Arte.

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Tocó la puerta tres veces mientras esperaba que alguien le abriera. Miraba la entrada principal de la casa, con un camino de piedras más o menos grandes y a sus alrededores, algunas plantas con flores muy coloridas.

Un chico de cabellos castaños le abrió la puerta, tenía un Jersey color crema y unos vaqueros, iba descalzo. Vio que tenía las manos manchadas de azul, pero su ropa estaba intacta.

Ella sonrió y mientras se apartaba dos mechones de cabello que le molestaban en la cara, ladeó un poco la cabeza.

- ¿Jimin? Nos conocimos el otro día en el café...

Jimin se recordó quién era, quizás no la había reconocido porque ahora tenía el cabello de color naranja, pero si era ella, recordó que se le había acercado al verlo dibujando en una libreta mientras tomaba un café en una de las mesas cerca a la ventana del lugar.

Él sonrió y se pasó la mano por los cabellos, dejándolos azules.

- ¿Puedo pasar?

Jimin se hizo a un lado y mientras ella entraba, su perfume le pegó de lleno en la cara.

- Tendrás que lavar tu cabello.

Jimin ladeo la cabeza y se miró en un espejo que tenía en una de las paredes cercanas. Se sonrojó al verse azul.

Ella rio y caminó a paso lento por el apartamento que tenía. Sus paredes estaban llenas de pinturas, lienzos pequeños y grandes.

- Qué bonita casa.

Jimin suspiró mientras se apoyaba en una de las paredes y se encogía de hombros.

- Mi madre dice que esta casa es un desorden. 

Ella negó con la cabeza y le miro.

- Me gustan los lugares así, de alguna manera me llaman la atención, así como lo hiciste tú cuando te vi dibujado allá... Todo forma de Arte me conmueve. Me fascina.

Jimin sonrió y mientras miraba por un momento sus manos con la pintura ya seca, se acercó a la cocina.

- ¿Quieres algo de beber? Tengo leches achocolatadas, sodas, agua...

Ella se acercó a donde estaba él y mientras arrugaba la nariz, le sonrió.

- Una soda para mí.

Él asintió y la abrió para ella antes de entregársela.

- Y bien, ¿Qué necesitas?

Ella se sentó en un pequeño butaco que había cerca de un lienzo y bebió de la lata.

- Me gustaría saber si podrías enseñarme, ya sabes, me gustaría a aprender a pintar como tú lo haces.

Él ladeó la cabeza y la señaló con la cabeza.

- ¿Sabes dibujar? ¿Hacer los bocetos?

Ella asintió y mientras dejaba la lata momentamente en el suelo, sacó un cuaderno argollado de su mochila y se lo paso.

Jimin miraba los dibujos con el ceño fruncido, mientras ella tomaba pequeños sorbos de la lata.

- Bueno, nunca he sido profesor de nadie, pero... Supongo que, puedo enseñarte algo.

Ella sonrió y Jimin siguió ojeando las hojas rápidamente, hasta llegar al último dibujo que había allí. Era él, sentado en la silla cerca de la ventana, ella lo había visto desde hace mucho antes de sentarse a su lado. Y sin pensarlo, sonrió.


One shots -Jimin- (Segunda Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora