últimos toques del pequeño escenario que montaron. Me quede mirando el publico que hay y todos se pusieron de pie. Mi hija y yo hacemos lo mismo, miro hacia el escenario cuando veo dos personas que se suben al escenario y mi mundo se derrumba por completo al ver a Rafael. Esto tiene que ser un espejismo, que sea mi imaginación por favor.

Siento un escalofrió cuando también me mira con sorpresa, mi garganta se cierra y siento que me ahogo. No me puede estar pasando esto. No puedo dejar de mirarlo y en sus ojos hay lágrimas, todos aplauden y miro hacia abajo. No aguanto más, tengo que salir de aquí.

–Hija, tengo que ir al baño. –Digo como puedo.

–¿Estas bien?

–Si, sí.

Me apresuro para ponerme de pie y corro hacia el baño, no quiero que me mire. No quiero estar en el mismo sitio donde esta él. Llevo mis manos hacia mi cabeza y trato de tranquilizarme y no llorar, pero no puedo, esto es más fuerte que yo.

¿Por qué tengo que verlo ahora? ¿Por qué tuvo que regresar?

ObsesionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora