Psicologo

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Observo nerviosa a mi esposo y trago saliva. Se que esta sospechando, casi corto la llamada en sus narices.

–Era mi mamá para saber cómo estamos.

Me mira por un momento y asiente, sentándose lentamente.

–No hubieras cortado, asi hablaba con ella. Hace mucho que no veo a Gabriela.

–Estaba ocupada Eduardo, ella tiene cosas que hacer. Empezo el psicólogo.

Eduardo me mira con el ceño fruncido y arquea una ceja.

–¿Cuándo te lo dijo?

–Esta semana, me dijo que lo necesitaba.

–Puede ser que no puede despegarse del duelo.

Suspiro y niego con tranquilidad.

–No lo creo, me dijo que se siente culpable.

–¿Y eso? –Pregunta confundido.

–No lo se, yo también me quede confundida cuando me hablo de eso. No lo podia creer.

–¿Cómo le va?

–No lo se, recién empezó. Eso va a tomar un tiempo.

Suspiro y me sostengo por unos minutos, tratando de calmarme y olvidarme de la conversación que tuve con Rafael.

Al terminar de hacer la cena, llame a mi hija y comimos los tres en un absoluto silencio. Constanza solamente hablo para decir lo rica que estaba la comida y Eduardo solo me miro en todo momento, no puedo descifrar su mirada y esta así desde que estuvimos en la cocina. ¿Habrá escuchado algo? Espero que no porque me quiero imaginar todo lo que se puede desatar. Trato de estar tranquila y no pensar en cosas negativas, el solamente lo vio en la fiesta y nada más. Respiro hondo y sigo comiendo hasta que me siento satisfecha.

Narra Gabriela.

Me despierto temprano para poder desayunar tranquila y luego ir al psicólogo. Hoy es la segunda cita y estuve pensando en lo que dire hoy. En la primera solamente hable de la culpa que sentí al haber empujado a mi hija al casamiento cuando ella era muy joven. Todavía me arrepiento, pero no siento ese peso en mi espalda. Quiero remediar ese dolor, quiero que mi hija y mi nieta sean felices, Suspiro y luego de bañarme, me hago el desayuno, solo preparo algunas tostadas, mermelada y un poco de café para empezar la mañana.

Desayuno mientras leo el diario y me siento un poco nerviosa, no puedo explicar porque siento estos nervios cuando la primera consulta nunca me sentí así. ¿Sera porque hoy tengo mucho más para hablar? Puede ser, capaz que me sienta así hasta que pueda expresar todo lo que siento. ¿Sera que algún día pueda vivir en paz? Puede ser que si pero falta mucho para que algo así pueda suceder. Solo espero no equivocarme más.

Termino de desayunar y preparo mi cartera, tardo unos minutos en estar lista completamente, agarro las llaves de mi casa y del auto. Salgo de la vivienda y entro rápidamente al auto, me pongo el cinturón de seguridad y arranco el motor.

Estuve conduciendo casi media hora debido al trafico hasta que llego al edificio donde atiende el psicólogo. Entro lentamente al consultorio y una secretaria me atiende, pide que tome asiento y espero tranquilamente a que llegue mi turno. Leo algunas revistas así la espera no se me hace tan larga hasta que el psicólogo abre la puerta para despedir un paciente, luego me mira y sonríe.

–Buen día Gabriela, pase.

Me deja pasar y me siento en el sofá, se sienta al frente y busca su hoja donde anota todo lo que le cuento.

El psicólogo se llama Alejandro Torres, hace bastante tiempo que ejerce en la profesión. Parece que tiene entre 40 a 45 años, es moreno y tiene los ojos verdes. Llevo mi cabello pelirrojo hacia atrás y muerdo mi labio mientras cuando observo que el psicólogo anota la fecha de hoy. Luego sus ojos verdes miran los míos y sonríe, haciendo que sonria un poco.

ObsesionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora