Azules

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Narra Rafael.

Escucho que alguien golpea la puerta y dejo de corregir los exámenes, no había quedado nadie en el salón y me extrañaba que uno de ellos golpeara la puerta.

–Adelante.

La puerta se abre veo a una joven que entra al aula. Veo sus ojos azules, esos ojos hicieron que me dejen pensativo por unos minutos, esos ojos se parecían tanto a los de ella. Pestañeo varias veces y ella se acerca más hacia mí. Su cabello y sus ojos eran iguales, aunque después no se parecían nada a ella.

–Siento molestarlo profesor.

Su voz hace que vuelva a la realidad y la observo con atención.

Me doy cuenta que la joven esta un poco nerviosa y la invito a que se sienta así esta más tranquila.

–¿En que la puedo ayudar? ¿Cómo se llama?

–Constanza. Quería hablar con usted porque necesito su ayuda, le pedi a mi amiga si no conocía a alguien quien pudiera darme su opinión y ella me conto que su hermano es su alumno. Me dijo que usted es muy bueno y que podría ayudarme.

Luego la veo sacando una libreta de su cuaderno, observo con atención y me doy cuenta de que se trata de una novela.

–No quiero pedirle que lo lea todo, pero quiero que me diga que piensa.

–Me siento halagado que me pida algo así, más cuando usted me esta pidiendo una critica. Debe ser difícil para usted.

–Mucho profesor. –Trago saliva.

–Me tomara un poco de tiempo pero lo leere todo. ¿Esta completo?

–No, quiero saber si esta bien como lo estoy haciendo para continuarlo.

Le sonrió y asiento. Me cayo muy bien la joven y puedo asegurar que es demasiado inteligente. La observo de nuevo y sus ojos me tienen intrigado, son iguales a los de Eugenia, son tan bellos. Me debo estar volviendo loco, veo algo de Eugenia en todos lados.

–Esta bien Constanza, dame una semana y te diré lo que pienso.

–Muchas gracias profesor Rafael, no sabe cuanto se lo agradezco.

–No tiene nada que agradecer, espero que tenga un buen dia. ¿Dónde la puedo encontrar?

–Estoy en tercero de secundaria básica.

–Esta bien, nos vemos en una semana. Suerte.

–Gracias profesor, igualmente.

Sale del salón y me quedo mirando su libreta, observo su letra y su caligrafía es muy hermosa. Esa muchacha me dejo muy intrigado y me dejo muy raro. Me estoy volviendo loco, se que tengo que entregarme a la realidad y aceptar que perdi a la mujer de mi vida pero no puedo dejar de pensar en ella en cualquier lado y esta muchacha me hizo recordar a ella. Y me dejo muy raro porque ninguna persona me había pedido mi opinión en algo tan apreciado como un libro. Me da mucha intriga de leer este borrador.

Más tarde, cuando estoy tomando un té antes de irme, una colega se acerca hacia mi y me sonríe.

–Espero no molestarlo.

–No me molestas Ingrid.

–¿Ya se va?

–Dentro de un rato, estoy un poco cansado.

–Justo que lo quería invitar a tomar algo. Pense que este era un momento excelente.

Ingrid es una mujer muy buena, aunque se muy bien que quiere acercarse a mi y ser algo más que compañeros, pero no estoy interesado en salir a algún lado con alguien y mucho menos por una cita amorosa.

–Lo siento Ingrid, pero estoy cansado y ya me voy a mi casa, seguro que podremos otro día.

–Espero que si. –Dice animada,

Asiento y termino de tomar mi té. Dejo el vaso de Telgopor en el tacho de la basura y me despido de ella.

ObsesionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora