Preguntas

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El transcurso del fin de semana fue una tortura, lo único que quería es que llegara el lunes así podía hablar con Constanza, había terminado de leer su borrador y estaba con más dudas. Casi no podía dormir y si dormía, soñaba cada noche con Eugenia. Esto me esta enfermando, se que estoy recibiendo mi castigo, pero ya no tengo fuerzas para resistir, la necesito, la necesito cada día de mi vida y lo peor que me puede pasar me está pasando ahora, no poder estar con la mujer que amo.

Termino de bañarme y me visto rápidamente, desayuno algo liviano y me lavo los dientes antes de irme.

Más tarde, cuando voy al trabajo, no encuentro a Constanza en la entrada ni tampoco en el patio, todavía no ha llegado y subo las escaleras resignado. Camino hacia el salón donde me toca y dejo mis cosas en mi pupitre.

Agarro la tiza y escribo la fecha de hoy en el pizarrón, todavía mis alumnos no han entrado. Todavía es el horario de entrada asique tengo que esperar unos minutos. Mientras pienso en como hacerle las preguntas a Constanza sin que ella sospeche, se muy bien que no esta enterada de lo que paso entre Eugenia y yo.

El tiempo paso y mis alumnos me saludan al entrar al aula, mientras ellos se acomodan, entrego los trabajos prácticos.

Explico el tema nuevo que va a estar en el examen y les pido que todos presten atención, todos los estudiantes están en silencio y prestando atención a lo que digo.

Quiero que el tiempo se pase rápido, pero los minutos parecen horas, doy ejercicios y me quedo sentado por un momento. Minutos después me pongo de pie y paso por los bancos, preguntando si alguien necesita mi ayuda, todos están haciendo la tarea y me quedo tranquilo en mi lugar.

Las dos horas parece que fueron una eternidad hasta que suena el cambio de horario y el recreo, me quedo en el salón esperando a que Constanza entrara. Solo pasaron un par de minutos hasta que escucho el golpe de la puerta.

–Pase. –Digo nervioso.

Constanza entra al salón y trago saliva al verla, pensar que una parte de mi Eugenia esta en ella. Todavía no puedo creer que ella sea su hija.

–Buenos días profesor. –Me da un beso en la mejilla.

–Buen día Constanza. Siéntate.

Me hace caso y apoyo su borrador arriba de la mesa. Me mira asustada y sonrió para que se calme, me da una sensación de protegerla como si fuera mi hija. Es la hija de la mujer que amo, la cuidaría a pesar de que no sea sangre de mi sangre.

–Me encanto tu borrador, pero tengo varias dudas. –Trago saliva.

–¿Cómo cuales?

–¿Cuál es la causa de su frialdad? En tu borrador no está.

–Es que no tengo idea, profesor.

–¿No? –Ella niega y suspiro. –¿Te basaste en alguien para este libro?

Frunce el ceño y senti un escalofrio al ver que lo hace de la misma manera que Eugenia.

–¿Por qué?

–Porque todos nos basamos en alguien para escribir. –Sonrio nervioso.

–Si. –Respira hondo. –Me base en una persona, por eso no se el motivo de su frialdad, al menos tendre que pensar en eso.

Siento que alguien me tira un baldazo de agua fría al saber que se trata de Eugenia, cierro los ojos y me aguanto las ganas de llorar. La culpa me está matando.

–¿Le pasa algo profesor?

–No Constanza. –Suspiro. –Estoy bien, solo espero que me muestre como va porque me gusta demasiado. Solo le diría que busque una causa así puede avanzar sin problema en su libro.

Ella sonríe, se la ve feliz y tiene derecho a estarlo, tiene un hermoso talento con la escritura.

–Gracias profesor, le agradezco mucho.

Se pone de pie y besa mi mejilla.

–Estoy feliz que mi escritor favorito haya leído lo que hice.

Solo le sonrio y la despido. Yo tengo tantos sentimientos encontrados, yo estoy feliz por volverla a ver a Eugenia pero siento que mi corazón sangra al saber que por mi culpa ella está así.

ObsesionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora