Verdad

481 34 2
                                    

Lo que me extraño es ver el mensaje de mi madre, lo abro y leo su mensaje. Rafael besa mi cuello y me siento.

–¿Qué pasa? –Me mira extrañado.

–Es mi madre. –Suspiro. –Quiere hablar conmigo.

–¿Le habrá pasado algo?

–No... debe querer saber como estoy. Se quedo muy preocupada por lo sucedido de ayer. –Digo tranquila. –Tendre que ir.

–Lo se amor, no te preocupes, yo estaré bien.

Sonrio y beso sus labios.

–¿Qué tienes que hacer mañana? –Le pregunto.

–Después del colegio tengo cosas que hacer, tengo una cita.

Arqueo una ceja y me quedo con la boca abierta.

–¿Ah si? ¿Con quien se puede saber?

El suelta una risa y trato de mantenerme tranquila.

–Mi amor, mañana tengo que ver a tu hija. Hace mucho me pidió que la ayudara con un libro.

–¿Un libro? –Pregunto extrañada.

–Si, esta escribiendo un libro y ella me pidió ayuda. –Sonríe y toma mi mano. –Cuando vi a tu hija por primera vez me senti tan raro. Veía cosas de ti en ella y cuando te volvi a ver y supe que ella es tu hija, me dio tantas ganas de protegerla. La veo como una hija, ella seria la hija que tendríamos que haber tenido juntos. –Suspira y acaricia mi muslo.

Trago saliva y trato de mostrarme tranquila, si supieras mi amor que Constanza es tu hija, pero no puedo, tengo tanto miedo de lo que podría llegar a pasar. Lo abrazo con suavidad y beso su cabeza.

–Quiero a tu hija como si fuera mía.

–Lo se amor. –Suspiro.

Al rato, terminamos de vestirnos y antes de dejarme ir, Rafael me atrae hacia su pecho, envolviendo mi cintura con sus brazos.

–Te voy a extrañar.

–También yo. –Sonrió y beso sus labios. –Después te llamo.

–Esta bien cariño.

Me da un ultimo beso y salgo de la casa. Me apuro para llegar al auto y enciendo el motor rápidamente luego de ponerme el cinturón de seguridad. Suspiro y acelero, conduciendo hasta la casa de mi madre.

Se exactamente de lo que quiere hablar mi madre, se que ella quiere ayudarme, pero en este momento no puedo hacer nada, estoy tan cansada de callar tantos secretos. Esto de no hablar se está volviendo una tortura y me hace daño.

Trato de tranquilizarme pero no dejo de pensar, ¿que pensara mi madre cuando sepa que su nieta es hija de un ex sacerdote? Se que ella es una mujer muy religiosa y estoy segura como terminara esto, me va aborrecer y tengo tanto miedo de que eso suceda.

¿Algún día sere capaz de contarle todo a mi hija? ¿Rafael y Constanza serán capaces de perdonarme? Mi cabeza está viajando a mil por hora

Llego a la casa de mi madre y salgo del auto, camino de prisa hacia la puerta y la golpeo, necesito hablar con alguien o en serio que terminare explotando.

Mi madre tarda un poco en abrir la puerta y ella me mira por un momento antes de dejarme pasar.

–¿Te pasa algo, cariño?

Trago saliva y la abrazo, ella acaricia mi espalda y se que está preocupada.

–¿El te hizo algo? –Pregunta. –Si te hizo algo juro...

–No. –La interrumpo. –Solo que esto me está matando... quiero escupir todo lo que contuve todos estos años y no puedo más. Quiero contar la verdad.

Ella me mira sorprendida y me hace pasar rápidamente, caminamos en silencio hacia la sala y puedo sentir su mirada llena de preocupación hacia mi.

Mi madre va en busca de un poco de agua para mi y tomo un poco.

–¿De que verdad hablas Eugenia? ¿Qué te pasa?

ObsesionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora