Descompuesta

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Narra Constanza.

Mi madre no bajo a la sala en toda la tarde, se quedo en su habitación todo el día. Mi padre bajaba y subía las escaleras para ver a mi madre, se lo veía tan serio y lo peor es que no me decía nada de lo que estaba pasando.

La noche fue cayendo y me ayudo con la cena y observe a mi padre que estaba callado.

–¿Sabes si va a bajar al menos para comer?

Lo escucho suspirar y me mira con seriedad.

–No creo. Está descompuesta.

Asiento sin decir una sola palabra y enciendo el horno para calentarlo antes de poner la carne.

Mientras se calienta la carne en el horno, lleno un vaso con agua, salgo de la cocina y subo las escaleras. Llego a su habitación y abro la puerta con cuidado. Mi madre esta dormida tranquilamente y camino despacio hacia la cama, me siento y acaricio su cabello rubio.

–¿Qué te pasa, mamá? –Pienso. –Me estas preocupando.

Mi madre empieza a moverse y enciende la lampara. Pestañea un par de veces al mirarme y puedo ver que estuvo llorando. Odio no saber porque está así, quiero ayudarla y no me deja entrar.

–Ma... –Digo con tristeza.

–No me siento muy bien mi vida, por eso estuve llorando.

Acaricio su mejilla y le doy el vaso con agua, lo agarra en silencio y toma unos sorbos.

–Gracias. –Susurra.

–¿Tomaste algo?

–Solo una pastilla para el estómago. –Traga saliva.

–Mamá... sabes que puedes confiar en mí. ¿Qué te está pasando? Antes estabas tan bien y te comportas como si viste un fantasma.

Sus ojos azules me miran con tristeza y cierra los ojos por un momento.

–Solo tuve calor en ese lugar y tuve que mojarme la cara porque me estaba sintiendo mal. Necesitaba un poco de aire.

Agarra mi mano y la miro, tratando de entenderla. Quiero creerle, pero se que hay algo más y no me lo quiere decir.

Termina de tomar el agua y agarro el vaso.

–¿Entonces no vas a comer? Puedo hacerte un poco de sopa.

–Gracias mi amor, pero no. Solo quiero dormir, un poco de reposo me hará bien.

Asiento y beso su mejilla.

–Buenas noches mamá, te quiero.

–Te amo mi amor. –Ella sonríe con tristeza. –Buenas noches.

Mi garganta se cierra y me levanto de la cama, salgo de la habitación y apoyo la frente contra la puerta. Quisiera poder entenderla, quiero ayudarla y no me deja, se cierra completamente y ninguno de los dos podemos ayudarla. Nunca la vi de está manera en toda mi vida, siempre quería tener su momento a solas, pero esto... estaba preocupada y no podía hacer nada.

–¿Cómo está? –Me pregunta mientras pone la mesa.

–Mejor, aunque me dijo que no quiere comer.

Asiente y sirve la comida, nos sentamos a comer y juego un poco con la comida, no tengo tanta hambre y mi cabeza no para de darle vueltas al asunto.

Pruebo un bocado y observo a mi padre.

–¿Sabes por que esta así?

–No lo se hija, si tu no sabes que estuviste con ella, menos voy a saber yo. Espero que se le pase.

Muerde su labio y respira hondo. Me quedo mirando su rostro, estudiándolo y veo un poco de culpa en sus ojos verdes, también esta enojado. Algunas veces aprieta la mano formando un puño, está muy pensativo. Hay tantos secretos entre los dos y me dejan afuera, se que son sus problemas pero me da miedo por mi mamá.

Termino de comer y ayudo a mi padre a levantar la mesa, lavamos las cosas y subo las escaleras para ir a mi habitación. Me lavo los dientes y cuando me acuesto, escucho la puerta de la habitación de mis padres cerrarse, se que entro mi padre y a pesar de esperar que el dijera algo, no lo hizo. Solo reino el silencio.

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