Paranoia.

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Aquella noche las gotas de la lluvia caían tan fuerte que la tenían en una línea entre el sueño profundo y el lúcido. Realmente le molestaban los truenos y al intentar buscar algo de calor al otro lado de la cama encontró más frío.

Sus ojos se abrieron lentamente mientras veía las sábanas revueltas en el hueco donde debería estar Jimin.

Se levantó de la cama, caminando en los bordes de sus pies sobre el suelo frío, no le gustaba sentirlo. Al bajar por las escaleras, oyó algo en la cocina. La luz estaba encendida.

Ella se acercó rápidamente y vio un Jimin completamente fuera de lugar, exprimiendo las carnes frías sobre un plato para sacarles la sangre.

- Jimin.

Él levantó la mirada y permaneció viéndola mientras sostenía la carne aún en sus manos. Sus ojos eran amarillos y su iris era tan fina como la de un gato.

- Tengo hambre. - Estrujó la carne. - N-no tenía un antojo tan grande hace milenios. Creo que tengo ansiedad también, quizás paranoia.

Parecía hablar para él mismo más que explicarle a ella que le sucedía, realmente parecía un loco.

- Deja la carne en el refrigerador y ven aquí.

Jimin le hizo caso, como un niño pequeño, miró momentamente el plato donde había un poco de sangre aún y dio la vuelta hasta donde ella estaba.

Ella acurrucó sus mejillas entre sus frías manos, mientras veía como Jimin se mordía el labio cada vez más fuerte.

Se remangó el saco que tenía puesto y le tendió la muñeca, mientras apretaba el puño.

Jimin la veía como hipnotizado, mientras ella suspiraba y se echaba los cabellos hacia atrás.

- Hazlo.

Jimin negó mientras se tomaba la cabeza con ambas manos.

- No, no, no quiero lastimarte, no.

Ella suspiró y le sonrió.

- Somos vampiros, no me matarás.

Jimin se lo pensó. Tomó suavemente el brazo que le ofrecían y luego de darle una mirada, se acercó lentamente hasta que sus colmillos se hundieron en la suave piel.

Ella suspiró fuertemente y se controló para mantener la calma. 

Jimin suspiraba contra su piel, la tomaba fuertemente de la muñeca mientras ella sentía como perdía cada vez más sangre.

Jimin abrió los ojos cuando volvió en sí, suavemente sacó sus colmillos de su muñeca, con hilos de sangre, cayéndole por los colmillos.

Ella le sonrió y comenzó a agacharse hasta terminar sentada en el suelo.

Jimin la cargó en brazos hasta el baño y la sentó sobre el inodoro, mientras veía como su pecho subía y bajaba lentamente.

Mojó su herida para quitar todo rastro de sangre y saliva y simplemente la vendó. Su piel volvería a la normalidad al día siguiente, pero su sangre no y estaba casi dormida allí sentada.

Jimin la llevó a la habitación con mucho cuidado de no pisar mal al subir a las escaleras y la recostó suavemente, mientras le quitaba los cabellos de la cara y le acaricia la mejilla.

- Lo siento.

Le dejo un suave beso en la frente y juro haberla visto sonreír antes de caer profundamente dormida, mientras un trueno iluminaba momentáneamente la habitación unos segundos.


One shots -Jimin- (Segunda Parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora