- Quizás quisieras acompañarme a casa, puedo hacerte algo para comer.
Ella sonrió, asintiendo suavemente.
Jimin siempre había sido muy atento con ella, solía llevarle de comer en las horas libres de la facultad. Incluso llegó a invitarla a comer a algún restaurante elegante algunas veces.
Muchas veces ella no supo cómo interpretar esos lindos sentimientos que Jimin le mostraba todos los días. Quizás después de un tiempo comenzase a gustar de él, pero no era nada claro y prefería dejar las palabras flotando en el espacio de su conciencia.
Caminaron por las calles poco transitadas, en completo silencio. A pesar de eso, Jimin no podía quitar la gran sonrisa que tenía en la cara.
Llegaron a un edificio, entraron por la puerta trasera y subieron por las escaleras de emergencia.
- ¿Por qué no subimos por el elevador?
Jimin arrugó la nariz.
- El gerente y yo tenemos algunos inconvenientes... Prefiero evitarlo.
Ella asintió y siguieron subiendo hasta salir por una pesada puerta.
Caminaron por un pasillo con una alfombra verde casi café por la suciedad y entraron en una habitación. La número 54.
- Bienvenida... Intente arreglar un poco esta mañana. Aun así, perdón por el desorden.
Ella miró un poco por encima de todo y negó con la cabeza.
- No pasa nada. - Caminó por la habitación. - Veo que te gustan las plantas.
Los ojos de Jimin se iluminaron y una sonrisa tierna se formó en sus labios.
- No permiten mascotas aquí. - Explicó. - Suelo regarlas por las mañanas.
Jimin la tomó suavemente de la mano y la condujo hacia el pulcro estante donde las plantas estaban recibiendo el sol que entraba por la ventana.
- Esa es una Petunia, un lirio, por allí tengo un girasol, manzanilla, crotón, un anturio, y mis begonias.
- Te hacen falta las rosas.
Jimin río.
- Está un poco trillada, ¿No crees? Aunque si lo deseas, puedo plantar algunas aquí.
Ella sonrió y negó.
- No hace falta. Tienes unas plantas muy bonitas, Jimin.
Jimin se agachó un poco y luego le sonrió.
Caminaron hacia el dormitorio y ella ladeó la cabeza al ver una computadora vieja convertida en una pecera. Jimin sonrió al ver su cara.
- Encontré la computadora en la basura... Es un pez moneda, se llama William.
Ella se acercó hasta verlo nadando por entre las algas y demás cosas que tenía adentro.
- Se ve feliz.
Jimin asintió.
- Claro que lo es. Me aseguré de taponar cualquier agujero por donde se pudiera filtrar el agua.
Ella sonrió.
- Tienes una bonita imaginación.
Jimin se encogió de hombros.
- Las plantas y ese pez son mis únicos amigos aquí. No me malinterpretes, tú también eres mi amiga.
- Eres muy bueno de corazón como para no tener amigos.
La mirada de Jimin se entristeció.
- La mayoría de las personas no logran comprenderme.
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One shots -Jimin- (Segunda Parte)
FanfictionSegunda parte del libro One shots -Jimin- (Primera parte)